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El Brexit, la disciplina fiscal y la inmigración abren en canal al laborismo y desata críticas a Starmer

Publicado: septiembre 29, 2025, 3:02 pm

El congreso del Partido Laborista que se está celebrando esta semana en Liverpool, el segundo desde que Keir Starmer llegara a Downing Street tras la victoria electoral del verano de 2024, se ha visto atravesado por un debate interno que ha desbordado la agenda oficial. Andy Burnham , alcalde del Gran Manchester y figura con amplio respaldo entre las bases, ha lanzado críticas directas a la política económica del Ejecutivo y al estilo de dirección del primer ministro, situándose así en el centro de las discusiones sobre el rumbo del laborismo en el poder. Las discrepancias no son nuevas, pero en Liverpool adquirieron este lunes un tono mucho más visible. Burnham lleva meses cuestionando las decisiones sociales y fiscales de Starmer, como la continuidad del límite a las ayudas por hijo, los recortes en programas de bienestar o la insuficiencia de las ayudas para calefacción en invierno. Y también ha acusado al Gobierno de estar «demasiado endeudado con los mercados de bonos». «Siento que se está dirigiendo el partido de una manera demasiado limitada, un poco facciosa» , dijo hoy en Liverpool, antes de añadir que bajo Tony Blair y Gordon Brown «había una sensación de que las voces de todas las partes del partido eran importantes» y «creo que era una buena manera de hacer las cosas», dijo. En el centro del debate está la disciplina fiscal. Burnham defendió que el Reino Unido necesita «unas reglas fiscales fuertes, sí, pero no exactamente en su forma actual». A su juicio, hay ocasiones en que «puede ser prudente invertir para reducir el gasto». Rechazó además las comparaciones con la conservadora Liz Truss , que en 2022 precipitó una crisis financiera con un plan de gasto sin cobertura suficiente. «Rechazo por completo esta idea de que soy inútil y de que no sé cómo cuadrar las cuentas. Lo hago todos los días en Manchester. Nadie dice que en Manchester se gestione de manera irresponsable», replicó. La respuesta vino desde el estrado principal del congreso. Rachel Reeves, ministra de Economía, advirtió que relajar las reglas fiscales sería un error de gran magnitud : «Todavía hay quienes difunden la idea de que podríamos simplemente abandonar la responsabilidad económica y librarnos de cualquier restricción en el gasto. Están equivocados, y de manera peligrosa», afirmó. Sin nombrarlo, sus palabras fueron interpretadas como un reproche directo a Burnham. Starmer, por su parte, había sugerido días antes que el enfoque del alcalde se parecía demasiado al de Truss, un paralelismo que tensó aún más la relación. Más allá de la economía, el Brexit irrumpió como otro campo de fricción. Starmer ha insistido en que no prevé una reincorporación del Reino Unido a la Unión Europea durante su vida, una línea compartida por Reeves, que ha llegado a afirmar que no ve factible el regreso en los próximos cincuenta años. Burnham, en cambio, se mostró mucho más explícito y personal: «Voy a ser honesto. Quiero que volvamos a unirnos. Espero, en vida, ver a este país reingresar en la Unión Europea », manifestó. Además, reclamó que el partido se atreva a señalar con claridad las consecuencias de la salida: «¿No deberíamos empezar a denunciar más directamente el desastre que ha sido el Brexit? El crecimiento ya no está ahí como lo estaba antes, y eso hace que todo sea más difícil en este país». Ese contraste de opiniones no solo refleja diferencias estratégicas, sino también la pugna por el relato laborista en el Gobierno. Mientras Starmer y Reeves se esfuerzan por proyectar estabilidad y credibilidad ante los mercados y la clase media, Burnham busca conectar con las bases descontentas con la ortodoxia fiscal y con quienes reclaman un discurso más firme sobre el coste real del Brexit para el país. Las discrepancias se han extendido a otros terrenos. Burnham rechazó apoyar la introducción de un carné digital de identidad, una medida presentada por el Ejecutivo la semana para combatir la inmigración irregular . «Ahora no», respondió cuando fue interrogado sobre si respaldaba la propuesta. También evitó calificar de «racistas» las políticas de deportación masiva planteadas por Nigel Farage, de Reform UK , como había hecho Starmer. «No haría esa declaración sobre las personas, así, a la ligera. Veo políticas discriminatorias y extremas, y me preocupa mucho que estén entrando en la corriente principal británica, pero no voy a calificar a individuos de esa forma», argumentó. Su actitud no ha pasado desapercibida entre la militancia. Una encuesta de Survation para ITV y LabourList señala que el 43% de los miembros preferirían a Burnham como sucesor de Starmer si este no liderara el partido en las próximas elecciones. Muy por detrás se sitúa la siguiente opción, Wes Streeting, ministro de Sanidad, con un 9%. Pese a esa popularidad interna, Burnham ha negado estar preparando una candidatura. «No puedo lanzar una campaña de liderazgo. No estoy en el Parlamento. Esa es la realidad», subrayó en Liverpool. Y sobre las informaciones de que habría animado a algunos diputados con el fin de entrar a Westminster, respondió que «he tenido muchas conversaciones, pero no voy a contar cada conversación que mantengo con cada diputado. Y no voy a decir que estoy desesperado por volver a Londres. Tendrían que arrancarme de Manchester». El alcalde también defendió su lealtad a la organización frente a quienes lo acusan de oportunismo. «Hice todo lo que estaba en mi mano para que este congreso fuera un éxito. Me resulta difícil aceptar que alguien que ha dedicado toda una vida al Partido Laborista sea acusado de deslealtad por gente que acaba de llegar». El congreso de Liverpool, que debía ser un escaparate de unidad y solvencia para un Gobierno que apenas lleva quince meses en el poder, se ha convertido así en una plataforma para exponer tensiones estratégicas. Mientras Starmer y Reeves se aferran a la disciplina fiscal como garantía de estabilidad, Burnham reclama flexibilidad, inversión y un reconocimiento más directo de las consecuencias del Brexit.

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