Publicado: noviembre 11, 2025, 10:02 am
El Gobierno Frankenstein que permitió la investidura de Pedro Sánchez y su nombramiento como Presidente del Gobierno por Real Decreto 828/2023, de 16 de noviembre, (BOE de 17 de de noviembre) por mayoría absoluta en primera votación (legitimidad de origen), parece encaminarse a su final ante la falta de apoyos parlamentarios necesarios para poder gobernar al retirarle los siete miembros de Junts su confianza (legitimidad de ejercicio).
El Manual de resistencia de Sánchez le impide, sin embargo, tirar tan rápidamente la toalla y ha dicho desde su periplo americano, en Brasil, que gobernará con o sin presupuestos hasta 2027. Un Gobierno sin presupuestos durante tres años hubiese saltado por los aires en cualquier país europeo.
Fíjense en Francia donde Macron lleva “quemados” desde 2024 cuatro primeros ministros, a consecuencia de no aprobar los presupuestos junto con otras causas. Igual sucede en Bélgica (aunque no sea un modelo a seguir) y también en Holanda con elecciones celebradas el pasado domingo 2 de noviembre y el resto de países. Pues cuando no hay mayoría que lo sustente, el Gobierno cae. Es la regla de un sistema parlamentario de gobierno. Es cierto que como señalaba hace unas semanas, la moción de censura podría hacerle caer. Pero no sirve, al menos hasta ahora, para articular otra mayoría
¿Por que Sánchez no reconoce su falta de mayoría parlamentaria y convoca elecciones? Varias son las razones.
La primera su apego al poder es manifiesto. Le tendrán que echar porque él no se va. Segundo por la difícil situación judicial a la que se enfrenta su entorno familiar. Seguramente entiende que desde una situación de poder puede maniobrar mejor que si dimitiese. Finalmente considera que la crítica a los partidos de la oposición (PP y VOX), puede desestabilizarlos, máxime si tras la dimisión de Mazón en Valencia, la situación parece beneficiarle.
Desde un punto de vista institucional, Sánchez no se va o no convoca elecciones porque se considera el líder cesarista del País, pues en una Monarquia parlamentaria como la nuestra la figura del Rey como se empeña en hacer ver el presidente del Gobierno, es de facto protocolaria y políticamente dependiente del gobierno.
Por ello ningunea en actos protocolarios al Rey o le envía a las tomas de posesión de presidentes incómodos en Iberoamerica o a visitas de su interés, como la que han iniciado los Reyes en China estos días.
El Rey ejerce muy neutralmente su poder simbólico y representativo, pero quizás el denostado Rey emérito Juan Carlos I le hubiese puesto a Sánchez en su sitio como a Chávez en la cumbre iberoamericana con Zapatero de presidente. Eran otros tiempos!.
Por todo ello, Sánchez se siente como un Presidente republicano en una Monarquía sin potestas y considera que su legitimación no proviene del Parlamento que le eligió sino del cesarismo que impregna su figura. ¡Craso error!
Por tal razón pretende resistir gobernando sin el Parlamento, sin presupuestos, con algunos decretos leyes que la oposición del PP se vera obligado votar o abstenerse (subida de pensiones, funcionarios etc) y demostrar que hubo un antes y un después en la presidencia de la democracia española cuando Sánchez llegó al poder.
Esta interpretación de nuestro régimen constitucional vigente no es una caricatura, sino una realidad. Ningún Presidente con poderes ejecutivos, verbi gratia, Macron en Francia, Trump en EEUU, puede permitirse gobernar al margen de las Cámaras. Es cierto que el propio sistema de separación de poderes americano (checks and balances) se encuentra muy debilitado en nuestros días por un Presidente populista que se pone la constitución de 1787 por montera, y que actúa, en ocasiones, fuera de la Carta magna y de la Ley.
Aun así no puede gobernar sin aprobar los presupuestos. El sistema existente en la Administración Federal sin prórroga presupuestaria automática como en nuestro sistema, tiene colapsados los servicios federales como el relativo a los controladores aéreos y que corre el riesgo de condicionar el transporte de las familias americanas en vísperas del día de Acción de gracias (Thanksgiving Day)
Sánchez si sigue por el camino emprendido desentendiéndose de la legitimación constitucional del Parlamento que lo eligió corre el riesgo de deslegitimarse y convertirse en un presidente de Gobierno fuera de la Constitución, que solo el tiempo podrá determinar, si de dicha extravagancia corresponde atribuirle comportamientos más graves que afectan a su responsabilidad.
En una situación así, solo la desafección popular como ha ocurrido con Mazón en Valencia puede hacerle dimitir o convocar elecciones. Pero el poder atrapa y condiciona como decía en frase gráfica su correligionario republicano Indalecio Prieto.
