Publicado: junio 23, 2025, 5:30 pm
Estados Unidos ha desplegado este fin de semana siete bombarderos furtivos B-2 Spirit sobre tres enclaves nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. Las aeronaves llevaban a bordo GBU-57 MOP (Massive Ordnance Penetrator), bombas antibúnker de más de 13.600 kilos que, sin ser nucleares, están diseñadas para destruir objetivos militares profundamente enterrados y protegidos.
Para que toda esa operativa haya sido posible, ha hecho falta un elemento de la Fuerza Aérea de EE. UU. que lleva siendo una pieza fundamental en sus misiones más de 60 años: el KC-135 Stratotanker, un avión cisterna desarrollado por Boeing.
Si su papel es clave es porque permite a cazas, bombarderos y aviones de reconocimiento sostener vuelos prolongados sin necesidad de aterrizar.
A pesar de su edad, este modelo continúa en servicio activo gracias a una serie de modernizaciones que le han permitido adaptarse a las exigencias del siglo XXI. Ahora, en plena escalada de tensión regional, Estados Unidos ha vuelto a demostrar su poderÃo con el despliegue de al menos 30 unidades en Oriente Medio, según señalan en la BBC y Reuters. Los datos de estos medios internacionales se extraen de los movimientos recogidos en los portales AirNav Systems y Flightradar24.
El avión que da alas al poder aéreo
El primer KC-135 voló en 1956 y entró en servicio un año después. Desde entonces, ha sido el principal avión de reabastecimiento en vuelo de la Fuerza Aérea estadounidense. Sin él, cazas, bombarderos o incluso aviones aliados no podrÃan realizar misiones prolongadas lejos de sus bases.
Aunque no lleva armamento ni protagoniza escenas de acción, el KC-135 Stratotanker, su papel es tan crÃtico que se le considera un ‘multiplicador de fuerza’. Y no es una exageración: repostar en pleno vuelo permite mantener cazas en el aire durante horas, extender operaciones a continentes enteros y mantener bases móviles sin necesidad de aterrizar.
Este avión cisterna está equipado con cuatro motores de alto empuje que le permiten alcanzar velocidades de crucero cercanas a los 850 kilómetros por hora y operar a alturas que rozan los 15.250 metros, donde apenas vuelan los aviones comerciales.
Su peso máximo al despegue es de 146.000 kilos y puede transportar más de 90.000 kilos de combustible destinados a ser transferidos a otros aviones durante el vuelo. Además, el KC-135 también puede configurarse para llevar hasta 37 personas o cerca de 38 toneladas de carga útil en su bodega superior.
En cuanto al tamaño, se trata de una aeronave de 41,5 metros de longitud y una envergadura de casi 40 metros, capaz de cubrir más de 2.400 kilómetros. Si vuela sin carga externa, su alcance se dispara hasta los 17.700 kilómetros, lo que le permite que cazas y bombarderos crucen continentes sin tocar tierra.
La clave de su éxito: los ‘boom operators’
Ver un avión repostando en el aire parece casi ciencia ficción, aunque para los pilotos del KC-135 Stratotanker y los cazas que vuelan tras él es como otro dÃa en la oficina. Pero la realidad es que es una maniobra tan rutinaria como peligrosa. Todo comienza mucho antes de que los aviones se encuentren en el cielo. Ambos equipos coordinan el lugar, la altitud y la velocidad exactas del encuentro.
El avión cisterna vuela en lÃnea recta, estable y a velocidad constante. Minutos después, el caza que necesita combustible aparece en el horizonte y se acerca con cuidado milimétrico. Debe colocarse justo detrás del KC-135, tan cerca que, desde la cabina trasera del cisterna, el operador del sistema de repostaje —tumbado boca abajo sobre una ventana— puede ver cada detalle del morro del avión receptor. Son los llamados ‘boom operators’.
En ese momento, el operador acciona el brazo telescópico del KC-135, conocido como flying boom —de ahà el nombre de quienes lo manejan— y comienza a guiarlo manualmente hasta una compuerta del caza. No hay sensores automáticos: todo depende del pulso, la precisión y la experiencia del ser humano que dirige esa especie de aguijón volador.
Cuando el brazo se acopla con éxito, comienza la transferencia de combustible. La manguera se convierte en un cordón umbilical que mantiene con vida al caza, permitiéndole seguir volando durante horas sin tener que tocar tierra. Todo sucede a más de 800 km/h y a miles de metros de altura, en pleno vuelo.
Una vez lleno el depósito, el brazo se retrae, el caza se separa con suavidad y el KC-135 se prepara para atender al siguiente avión. AsÃ, uno tras otro, los bombarderos, cazas o aviones de vigilancia van recibiendo el combustible que les permite cruzar océanos, mantener patrullas prolongadas o ejecutar misiones sin depender de ninguna pista de aterrizaje.
«Manejar la pértiga requiere pulso firme, amplia formación y nervios de acero para lograr un contacto seguro».
Un avión en continua evolución
Aunque los primeros modelos salieron de fábrica en los años 50, la mayorÃa de los KC-135 en activo han sido modernizados varias veces. El cambio más importante fue el reemplazo de sus antiguos motores. Esta actualización no solo redujo el consumo y el ruido, sino que aumentó la cantidad de combustible que puede transferirse en vuelo.
Además, las últimas modernizaciones han incluido sistemas digitales de navegación, piloto automático y aviónica avanzada, las cuales han permitido alargar la vida operativa del KC‑135 hasta, al menos, la década de 2040.
El KC-135 ha estado presente en todas las grandes operaciones militares de Estados Unidos e incluso ha sido utilizado por sus aliados.