Publicado: febrero 18, 2025, 2:32 pm
Agarrada con fuerza a Kfir, de nueve meses, y a su otro hijo, Ariel, de cuatro años, Shiri Bibas no puede contener el llanto y la cara de terror mientras miembros del grupo islamista Hamás se los llevan de su hogar en el kibutz Nir Oz, muy cerca de la frontera con la Franja de Gaza, el pasado 7 de octubre de 2023, cuando dio comienzo la guerra entre Israel y Hamás. Con los niños tapados con una manta y gritos de las personas que la empujan sutilmente hacia su futuro paradero, Shiri mira hacia todos los lados sin entender muy bien lo que está pasando. Sería la última vez que vería a su marido, su pueblo y también a sus vecinos.
Mientras la mujer y sus hijos vivían el horror que conlleva la guerra en primera persona, otros miembros del movimiento secuestraban a su marido, Yarden, que fue liberado el pasado el pasado 1 de febrero sin haber tenido contacto con su mujer y sus hijos en ningún momento. Ni siquiera sabía que habían sido secuestrados hasta días después de su liberación. Tras pedir a Benjamin Netanyahu que hiciera algo por liberarles, este martes Hamás anunciaba el pero de los resultados posibles: el sábado se entregarán los cuerpos de cuatro fallecidos a Israel, entre ellos los de los pequeños y su madre.
Las incógnitas sobre lo que había pasado con los Bibas han sido constantes desde que dio comienzo el conflicto y precisamente ese misterio llevó a los familiares de rehenes israelíes a convertir a la familia en todo un símbolo de lo que significa la guerra. Con la foto del pequeño Kfir (el rehén con menos edad) como principal estandarte en cada una de las protestas y manifestaciones por la liberación de los rehenes, la familia aún esperaba con esperanza volver a ver a los niños, que ya contaban con cinco y dos años.
«Hemos estado viviendo con miedo y ansiedad por su destino cada minuto de cada día», señalaban a finales de enero, según comenzaba el alto el fuego, en un comunicado. «Hasta que no haya certezas, este no es el final para nosotros. Esa ha sido nuestra actitud hasta ahora y seguirá siendo así. Seguimos teniendo esperanza», agregaban para acallar los rumores de que la familia había muerto.
Niz Or, el más castigado
En noviembre de 2023, el grupo islamista llegó a decir que los cuatro habían muerto como consecuencia de un ataque aéreo israelí en Jan Yunis. En febrero de 2024, un vídeo grabado varios días después del secuestro mostraba a Shiri y los niños vivos. Pero nada más se conocía de su paradero.
«Primer ministro Netanyahu, ahora me dirijo a usted con mis propias palabras, que nadie me ha dictado: Traiga a mi familia de vuelta. Traiga a mis amigos de vuelta. Traiga a todos a casa», suplicaba Yarden Bibas directamente al primer ministro Netanyahu después de salir de Gaza y tras conocer que su familia seguía en manos del grupo islamista. «Lamentablemente, mi familia aún no ha regresado hasta mí. Todavía están allí. Mi luz todavía está allí y mientras ellos estén allí, todo aquí será oscuro. Gracias a vosotros regresé pero ayúdenme a devolver la luz a mi vida», señalaba el desesperado padre.
El kibutz Niz Or, a 1,6 kilómetros de la Franja de Gaza, fue una de las poblaciones más castigadas durante el ataque del 7-O. En la misma residían una mayoría de familias argentinas, como es el caso de Shiri Bibas. En total, había unos 400 habitantes y, según el Ejército de Israel, más de un 28% de la población fue asesinada o secuestrada.