Publicado: junio 7, 2025, 9:08 am
España no pierde ni un ápice de su atractivo para los foráneos, pero no solo para hacer turismo: cada vez son más los que deciden instalarse en nuestras fronteras para vivir permanentemente, sobre todo tras la pandemia y con el auge del teletrabajo.
La prensa británica suele citar numerosos ejemplos de familias que lo dejaron todo en Gran Bretaña para iniciar una nueva vida en España. Este sábado, el diario The Sun recoge el caso de los Diegz, una pareja con un niño que se instalaron en Canarias y no pueden alegrarse más de su paso.
Ruben Diegz, de 40 años, declaró a The Sun que él, su pareja Lisa Perri, de 36 años, y su hijo «no podrÃan estar más felices o más contentos» con su nueva vida. «Fue una decisión rápida, que cambió mi vida, pero sabÃa que era lo correcto para mà y para nuestra familia», afirma.
Hace cuatro años, tras la pandemia, decidieron instalarse en Maspalomas, donde pagan La familia paga 830 euros al mes por su apartamento de cuatro habitaciones, jardÃn y terraza. Alquilar su casa en Canarias cuesta un tercio de lo que cuesta una habitación en Londres, que cuesta alrededor de 2.400 euros al mes, y 2.800 euros al mes menos que el coste de una propiedad de tamaño similar en la localidad de Woking, a 45 km al suroeste de Londres, donde la pareja vivÃa anteriormente.
Lisa es empleada de una aerolÃnea, y Ruben dirige una empresa de comercio electrónico online. «SabÃa que si querÃamos construir un futuro, Gran Canaria era el lugar para hacerlo. QuerÃa poder llevar a nuestro hijo al parque sin ver pandillas de jóvenes y poder comprar comida fuera sin tener que pedir un préstamo. Ambos nos dimos cuenta de que tenÃamos que hacer un cambio radical: dejar atrás Woking y Gran Bretaña y disfrutar de la vida sin estrés que ofrece Gran Canaria», dice Ruben.
En 2021 decidieron hacer las maletas: «Todos pensaban que estábamos locos. Mucha gente no entendÃa qué nos motivaba ni cómo planeábamos hacerlo. Pensaron que la idea era una locura, pero fue la decisión más fácil que hemos tomado jamás», explica Ruben.
«Nuestra terraza es más grande que el jardÃn de una casa adosada británica normal; puedes hacer barbacoas en ella y disfrutar de tardes relajadas en verano», prosigue.
El estilo de vida también los ha conquistado: «La vida aquà se volvió más fácil al instante. Nuestros vecinos nos recibieron con los brazos abiertos y, después de dos semanas, sentà como si hubiera vivido aquà toda mi vida. Todos los vecinos te saludan cuando caminas por la calle. Todos se conocen y aquà se percibe una amabilidad que no se encuentra en Londres», añaden.
Los gastos mensuales también son significativamente más bajos que en el Reino Unido. La electricidad, que incluye calefacción, aire acondicionado y agua, les cuesta poco más de 70 euros al mes. La pareja paga 33 euros al mes por Internet, con una lÃnea telefónica fija y dos teléfonos móviles incluidos en el paquete. «El WiFi aquà es rapidÃsimo. Es una de las razones por las que Gran Canaria es tan popular entre los nómadas digitales», dice Ruben Diegz.
También se pueden permitir otros 28 euros por el gimnasio, y aunque el coche que han comprado les salió más caro que en el Reino Unido, la gasolina es más barata.
Asimismo, hacen más vida social: Ruben dice que salen a comer a restaurantes locales al menos tres veces por semana, y una comida de tres platos para dos personas cuesta menos de 47 euros. Gastan algo más de 100 euros a la semana en la compra. «Cuando vives aquÃ, te das cuenta de lo caro que es comprar comida en Gran Bretaña. Empiezas a preguntarte por qué la comida en casa es tan cara», dicen.
Lisa dice que el alto nivel educativo también es un gran atractivo para los expatriados británicos: «Nuestro hijo asiste a la escuela internacional local y cuesta menos de 600 euros al mes. Es la mitad del precio de la guarderÃa en Gran Bretaña».
«Elegimos una guarderÃa que forma parte de la escuela a la que asistirá durante la primaria», dice la mujer, que añade que las comidas que se ofrecen a los niños en la escuela «son gourmet» en comparación con las de las escuelas británicas: «Si pudiera, comerÃa aquà todos los dÃas», dice.
«Nuestro hijo ya es bilingüe. Ir a la playa a nadar un rato al atardecer con él o invitar a sus amigos es mucho más fácil aquÃ. La gente del lugar es muy familiar«, concluye la mujer.