Publicado: diciembre 7, 2025, 5:30 am
Hace no mucho tiempo los inversores particulares guardaban cola en la puerta del Banco de España (BdE) para comprar Letras del Tesoro. La rápida subida de los tipos de interés convirtió este producto en uno de los más atractivos del mercado en ese momento, tras años de tasas ‘ultrabajas’ y los ahorradores se lanzaron a invertir su dinero en deuda a corto plazo. La fiebre inversora, que arrancó a finales de 2022, se mantuvo durante varios trimestres, alcanzando su pico en el verano de 2024, cuando los hogares llegaron a atesorar más de 27.000 millones.
Desde entonces, la tendencia ha sido a la baja, llegando en septiembre a situarse por debajo de la barrera de los 20.000 millones, con una caída interanual que roza el 37%. Con ello, dejan de ser el mayor inversor de este producto, en el que llegaron a canalizar casi un 37% de las emisiones. Al término del tercer trimestre, la proporción se ha reducido al 25%. El particular encontró en ellos el sustituto perfecto para los depósitos, cuya remuneración era mínima cuando las tasas de referencia del dinero tocaron el máximo del 4,5%.
Llegado a este punto, la pregunta es hacia dónde se dirige este ahorro, ahora que el precio del dinero en la eurozona se ha estabilizado sobre el 2%. Según el BdE, una parte de esos fondos se está canalizando hacia deuda a más largo plazo, es decir, en Bonos, aunque el comportamiento es incipiente. Los últimos datos correspondientes a septiembre, arrojan que los españoles atesoran Bonos del Estado por valor de 3.232 millones, que si bien es reducida en comparación con las Letras, ha experimentado un avance del 13% en los últimos doce meses.
Víctor Alvargonzález, fundador y CEO de la empresa de asesoramiento independiente, Nextep Finance, explica a La Información Económica que esto responde a la búsqueda de una mayor rentabilidad, si bien todavía hay inversores que siguen encontrando un interés «razonable» en el corto plazo, que oscila ligeramente por debajo del 2%, tal y como reflejan las últimas subastas. Hay que tener en cuenta que hace casi tres años el Estado llegó a pagar unos intereses que rozaron el 4%. Este viernes, la rentabilidad del bono español a diez años ha cerrado sobre el 3,2%.
Este comportamiento se refleja en la dinámica experimentada por los fondos de inversión, siendo las categorías de renta fija las que mayores entradas de dinero contabilizan. El avance provisional publicado por Inverco, la patronal del sector, recoge que la renta fija fue la que mayor volumen de suscripciones netas registró en septiembre, con especial intensidad en aquellas con mayor exposición a largo plazo, factor que ha venido acompañado de una mayor remuneración. Un caldo de cultivo propicio para que se produzcan incrementos en las entradas de dinero por encima del 20%. De hecho, el dato provisional de noviembre recoge el desembarco de casi 30.000 millones en ahorro en el conjunto de 2025.
Le acompaña la renta fija mixta, con 3.200 millones hasta septiembre, más de 5.000 si se toma como referencia el mes pasado; así como los monetarios -deuda a corto plazo- que se mantienen como el destino por excelencia del ahorro ultraconservador. De los 1.000 millones en suscripciones netas acumuladas al cierre de septiembre, llegan al último mes del ejercicio por encima de los 1.500 millones, figurando como la tipología que más crece en noviembre.
La banca también ha encontrado en los bonos y obligaciones un refugio seguro y atesoran más de 198.817 millones, el 15% del total en circulación. Se trata de una cantidad récord a tenor de la serie histórica, que arranca en 2016. En comparación con septiembre de 2024, las entidades han engordado su cartera en 20.000 millones, a contracorriente de lo sucedido con las Letras. En este caso, el monto cae por debajo de los 8.500 millones y marca mínimos anuales.
La estrategia de financiación del Tesoro Público para este 2025 contempla la emisión neta de 55.000 millones, frente a los 60.000 millones estipulados inicialmente, y mantiene el programa sin variaciones con respecto a 2024. El Estado revisó a la baja hace unos meses sus necesidades de financiación para el conjunto del año ante el mayor crecimiento económico, especialmente, por el dinamismo del mercado laboral, que marca récord de afiliados a la Seguridad Social con 21,8 millones de trabajadores.
