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¿Alergia a la leche de vaca o intolerancia a la lactosa? Claves para entender sus diferencias

Publicado: mayo 9, 2025, 8:56 am

Muchos padres y madres consultan preocupados cuando observan que su hijo presenta molestias tras tomar leche: desde llanto e irritabilidad hasta dolor abdominal o diarrea. Ante estos síntomas, una duda frecuente es si el niño puede tener alergia a la leche de vaca o intolerancia a la lactosa. Aunque a menudo se confunden, son dos situaciones diferentes y es importante aprender a diferenciarlas para poder abordarlas correctamente. El Dr. Jesús González Pérez, pediatra del Hospital Quirónsalud Zaragoza , explica en el espacio web « Escuela de Familias » las diferencias entre ambas condiciones, destacando la importancia de reconocer sus síntomas y acudir al pediatra para un diagnóstico adecuado. En el caso de la alergia a la leche de vaca , el problema no es el azúcar de la leche, sino sus proteínas . El sistema inmunitario del niño reacciona frente a estas proteínas como si fueran una amenaza, provocando una respuesta alérgica. Esta alergia es especialmente frecuente durante el primer año de vida, sobre todo cuando se introduce una fórmula artificial basada en leche de vaca tras la lactancia materna. Además, como recuerda el Dr. González Pérez, los niños alérgicos a la leche de vaca suelen reaccionar también a la leche de otros mamíferos, como la de cabra u oveja. Los síntomas pueden aparecer de forma inmediata , generalmente en la primera hora tras la ingesta, o bien de forma tardía , unas horas después. En los casos inmediatos (mediados por inmunoglobulina E o IgE), los signos suelen ser más llamativos: urticaria, habones en la piel, tos, dificultad respiratoria, vómitos o incluso signos de reacción grave. En las formas tardías (no mediadas por IgE), más frecuentes en lactantes pequeños, predominan los síntomas digestivos como cólicos intensos, diarrea persistente, sangre en las heces, vómitos o rechazo del alimento, y pueden tardar días en mejorar tras suspender la leche. En ambos casos, si se sospecha una reacción alérgica, lo recomendable es interrumpir de inmediato la toma de leche de vaca y sus derivados, y consultar con el pediatra o un alergólogo pediátrico. La alergia a la proteína de la leche de vaca suele desaparecer con el tiempo: según datos de la Asociación Española de Pediatría, la mayoría de los niños la superan antes de los 5 años, y solo un pequeño porcentaje (alrededor del 15%) la mantiene en la edad adulta. Por otro lado, la intolerancia a la lactosa tiene una causa completamente distinta. En este caso, no se trata de una alergia, sino de una dificultad para digerir la lactosa, que es el azúcar natural presente en la leche. Esta dificultad se debe a la falta o disminución de una enzima llamada lactasa , que normalmente descompone la lactosa en el intestino delgado. Cuando la lactosa no se digiere bien, pasa al intestino grueso donde fermenta, produciendo gases, hinchazón, dolor abdominal y diarrea ácida o explosiva. El Dr. González Pérez señala que esta intolerancia puede aparecer de forma transitoria, por ejemplo, tras una gastroenteritis , o estar asociada a otras enfermedades intestinales como la celiaquía. También puede ser una condición persistente, especialmente en niños mayores o adolescentes, cuando la producción de lactasa disminuye de forma natural con la edad (lo que se llama intolerancia primaria). A diferencia de la alergia, la intolerancia a la lactosa no implica riesgo de reacción grave ni síntomas respiratorios o cutáneos, y no requiere evitar otros productos de origen animal como la leche de cabra. Los síntomas son exclusivamente digestivos, y en general desaparecen al reducir o eliminar la lactosa de la dieta. Para orientar el diagnóstico, el Dr. González Pérez recomienda registrar los alimentos que ha tomado el niño y los síntomas que han aparecido , y llevar esta información al pediatra. En algunos casos será necesario realizar pruebas específicas como test de provocación, análisis o test de aliento. También es muy útil aprender a leer el etiquetado de los alimentos, ya que algunos productos manufacturados pueden contener leche, caseína o lactosa sin que sea evidente a simple vista. Por último, existen alternativas seguras y nutritivas para niños con estas condiciones. En caso de alergia, el pediatra puede recomendar fórmulas especiales como las extensamente hidrolizadas o incluso fórmulas elementales. En la intolerancia a la lactosa, se pueden usar leches sin lactosa, y en muchos casos incluso mantener pequeñas cantidades de lácteos si se toleran bien.

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