Publicado: diciembre 12, 2025, 3:29 pm
Talgo cumple su objetivo y deja atadas antes de que finalice el año la operación de restructuración financiera y la entrada en su capital del consorcio vasco que lidera el empresario José Antonio Jainaga y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). El fabricante ferroviario ha obtenido el esperado plácet de sus accionistas en la junta celebrada este viernes para, entre otras cosas, dar ‘carpetazo’ a la etapa de la instrumental Pegaso, que canalizaba el 29,7% del capital en manos del fondo Trilantic y la familia fundadora Oriol.
Tras recibir ‘luz verde’, el núcleo vasco encabezado por Sidenor, de la mano de las fundaciones BBK y Vital y del fondo público del Gobierno Vasco Finkatuz, se hacen con el citado paquete de acciones, a cambio de 156,67 millones -que sitúa la acción a 4,25 euros-. Por su parte, el brazo inversor del Gobierno se adueña del 7,8% del capital, al mismo precio, tras abonar 45 millones (más 35 millones adicionales en una emisión de bonos convertibles). Juntos superarían el 30% que fija el límite para lanzar una opa, pero ambas partes descartan tomar la totalidad de las acciones. Asimismo, se ha aprobado la emisión de más bonos convertibles en acciones, por un total de 75 millones, que serán suscritos por el consorcio vasco.
Por último, los accionistas han ratificado la estrategia de refinanciación de deuda con 770 millones de euros de crédito. De ellos, 650 millones irán con garantía parcial de CESCE y los 120 millones restantes se articulan en un tramo ‘revolving’ (a medida que se devuelven los fondos se pueden volver a reusar, con los intereses correspondientes, y sirven para financiar gastos operativos). A eso se suma una línea de avales de hasta 500 millones de euros con garantía parcial de CESCE.
Cerrado este capítulo, a Talgo aún le quedan deberes por resolver. Sobre la mesa se encuentra un relevo en la presidencia, según deslizó semanas atrás el jefe de Transportes Óscar Puente, que cogerá las riendas que lleva Carlos de Palacio y Oriol desde 2002. Quien ocupe este asiento, deberá afrontar el arduo reto de ejecutar el nuevo plan industrial que la compañía ansía para solventar su falta de capacidad industrial, mientras se consuma la mudanza de sede de Madrid a Álava que trae bajo el brazo el consorcio vasco y se dirima la multa de 116 millones de euros que Renfe le impuso por el retraso en la entrega de los trenes Avril,
Con esta operación, Talgo pone fin a una renovación que arrancó con el interés del grupo húngaro Ganz‑Mavag, cuyo proyecto toparía finalmente con el veto del Gobierno al alegar riesgos para la «seguridad nacional» por sus vínculos con el Kremlin; continuó con la puesta en escena de otros candidatos como la checa Škoda Transportation, cuya propuesta no llegó a buen cauce por carecer de una oferta económica, y ahora se materializa con el desembarco del consorcio vasco y el vehículo estatal.
