Publicado: junio 22, 2025, 8:19 am
La decisión de Estados Unidos de atacar las instalaciones nucleares de Irán durante la noche del sábado al domingo ha sorprendido a todo el mundo. La Casa Blanca ha llevado la operación con total sigilo y con unas maniobras de distracción que han garantizado el factor sorpresa y el éxito de la intervención, tal y como ha anunciado Donald Trump.
En primer lugar, nadie esperaba que la intervención estadounidense, de producirse, fuera tan rápida. La clave está en que este mismo jueves, la portavoz de la Casa Blanca Karoline Leavitt dijo que el presidente de Estados Unidos iba a decidir si atacar o no Irán en un plazo de dos semanas. En realidad, Trump solo precisó de dos días, si es que no lo había decidido antes.
Que el Ejército de Estados Unidos iba a atacar Irán solo lo sabía Israel. Washington DC informó a Tel Aviv de la operación y de hecho, Donald Trump llamó personalmente a su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, para darle los pormenores de una operación que el propio presidente norteamericano ha calificado como «histórica».
Otro hecho clave en los preparativos de la operación militar estadounidense contra el régimen islamista de Teherán ha sido la maniobra de despiste llevada a cabo con los bombarderos B-2, los sofisticados aviones de la Fuerza Aérea de EEUU con capacidad de sortear radares. Este mismo sábado, apenas unas horas antes del ataque sobre Irán, The New York Times informaba sobre una movilización de B-2 justo en dirección contraria.
Los aviones habían partido desde la base aérea de Whiteman, en Missouri, en dirección a una base en la isla de Guam, en el Pacífico, lo que en un principio hizo pensar que era una acción sin relación con la decisión sobre Trump en Irán. De hecho, los bombarderos fueron acompañados de aviones cisterna para su reabastecimiento en vuelo.
Pero en realidad, mientras el mundo miraba a los B-2 que viajaban al oeste, de Whiteman salían otros en dirección al este, a Oriente, tal y como reveló la cadena Fox.
La operación de los B-2 en Irán, centrada en la base nuclear de Fordo, ha estado apoyada por aviones de abastecimiento, grupos de ataque con portaviones y destructores con tecnología de radar avanzada y los submarinos de propulsión nuclear. Desde estos últimos, de la clase Ohio, se lanzaron 30 misiles Tomahawk contra las bases de Natanz e Isfahán.
Además, la elección de la noche del sábado al domingo para golpear al régimen islamista tampoco fue casual, ya que se produjo un día de luna menguante y con escasa luz lunar en la noche de Irán, lo que de por sí hizo menos detectables aún a los bombarderos B-2.
Sin pasar por el Congreso
La operación de Trump ha sido tan poco anunciada que ha despertado críticas en Estados Unidos. Miembros del Partido Demócrata de Estados Unidos han denunciado que el ataque de esta madrugada representa una violación de la Constitución, puesto que se trata de una acción militar contra otro país sin permiso explícito del Congreso.
Desde el año 1973, tras varias décadas de intervención estadounidense en Vietnam y otras partes de Asia, los legisladores aprobaron la Resolución de Poderes de Guerra para reafirmar su autoridad sobre la acción militar. Sin embargo, su eficacia siempre ha estado bajo disputa, dado que si el presidente decide emprender por su cuenta y riesgo una acción militar, una hipotética resolución en contra del Congreso acabaría sujeta a un veto presidencial, que sólo puede ser anulado por una mayoría de dos tercios de los votos en la Cámara de Representantes y el Senado.
El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ha exigido a Trump a que dé explicaciones de manera inmediata ante la Cámara: «Ningún presidente debería poder llevar a esta nación, de manera unilateral, a algo tan trascendental como una guerra con amenazas erráticas y sin estrategia».
«El republicano Trump debe rendir cuentas ante el Congreso y el pueblo estadounidense. El peligro de una guerra más amplia, prolongada y devastadora ha aumentado drásticamente», afirmó Schumer.