Publicado: noviembre 24, 2025, 5:34 pm
El emprendimiento femenino ya no es una excepción ni un acto heroico: es una fuerza creciente que está cambiando el mapa de la innovación en España. Los últimos datos disponibles confirman que cada vez más mujeres no solo sueñan con montar su propia empresa, sino que la ponen en marcha. Las emprendedoras en serie han pasado del 12 % al 17 % en un solo año y, por primera vez, la mayoría no emprende ‘por necesidad’, sino porque detecta una oportunidad real de negocio: el 51 % crea su startup al ver un hueco claro en el mercado, mientras que un 38 % lo hace movido por una vocación pura de emprender.
El cambio de paradigma es evidente: las mujeres están liderando proyectos con intención, visión y estrategia.
En este contexto, la historia de Blanca Miñano encaja a la perfección. Economista y con una trayectoria laboral sólida a sus espaldas, encontró su oportunidad en un momento tan inesperado como cotidiano: un viaje, una amiga en Shanghái y un dispositivo de tecnología cosmética que allí “tenía todo el mundo”. Lo que para muchos habría sido una simple curiosidad, para ella fue una señal: si funcionaba en Asia, ¿por qué no en Europa? Esa intuición, unida a años de experiencia en análisis, riesgo y transformación digital, acabó convirtiéndose en SKINVITY.
Lo sorprendente es que nació en pleno 2020, con el mundo paralizado por la pandemia. Aun así, Miñano no solo consiguió cerrar acuerdos con fabricantes internacionales, sino que levantó una marca que hoy factura cerca de cuatro millones de euros y vende en 16 países. Y lo hizo sin rondas de inversión ni míticos garajes: con estrategia, eficiencia y mucha paciencia. De hecho, SKINVITY se ha consolidado como una de las marcas españolas de referencia en tecnología beauty, combinando distribución internacional con el desarrollo de dispositivos propios.
Cinco años después, Miñano lidera un equipo mayoritariamente femenino y mantiene el mismo mensaje con el que empezó: emprender no es saltar al vacío, sino prepararse, confiar en lo que sabes hacer y dar el paso cuando toca. Su historia demuestra que un emprendimiento sólido no nace de la improvisación, sino de una mezcla de intuición, análisis y ganas de construir algo propio. Y en su caso, además, de la convicción de que la tecnología cosmética podía ofrecer a muchas mujeres soluciones reales, accesibles y de uso diario que antes solo encontraba en clínicas.
