Publicado: julio 1, 2025, 11:27 am
De un tiempo a esta parte, un parte de las críticas hacia MasterChef se ha centrado en cómo quienes entran para participar en el talent culinario son personas con suficiente poder adquisitivo como para dedicarse durante gran parte de su tiempo a prepararse para entrar, por decirlo así, ya sabiendo cocinar. Hombres y mujeres que cuya capacidad económica ya les ha permitido disfrutar de los mejores y más caros restaurantes y de poseer en sus casas todo el instrumental necesario para hacer elaboraciones que otras personas, por sus diferentes condiciones, no pueden permitirse.
En ese grupo privilegiado entra la ganadora de la última edición del concurso de RTVE, Gabriela. A sus 31 años, y en una de las finales más reñidas de la historia del programa por su «altísimo nivel», como se encargaron de recalcar los jueces, se impuso a su contrincante y compañera, Bea, y, emocionada, no dudó en ser directa delante de su marido y de sus dos hijos —cuando se grabó el programa aún no había nacido la tercera, Pepa, que acaba de venir al mundo—: «Esto es lo más grande que he hecho [en mi vida], aparte de a mis hijos».
Y es que Gabriela, que ha tomado el relevo de otros nombres como Carlos Maldonado o María Lo y se ha llevado el cheque de 100.000 euros y un importantísimo curso de formación, es parte de una de las sagas empresariales españolas más conocidas, dado que se apellida Hinojosa Ortega. De hecho, en la propia final no dudó en tener un recuerdo para su padre, Eduardo Hinojosa García-Puente, miembro de la antigua familia propietaria del grupo Cortefiel.
«Mi padre me diría: ‘Te lo dije. Sabía que podrías y lo has conseguido», ha afirmado Gabriela, la undécima de los 12 hijos que tuvo el patriarca y que hasta hace poco eran una familia conocida por su discreción, con alguna pequeña excepción, como la boda de Nicolás Hinojosa y Marta O’Connor. Ya durante el transcurso del programa, la ganadora aseguró: «El delantal blanco se lo dedico a mi padre. Él siempre me decía que yo era una persona superfuerte y que era capaz de conseguirlo todo. Seguro que está viéndome desde ahí arriba».
Gabriela, cuya madre es María Alejandra Sandra Ortega Manteola, que también pertenece a una acaudalada familia conservadora, estudió en el colegio Mater Salvatoris, un centro privado ultracatólico y segregado para ser únicamente femenino y que está dirigido por las religiosas de la Compañía de El Salvador. Tras la etapa escolar, se formó en la Universidad CUNEF, una institución privada de Madrid —el precio medio de cada curso oscila entre los 10.000 euros y los 13.000 euros— en la que se licenció en Administración y Dirección de Empresas.
Con la vista puesta en llegar algún día al negocio familiar, primero realizó unas prácticas en el Deutsche Bank y, como se puede comprobar en su perfil de LinkedIn, el cual no está actualizado desde 2019, luego entró a trabajar en la consultoría Korn Ferry y, por último, en la firma financiera Arcano Partners, donde estuvo hasta el citado año. Tras ello, ella misma ha confesado ante las cámaras que tuvo un trabajo más, el cual se desconoce porque lo abandonó debido al conflictivo ambiente en la empresa de la familia, así como para darle una oportunidad a los fogones —renunció a su puesto un mes antes de presentarse al casting—.
«Estoy embarazada de mi tercer bebé. Hace un mes que dejé el trabajo, pero he sido toda la vida financiera. Y justo ahora que ha pasado todo, es mi momento. Estaba en una empresa familiar, pero mi padre falleció hace un año», reveló Gabriela en uno de sus primeros momentos en Masterchef 13, demostrando asimismo que no le importaba en absoluto que se supiese lo orgullosa que estaba de pertenecer a una familia tan apegada al mundo de la moda, pues no hay que olvidar que más allá de que Cortefiel comenzó como una mercería en la capital en 1880, fue a mediados del siglo pasado cuando tuvo una enorme expansión.
«Al fallecer él [su padre, Eduardo] se ha vuelto todo muy complicado. Somos 12 hermanos y, cuando el dinero se mete de por medio, corrompe y destruye una casa. Lo que es una herencia… Es una pena porque yo quería de verdad a mis hermanos. La herencia es un regalo, no un derecho, algo que tendríamos que tener en cuenta los hijos», afirmó durante el programa, siendo una de las primeras declaraciones públicas de la hermética saga familiar, cuyo segunda generación ocupa, en el ranking anual del periódico El Mundo, el puesto número 262 de las familias más ricas, con un patrimonio neto estimado en 270 millones, sobre todo por inversiones inmobiliarias —como una finca en El Puerto de Santa María— y artísticas, como la sociedad Castellana Subastas de Pintura, que tenía su sede en la calle Paseo de La Habana, en Madrid, y con la que su padre gestionó una increíble colección de arte privada.
Y es que la familia Hinojosa vendió la empresa en 2005 a un grupo de inversión británico, pasando a denominarse grupo Tendam junto a todas las demás firmas de la marca. Eso sí, el pasado enero salía a la luz que la familia real de Abu Dabi había comprado el 67% de dicha compañía. El fallecimiento del padre fue solo la puntilla, ya que las disputas entre los hermanos —aunque también hay primos y personas cercanas a la empresa— por la dirección de Cortefiel comenzaron mucho antes debido a que las diversas ramas del árbol genealógico no se ponían de acuerdo.
En ese aspecto, Gabriela Hinojosa ha sido quien se ha salido y ha decidido reconducir su vida fue de movimientos empresariales. Nacida en Madrid, se ha trasladado a vivir a Valencia, donde está casada y tiene tres hijos, siendo la más pequeña de ellas, Pepa, apenas una recién nacida con unos días de vida. Ahora queda por saber cuál será su siguiente movimiento, ya en el mundo gastronómico.
