Publicado: diciembre 22, 2025, 5:30 am
Cuando un hogar recibe una herencia, su comportamiento de consumo cambia, aunque no sea de manera automática ni se den de la misma manera para todas las familias. Las herencias constituyen una transferencia de riqueza entre generaciones y, a diferencia del salario o de otros ingresos periódicos, llegan normalmente de manera puntual e inesperada.
En este contexto, las herencias puede modificar las decisiones económicas de los hogares tanto a corto como a largo plazo, dependiendo de qué tan grande es y del contexto financiero previo de quienes las reciben. En términos generales, heredar amplía las posibilidades económicas de una familia. Es de obviar que al aumentar su riqueza disponible, el hogar puede destinar recursos a fines que antes resultaban imposibles de alcanzar.
¿Cómo afecta una herencia al consumo?
Entre las decisiones que se ven favorecidas por una herencia se encuentran las compras de bienes duraderos, como la renovación de la vivienda, la adquisición de un vehículo o la compra de electrodomésticos. Sin embargo, también puede servir para cubrir gastos cotidianos, saldar deudas acumuladas o reforzar el ahorro. La dirección concreta del gasto depende de cómo perciba la familia ese nuevo recurso.
La teoría económica ha intentado explicar estos comportamientos a través de distintas hipótesis. Expertos de la Universidad de Zaragoza describen dos: la hipótesis del ciclo de vida sostiene que las personas distribuyen su consumo a lo largo del tiempo en función de los ingresos esperados durante toda su vida. Desde esta perspectiva, una herencia puede interpretarse como un aumento del ingreso total esperado, lo que permite ajustar el consumo presente y futuro.
Por su parte, la hipótesis del ingreso permanente plantea que los hogares basan sus decisiones en un ingreso promedio de largo plazo, de modo que los cambios transitorios apenas afectan al consumo, mientras que los cambios duraderos sí lo hacen. Las herencias se sitúan en un punto intermedio entre las dos visiones. Aunque son ingresos puntuales, su carácter de aumento de riqueza suele percibirse como ‘relativamente permanente’.
Por eso, las herencias grandes tienden a generar cambios inmediatos en el consumo, especialmente en bienes duraderos. Estas compras no solo satisfacen necesidades materiales, sino que también pueden mejorar la calidad de vida y la seguridad económica del hogar. No obstante, el impacto de una herencia no es homogéneo.
El tamaño y el contexto de la herencia importa
Las investigaciones muestran que las herencias pequeñas apenas alteran los patrones de consumo, ya que suelen destinarse a gastos corriente. En cambio, las herencias de mayor tamaño permiten decisiones más transformadoras, como inversiones en el hogar o en bienes de alto valor. Es decir, existe un umbral a partir del cual la herencia deja de ser un alivio financiero y se convierte en un factor de cambio en la economía familiar.
La situación financiera previa del hogar es otro elemento clave. Las familias con dificultades económicas, limitaciones de liquidez o problemas de acceso al crédito reaccionan de forma más intensa al recibir una herencia. Para ellas, estos recursos pueden desbloquear decisiones largamente postergadas, como reparaciones necesarias en la vivienda o la sustitución de bienes duraderos obsoletos.
