Publicado: noviembre 7, 2025, 10:27 am
Fue en el 2018 cuando, durante los llamados «encuentros filosóficos» que tuvieron lugar en Mónaco, de los que Carlota Casiraghi es fundadora, que ella y el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik, después de que este diera una conferencia sobre las nuevas violencias que sufren los menores en la época tecnológica, estuvieron hablando de un proyecto en común, dado también el interés que ambos presentaban por la forma en la que estaba avanzando el mundo moderno y la notable falta de adaptación del ser humano a la celeridad de los cambios que se habían producido.
El resultado ha sido el libro Infancia y violencia, que ha editado en España Libros del Zorzal y para el que la hija de Carolina de Mónaco ha escrito el prólogo, razón por la que acudía este pasado jueves a Madrid para presentarlo. Como explican desde Vanity Fair, que estuvo en el evento, la encargada de presentar a los ponentes fue Kareen Rispal, embajadora de Francia, ya que el acto, en el que, como en el libro, se dialogó sobre filosofía y cultura de la inmediatez, se llevó a cabo en el Instituto Francés.
El director de la editorial, Leopoldo Kulesz, se mostró eufórico por haber editado el libro de quien él considera «un héroe», dado que Cyrulnik, de 88 años, se ha pasado muchos años explicando su concepto de resiliencia en la infancia. Sobre todo porque él mismo, como superviviente de la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial, hubo de renacer de su propio sufrimiento. Como psicoanalista, por tanto, ha tenido que trabajar para intentar hacer llegar su idea a todos los rincones, puntualizando que en un comienzo su concepto de resiliencia «no tuvo buena acogida en Francia», pero sí que consiguió desarrollarse «en los países anglosajones».
Según el neuropsiquiatra, esa palabra, con el uso que él le impone, la oyó por primera vez de «campesinos que hablaban de que un suelo resiliente, después de un incendio, vuelve a dar fruto pero no como antes». A su lado estaba Carlota, de quien Kulesz destacó «su actividad infatigable de difusora de la filosofía». «Sería pretencioso decir que la filosofía puede aportar muchísimo a niños que han sufrido violencia», comenzó diciendo la nieta de Raniero III y Grace Kelly, de 39 años, que afirmó asimismo que gracias a sus encuentros filosóficos muchos menores se abrieron «al diálogo y a la búsqueda de la verdad», intercambiando entre ellos «fragilidades» que los adultos no habían sabido ver.
Esto hizo reflexionar a Carlota sobre la necesidad de «descentrarse de uno mismo, de las dificultades y prejuicios propios, para ingresar en una aventura colectiva». Sobre todo si se habla de los menores y de los espacios destinados a ello en las escuelas: «Esto puede conducir a prestar atención al sentido de las palabras y al desarrollo de un pensamiento crítico que ayude de alguna forma a los niños a salir de ese atrapamiento de las redes o del seno de una familia donde no pueden cuestionar lo que sufren».
Dicha «sensibilidad infantil por la verdad y la justicia» derivó en un debate sobre las redes sociales y cómo en ellas no existe espacio para las fragilidades de los más pequeños. «Lo frágil hay que manipularlo con delicadeza, exige más paciencia y, hoy por hoy, estamos enfocados en el rendimiento, en acumular papeletas para llegar los primeros en esa falsa carrera por el riesgo de ser aplastados», agregó, «pues se valora más todo lo que privilegia la rapidez». «Hoy es casi un deber encontrar soluciones rápidas, porque lo frágil o hay que repararlo o exige demasiado tiempo, por lo que no acaba entrando en la lógica del mercado», continuó.
Claro que ello ha dado paso a hablar del mundo moderno y a los conflictos armados y genocidios que se viven en varios lugares del planeta. «Estamos enfrentando cosas muy dolorosas, desde la destrucción a la muerte, pero también por eso mismo somos capaces de movilizar fuerzas creativas y vitales», dijo Carlota Casiraghi, que asimismo cree que «en el ser humano hay una capacidad infinita para transformar algo que parece destinado a la catástrofe».
«Uno se puede desesperar pero no perder la esperanza, porque obviamente inquieta todo lo que ocurre hoy en día pero hay que tener esperanza de que cambiará para los que vienen detrás de nosotros», añadió, así como que esa manera de no mirar más allá está muy ligada a la forma en la que hoy por hoy se realizan las tareas o se ven los vídeos en los móviles, con muchísima rapidez. «Es preocupante», puntualizó junto a Cyrulnik, que asentía, «que todos esos vídeos traten de retener nuestra atención y acaban haciendo cualquier cosa para conseguirlo. Ya incluso los políticos lo hacen y una se sorprende de las burradas que pueden llegar a decir».
«Hay una desensibilización con todo esto y muchos jóvenes, al enfrentarse a dichas imágenes y noticias, tienen una forma diferente de ver la muerte porque ven con rapidez la atrocidad de guerras. Creo que ese torrente de imágenes es incapacita para tener conciencia de lo que sucede alrededor. Tendría que haber tiempos más amplios para la reflexión y para analizar lo que vemos y las informaciones que nos llegan, porque de lo contrario es inevitable no tener ninguna sensibilidad», finalizó.
