La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es la tercera enfermedad neurodegenerativa más común en España, después del alzhéimer y el párkinson. En total, la padecen unas 4.000 personas en nuestro país, y cada día se diagnostican tres nuevos casos según explica el Hospital Universitario La Paz.
¿Qué es exactamente la ELA?
Como detalla la Clínica Mayo (Estados Unidos), la ELA es una enfermedad del sistema nervioso que afecta a las neuronas del cerebro y la médula espinal, resultando altamente incapacitante. Es un trastorno progresivo, lo que quiere decir que los síntomas empeoran con el tiempo.
Aún no se conoce su causa, aunque en un pequeño grupo de casos es hereditaria. Normalmente comienza con espasmos y debilidad en un brazo o una pierna, y eventualmente cursa con dificultad para tragar o para hablar. A partir de determinado mundo, afecta al control de los músculos para moverse, hablar, comer y respirar. En último término, acaba por resultar letal.
Es una patología sin cura, pero existen tratamientos que pueden ralentizar la progresión de la enfermedad y controlar los síntomas, especialmente si se comienzan en las primeras fases de la enfermedad. Por ello, es fundamental buscar atención médica si se presentan los primeros signos.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de la ELA varían mucho entre una persona y otra, y dependen entre otras cuestiones de las células nerviosas afectadas. Por lo general, suele comenzar con debilidad muscular que se extiende y empeora con el tiempo.
Algunas de las señales que deberíamos atender para detectar a tiempo la ELA incluyen:
- Dificultad para caminar o realizar las actividades diarias habituales.
- Tropezones y caídas.
- Debilidad en las piernas, los pies o los tobillos.
- Debilidad o torpeza en las manos.
- Dificultad para hablar o problemas para tragar.
- Debilidad asociada a calambres musculares y espasmos en brazos, hombros y lengua.
- Llanto, risa o bostezos incontrolables.
- Cambios del pensamiento o comportamiento.
Normalmente, la ELA comienza en las manos, los pies, los brazos o las piernas, y luego se extiende a otras partes del cuerpo. Los músculos se debilitan a medida que mueren más células nerviosas, lo que termina por afectar a la masticación, la deglución, el habla y la respiración.
La mayoría de las veces, no hay dolor en las etapas tempranas de la ELA, y es poco común en estadios más avanzados. Tampoco suele afectar al control de la vejiga ni a los sentidos, incluyendo el gusto, el olfato, el tacto o el oído.
En términos generales, deberíamos consultar al médico siempre que aparezca cualquiera de estos síntomas, si no existe una causa conocida y controlada para él.
Varios de estos síntomas, especialmente por sí solos, pueden venir provocados por otras afecciones. Sea como sea, cuando aparezcan deberíamos en todo caso consultar con un especialista.
Cuáles son los factores de riesgo
La ELA afecta a las células nerviosas que controlan los movimientos voluntarios de los músculos, llamadas neuronas motoras, haciendo que se deterioren progresivamente y mueran. Se desconoce por qué esto sucede, pero el caso es que cuando estas células están dañadas no pueden transmitir mensajes a los músculos, lo que impide su funcionamiento.
En alrededor de un 10% de las personas con ELA se puede identificar una causa genética. En el resto, las evidencias apuntan a una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales.
Si se sabe que existen algunos factores de riesgo importantes, que aumentan nuestras probabilidades de padecer la enfermedad. Estos incluyen la edad (hay más posibilidades pasados los 75 años), el sexo (antes de los 65 años, la ELA es algo más común en hombres que en mujeres; esta diferencia desaparece pasados los 70 años), los antecedentes familiares, el tabaquismo, la exposición a ciertas toxinas ambientales (como el plomo) o haber realizado el servicio militar.
¿Cómo se trata esta enfermedad?
La ELA no tiene cura. Por lo general, el tratamiento se centra en reducir los síntomas en lo posible y en reducir la progresión de la enfermedad, así como en aumentar la autonomía del paciente.
Para ello, suelen emplearse medicamentos (riluzol, edaravona) para frenar el avance de la enfermedad o para combatir síntomas concretos (calambres, espasmos musculares, estreñimiento, fatiga, exceso de saliva y flema, dolor, depresión, problemas de sueño, ataques incontrolados de risa o llanto, necesidad urgente de orinar…), y prescribirse terapias de apoyo (terapia de respiración, fisioterapia, terapia ocupacional, terapia del habla, apoyo nutricional, apoyo psicológico y social…).
Referencias
Hospital Universitario La Paz (2024). El Hospital Universitario La Paz atiende más de 300 pacientes al año de toda España en su Unidad Multidisciplinar de ELA. Consultado online en https://www.comunidad.madrid/hospital/lapaz/noticia/hospital-universitario-paz-atiende-300-pacientes-ano-toda-espana-su-unidad-multidisciplinar-ela el 20 de noviembre de 2024.
Clínica Mayo. Esclerosis lateral amiotrófica. Consultado online en https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/amyotrophic-lateral-sclerosis/symptoms-causes/syc-20354022 el 20 de noviembre de 2024.
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