Publicado: diciembre 13, 2025, 4:30 pm
Cuando hablamos de relojes deportivos de verdad, de esos que aguantan una ‘ultra trail’ en medio del barro sin pestañear, el nombre que se repite una y otra vez es Garmin. La marca americana ha construido un imperio alrededor de sus modelos Fenix, que se han convertido en el objeto de deseo de corredores, ciclistas y todo aquel que se tome en serio el seguimiento de su actividad física.
El problema es que esa excelencia tiene un precio prohibitivo para la mayoría de los mortales. Los Fenix 8 no bajan de los 700 euros, y muchos modelos se acercan peligrosamente a los mil. Para alguien que simplemente quiere un reloj robusto con buenas métricas y autonomía decente, pagar esa cantidad puede resultar inasumible o directamente injustificable.
Aquí es donde marcas como Amazfit han encontrado su hueco, ofreciendo alternativas que coquetean con las prestaciones de la gama alta pero con etiquetas de precio que no requieren pedir un crédito personal.
El Amazfit T-Rex 3 es el último exponente de esta filosofía de rebajar el precio y pese a ello ofrecer tecnología deportiva de calidad. Con un precio oficial que ya de por sí ronda los 280 euros, este reloj se ha vuelto todavía más apetecible gracias a los descuentos que están apareciendo. Aplicando el código ESGS20 en las promociones actuales, puedes hacerte con él por apenas 225 euros, una cifra ridícula en comparación incluso con un Garmin de gama media.
Es un ahorro considerable que te permite destinar ese dinero a otras cosas, como las zapatillas que vas a destrozar corriendo o ese viaje que llevas tiempo posponiendo.
Con pantalla AMOLED y hasta 170 modos deportivos
Lo primero que impacta del T-Rex 3 es su diseño brutal, heredero directo de esa estética militar que ya popularizaron versiones anteriores de la saga. Estamos ante un reloj que no teme ser lo que es: grande y robusto, no apto para todas las muñecas.
La caja de polímero reforzado con fibra, con su bisel metálico y esos botones prominentes, transmite sensación de solidez absoluta. Puede soportar temperaturas extremas, golpes, vibraciones y prácticamente cualquier barbaridad que se te ocurra hacerle.
La resistencia al agua alcanza los 10 ATM, permitiendo bucear con él sin problemas hasta 100 metros de profundidad.
La pantalla AMOLED es uno de esos elementos que marca la diferencia con modelos económicos de gamas inferiores. Ofrece colores vivos, un brillo que te permite leer los datos incluso bajo el sol directo del mediodía y una nitidez que facilita consultar las métricas de un vistazo mientras corres. Aquí Amazfit no ha recortado y te da una experiencia visual comparable a la de relojes mucho más caros.
Donde el T-Rex 3 realmente compite de tú a tú con los Garmin es en su catálogo de funciones deportivas. Incluye más de 170 modos deportivos diferentes, cubriendo desde lo obvio como running, ciclismo o natación, hasta actividades más específicas como escalada en roca, windsurf o esquí de travesía.
El GPS de doble banda con soporte para los cinco sistemas de navegación por satélite principales garantiza un seguimiento de rutas preciso incluso en entornos complicados como cañones profundos o bosques densos. Las métricas avanzadas incluyen VO2 máximo, carga de entrenamiento, tiempo de recuperación y análisis de la calidad del sueño con detección de fases REM. Son datos que hasta hace poco solo ofrecían los relojes premium y que aquí vienen de serie.
La autonomía es otro punto fuerte que comparte con los Garmin de alta gama. Amazfit promete hasta 27 días de uso típico con una sola carga, y aunque en la vida real con un uso intenso del GPS esa cifra baje considerablemente, sigue siendo ampliamente superior a cualquier smartwatch convencional. Puedes irte una semana de ruta sin llevarte el cargador, algo que los usuarios de Apple Watch solo pueden soñar. Incluso con el GPS activado de forma continua, aguanta alrededor de 50 horas.
Entonces, ¿dónde ha recortado Amazfit para ofrecer este precio tan competitivo? La respuesta está en los detalles menos visibles pero que los puristas notan. El ecosistema y el software no tienen la profundidad ni la madurez de Garmin Connect. La app de Zepp es funcional y ha mejorado mucho, pero carece de algunas analíticas avanzadas y la comunidad es más pequeña.
Los mapas offline existen, pero son más básicos y menos intuitivos que los de Garmin. Los materiales, aunque resistentes, no tienen ese toque premium en acabados que sí presentan los Fenix, con sus opciones de titanio y zafiro. El sensor óptico de frecuencia cardíaca funciona bien, pero en situaciones muy exigentes puede tener alguna lectura menos precisa que los sensores tope de gama.
