Publicado: diciembre 11, 2025, 3:01 am
En los próximos días, los ministros de Pesca de la UE decidirán las posibilidades de pesca para 2026 en el Mediterráneo. No es una discusión menor. Hablamos del mar más sobreexplotado del planeta, donde muchas poblaciones siguen sometidas a mortalidades pesqueras muy superiores a lo sostenible. En el Mediterráneo occidental, el 55% de las poblaciones demersales evaluadas están sobreexplotadas y la mortalidad por pesca es aproximadamente 1,6 veces superior a los niveles sostenibles.
En este contexto, el Plan Plurianual del Mediterráneo Occidental, aprobado en 2019, se ha convertido en una herramienta esencial para revertir décadas de sobrepesca. Las medidas aplicadas a los arrastreros – reducción de días de pesca, mejoras de selectividad y cierres espaciales – están dando resultados tangibles. La mortalidad pesquera desciende, las biomasas muestran señales de recuperación y los indicadores económicos empiezan a dar señales evidentes de mejora. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, los datos de 2025 muestran un aumento del 20% en las capturas y del 40% en los ingresos por día de pesca respecto a 2019.
Estos avances no son casualidad, sino fruto de un proceso exigente, respaldado por fondos públicos, como el cambio de mallas introducido el año pasado para mejorar la selectividad. Aunque algunas medidas pueden reducir capturas en el corto plazo, permiten capturar ejemplares de mayor tamaño y valor, reforzando la rentabilidad y la sostenibilidad futura.
Aun así, queda camino por recorrer. La Comisión Europea tiene la obligación legal de proponer medidas que permitan alcanzar los objetivos acordados por el Parlamento y los Estados miembros, incluido el de poner fin a la sobrepesca en 2025. Las reducciones de esfuerzo propuestas pueden parecer drásticas cuando se presentan en titulares, pero tienen letra pequeña, están justificadas desde el punto de vista científico y legal.
La Comisión Europea tiene la obligación legal de proponer medidas que permitan alcanzar los objetivos acordados por el Parlamento y los Estados miembros
Junto a estas reducciones existe una herramienta clave: el mecanismo de compensación, que permite a los barcos recuperar días de pesca si adoptan medidas técnicas voluntarias, como mejoras de selectividad o cierres adicionales. Este sistema ayuda a acercarse a los días totales de pesca de 2024, como ya pasó este año 2025, y a que la transición sea más gradual, siempre que se aplique con rigor y proporcionalidad.
El debate no es si el arrastre en el Mediterráneo debe cambiar, sino cómo hacerlo. El statu quo ya no es una opción. La capacidad de los arrastreros y los recursos disponibles están descompensados y es necesaria una reestructuración gradual que permita un sector más resiliente.
Las decisiones del Consejo deben consolidar los avances logrados, no ponerlos en riesgo. Somos plenamente conscientes de las dificultades sociales que implica esta transición, pero avanzar hacia una pesca sostenible no es sólo una obligación legal: es la única garantía de futuro para las comunidades pesqueras del Mediterráneo.
