Publicado: mayo 12, 2025, 10:13 am
A veces basta con encender un viejo juego para que la memoria se dispare. Los sonidos, los píxeles, las melodías repetitivas pero adictivas: todo eso forma parte del encanto de los videojuegos clásicos. Lejos de los gráficos hiperrealistas de hoy, hay quienes siguen prefiriendo lo sencillo, lo directo, lo que se centra más en la experiencia que en la espectacularidad.
Quizá por eso las consolas retro portátiles han encontrado su sitio en este mundo moderno. No buscan competir con lo último del mercado, sino ofrecer una forma de reconectar con una época en la que las partidas eran cortas, los errores costaban vidas y pasarse un juego era, literalmente, un reto.
Estos dispositivos suelen ser compactos, fáciles de transportar y con una selección de juegos preinstalados que abarca diferentes generaciones y estilos. Para muchos, son una forma de volver a lo básico sin renunciar a la comodidad: jugar en el sofá, en el transporte público o incluso en viajes. Y algunas como la R36S recuerdan a consolas que todos conocemos, pero es más barata que algunos menús del día.
Una consola sencilla que rescata lo mejor del pasado
La R36S es uno de esos modelos que, sin grandes pretensiones, se ha ganado un hueco entre quienes disfrutan del juego retro. Su diseño recuerda a las consolas portátiles de hace años, con una estructura ligera, botones clásicos y una pantalla cómoda para sesiones largas sin forzar la vista. No necesita complementos ni cables para empezar a jugar, y su batería permite varias horas de uso.
Lo que la hace práctica no es tanto su potencia, sino su enfoque. Viene con una biblioteca enorme de juegos ya cargados, lo que evita complicaciones técnicas y permite centrarse en lo esencial: elegir un título y empezar a jugar. La mayoría son juegos conocidos que despiertan recuerdos de infancia o adolescencia, y que siguen siendo igual de entretenidos, aunque pasen los años.
Además, la posibilidad de ajustar algunos parámetros o añadir más títulos a la tarjeta permite personalizar la experiencia sin salir del entorno portátil. Todo esto, junto con su tamaño reducido y su resistencia, la convierte en un dispositivo útil para quienes viajan, para regalar a alguien que nunca soltó el mando o para tener en casa como forma de desconexión sencilla y directa.
El encanto de lo retro en la palma de la mano
Más allá del modelo en sí, lo que define a este tipo de consolas es su capacidad para condensar décadas de historia en un objeto que cabe en el bolsillo. Su valor no está en las especificaciones técnicas ni en el diseño rompedor, sino en lo que representa: una forma de juego que no necesita actualizaciones ni gráficos complejos para entretener.
La R36S es un ejemplo bastante claro de esto. No se presenta como una consola de última generación ni lo necesita. Está pensada para jugar a títulos que, aunque simples, siguen funcionando: plataformas que exigen reflejos, puzzles que te obligan a pensar rápido, y aventuras con historias mínimas pero eficaces. Es una consola para desconectar sin demasiadas expectativas, y quizás por eso conecta tan bien con su público.
Ahora que muchas plataformas requieren registro, conexión constante, actualizaciones y parches, volver a lo básico tiene algo liberador. La portabilidad y la sencillez de uso hacen que este tipo de consolas funcionen especialmente bien como regalos o caprichos asequibles. Y aunque su aspecto puede parecer un poco «juguete», lo cierto es que tiene bastante más fondo del que parece.
