Publicado: agosto 31, 2025, 2:37 pm
Los tiranos no suelen brillar por autocrítica. Pol Pot, Rafael Trujillo o Benito Mussolini solo concebían un lugar para la discrepancia: bajo tierra. Difícilmente Vladímir Putin estuviera hoy domingo en la proyección de El mago del Kremlin, de Olivier Assayas, en el concurso del festival de Venecia. Su pasado como espía invita a no descartar del todo un camuflaje, aunque el líder ruso tiene asuntos más importantes que atender. O ignorar, como la presión internacional por terminar su invasión de Ucrania. En cualquier caso, lo que se vio en la pantalla le habría indignado. O quizás no. Porque le interpreta Jude Law. Porque el filme pretende relatar el derrumbe de la Unión Soviética y el ascenso del nuevo zar. Y porque, según la película, las pasiones extremas no son lo suyo. Más bien toma nota, calcula, y solo entonces ejecuta. Un presidente gélido, para una película de hielo. Ambiciosa, fría, dura. Y por eso estimulante, aunque también fatigosa. Como las sombras del poder que narra.