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Pensaba que no necesitaba una secadora… hasta que he probado una con el cambio de armario y las primeras lluvias

Publicado: noviembre 12, 2025, 4:17 pm

El otoño se ha resistido, pero finalmente parece que ya tenemos aquí los días lluviosos y las mañanas en las que ya hay que sacar un abrigo para salir de casa. Sin ser para nada del equipo frío (team verano siempre), reconozco que cambiar de escenario me apetece, aunque solo sea esas primeras semanas en las que todavía no te congelas y sacas ese jersey tan amoroso que tanto te gusta.

Pero lo del cambio de armario es otra historia: saca el nórdico para la cama, las bufandas, las chaquetas más gordas… y lava todo o gran parte de ello porque lleva meses guardado. Es probablemente la definición de tarea tediosa por excelencia para esta época del año.

Para que se me haga un poco menos duro el proceso, y también el otoño y sus días lluviosos en los que nunca se seca la ropa en el tendedor, esta temporada tengo un nuevo aliado: una secadora que me ahorra tiempo, esfuerzo y quebraderos de cabeza. Y hasta algo de gasto energético si me pongo en modo aplicada.

Secadora Beko BM3T49240W: una aliada para el día a día en otoño

El nombre no es su mejor baza de marketing, pero lo que sí será más fácil de recordar de esta secadora de Beko es que funciona con bomba de calor, un sistema mucho más eficiente que las secadoras tradicionales. En lugar de calentar el aire desde cero cada vez, recicla el calor, por lo que consume menos electricidad y cuida mejor la ropa (no la achicharra).

También te quedarás con que caben hasta 9 kilos de ropa. Eso significa que puedes meter la colada de una familia entera: toallas, sábanas, ropa de diario… incluso un edredón de plumas o prendas grandes. Y todo ello sin hacer ruido excesivo, aunque si te parece ruidosa en sus programas ‘normales’ puedes usar el modo nocturno.

Otra ventaja es que es lo suficientemente lista como para que tú no tengas que pensar demasiado, ya que tiene programas para casi todo tipo de prendas. Sus programas automáticos van desde algodón a camisas o modo deporte, pasando por jeans, tejidos delicados o ropa de lana. Por tener tiene hasta una opción de secado higiénico que usa calor extra para eliminar bacterias y es muy útil, por ejemplo, para las toallas.

En la mayoría de los programas, además, puedes elegir el nivel de secado de la ropa: lista para planchar (por lo que sale un pelín tierna), para guardar directamente o muy seca.

Una de mis funciones favoritas es la antiarrugas: si no sacas la ropa justo al terminar, activa un modo que la mantiene girando de vez en cuando para que se quede todo lo más estirado posible.

Finalmente, también puedes programarla para que termine cuando tú quieras (por ejemplo, que acabe justo cuando llegas a casa) y tiene bloqueo infantil para que los niños no toquen los botones.

Como la mayoría de los modelos más actuales, no necesita tubo de salida al exterior. El agua que saca de la ropa se guarda en un depósito extraíble, así que puedes colocarla en cualquier sitio con un enchufe. Si, por el contrario, quieres olvidarte de vaciar el depósito, puedes conectarle una manguera de desagüe para que el agua se vaya sola.

Y si te preocupa el gasto, tiene eficiencia energética A+++, una de las más altas del mercado. Además, un sensor detecta cuándo la ropa ya está seca y detiene el ciclo automáticamente, evitando que siga gastando energía innecesaria. Claro que, como es evidente, tender al aire libre siempre será más barato, pero en mi opinión una secadora es un elemento complementario. Y desde que tengo una también imprescindible.

Cuándo usar una secadora

Las idiosincrasias que cada una tenemos cada una las sabemos. Desde luego no es lo mismo si vives solo o sola, si hay criaturas pequeñas o personas mayores en tu casa, si cohabitas en pareja, si compartes el hogar con mascotas… y para cada caso tendrás unas necesidades.

Yo, que somos cuatro humanos y un «perrhijo», le estoy sacando mucho partido a tener una secadora.

Para empezar el cambio de sábanas y toallas se hace más rápido y fácil. No digamos nada si llueve: olvídate de que tu salón parezca un campamento de tiendas de campaña con las colchas encima de sillas. Que puede tener su encanto como diversión momentánea con las criaturas pequeñas, pero que luego no sabes ni por dónde pasar.

Además, el modo de secado higiénico que he mencionado va genial para las toallas y salen blanditas. Y para las sábanas es tan sencillo como usar el programa de algodón. O algodón eco si tienes menos prisa y quieres que sea más eficiente energéticamente.

Eso sí, un apunte sobre este último: el programa Algodón Eco de la Beko BM3T49240W está pensado para ahorrar energía, no para secar lo más rápido posible, por lo tanto, la secadora usa temperatura más baja, reutiliza el aire caliente mediante la bomba de calor y ajusta los sensores para parar justo cuando la ropa alcanza un nivel de humedad ‘suficiente’, no cuando está completamente seca.

También te puede ocurrir que si cargas poco la secadora las prendas salgan algo húmedas. Las secadoras modernas —y especialmente las de bomba de calor— usan sensores de humedad por contacto. Cuando hay poca carga, el tambor da más vueltas sin que las prendas rocen tanto las sondas, así que el sensor interpreta que la colada ya está seca aunque todavía tenga algo de humedad. Un truco para estos casos: en coladas pequeñas, mete una toalla o prenda gruesa adicional, ya que mejora el roce y hace que los sensores funcionen mejor, detectando la humedad real.

En alguna ocasión, aunque me gusta menos, también la he usado para la ropa del gimnasio, si bien tanto esta como la delicada las suelo poner aparte, principalmente porque no cuesta demasiado que se sequen. Pero esta secadora cuenta con un programa sport que no daña la ropa si quieres usarlo.

Y algo que me ha parecido muy útil es el programa ‘Refrescado Higiénico’. Precisamente en el dichoso cambio de armario, donde no tienes la ropa sucia y simplemente puede olor un poco por haber estado guardada, con esta opción se le puede dar una higienización sin tener que lavarla. También he usado este modo para ropa que he comprado por internet y olía a almacén al sacarla de la bolsa. Te evitas un lavado y queda perfecta.

En general la puedes usar para prácticamente cualquier colada diaria que hagas.

Pero recuerda una máxima: las secadoras ahora son muy modernas, pero hay cosas que siguen siendo ‘de toda la vida’. No toda la ropa es apta para meter en la secadora. Las prendas con aros o piezas metálicas, como algunos sujetadores, pueden soltarse durante el ciclo y dañar el tambor, por lo que conviene secarlas al aire. Tampoco deben secarse tejidos delicados (como seda o tul) o bordados, ya que el calor puede deformarlas, encogerlas o estropearlas. Lo mismo ocurre con los tejidos no transpirables, como ciertas chaquetas técnicas o impermeables.

Usa el sentido común: antes de usar la secadora, es importante revisar siempre las etiquetas de cuidado, ya que solo las prendas que lleven el símbolo del círculo dentro de un cuadrado son seguras para secar con este tipo de aparato.

¿Y cuánto gasta realmente una secadora?

Una de las preguntas que más me hacen cuando digo que tengo secadora es la de siempre: “¿Y no se nota en la factura?”. Tal vez antes, con los modelos antiguos, era una duda que tenía sentido. Pero las secadoras actuales, sobre todo las de bomba de calor como esta de Beko, han reducido muchísimo el consumo.

La Beko BM3T49240W, por ejemplo, tiene eficiencia energética A+++, la máxima dentro de su categoría, y un consumo anual estimado de unos 194 kWh, según la etiqueta energética del fabricante. Traducido al día a día, eso significa que un ciclo completo en el programa estándar de algodón ronda entre 0,88 y 1,6 kWh, dependiendo de si metes una carga media o llena el tambor.

Si tomamos como referencia el precio medio actual de la electricidad (0,1503 €/kWh), un ciclo completo cuesta alrededor de 0,24 euros y uno de media carga apenas 0,13 euros.

Incluso en el peor caso, si secas en el tramo más caro del día (0,2376 €/kWh), el coste por ciclo apenas sube a 0,38 euros. Y si aprovechas las horas más baratas, como las de mediodía (0,06989 €/kWh), podrías secar una colada por menos de 0,12 euros.

En resumen: gasta menos que lo que cuesta un café.

Además, el sistema de bomba de calor recicla el aire caliente, por lo que no tiene que volver a calentarlo de cero en cada ciclo, y un sensor de humedad detiene automáticamente el secado cuando la ropa ya está lista. Esto evita derroches y también protege los tejidos del exceso de calor.

No te libras del mantenimiento: clave para que todo vaya sobre ruedas

Como todos los electrodomésticos, la secadora necesita un poco de atención para seguir funcionando bien, aunque en este caso es mínima.

Basta con limpiar el filtro de pelusas (el que está en la puerta) tras cada uso, algo que lleva literalmente diez segundos y que marca la diferencia para que seque con la misma eficacia siempre.

También conviene vaciar el depósito de agua después de cada ciclo, salvo que tengas conectada la manguera de desagüe. Y una vez al mes, dedicarle dos minutos a enjuagar el condensador bajo el grifo para eliminar el polvo acumulado.

Con eso, la máquina va como el primer día.

Trucos y extras que he aprendido con el uso

Después de varias semanas usándola, he ido pillando pequeños trucos que hacen la experiencia todavía mejor y que a ti también te pueden servir:

  • Usar bolas de lana. Las descubrí casi por casualidad y se han convertido en un imprescindible. Las meto con la colada y ayudan a que la ropa se seque antes, quede más suelta y sin electricidad estática. Además, si les echo unas gotas de aceite esencial, dejan un olor agradable y suave en la ropa sin necesidad de suavizante.
  • Reusar el agua del depósito. El agua que recoge la secadora no es potable, pero sí perfecta para planchar o para limpiar cristales y superficies. Es prácticamente agua destilada, sin cal, así que no deja marcas. Yo la filtro con un colador fino y la guardo en una botella para ir rellenando la plancha.
  • Evitar cargas pequeñas. Aunque la secadora puede con todo, he comprobado que funciona mejor con cargas medianas o completas. Si metes poca ropa, los sensores a veces creen que ya está seca antes de tiempo. Un truco, como mencionaba antes, es añadir una toalla o una prenda gruesa para mejorar la detección de humedad.
  • Antiarrugas siempre ON. Dejar esta función activada es un salvavidas. Si no puedes sacar la ropa al momento, el tambor se mueve de vez en cuando y las prendas no se apelmazan ni se arrugan.

¿Merece la pena tener una secadora en casa?

Para mí, esta secadora de Beko se ha convertido en uno de esos electrodomésticos que no sabes cuánto necesitabas hasta que lo pruebas. Y vivo en la ciudad del cierzo.

No solo me ha ayudado a sobrellevar mejor los días de lluvia y el cambio de armario, sino que también me ha ahorrado tiempo, espacio y más de una discusión por la ropa tendida en medio del salón. O directamente por tener que tender la colada, tarea que en los hogares muchas veces se juega a piedra-papel-tijera para librarse de ella.

Es cómoda, silenciosa y suficientemente intuitiva como para que cualquiera en casa pueda usarla sin mirar el manual. Además, con algunos pequeños gestos —como por ejemplo aprovechar el agua del depósito— puedes sacarle aún más partido sin apenas esfuerzo.

Y aunque tender al aire libre seguirá siendo la opción más barata, tener la ropa seca, suave y lista en un par de horas es un lujo doméstico que, una vez pruebas, cuesta mucho abandonar. Por alrededor de 500 euros, para mí es una inversión en comodidad, tiempo y bienestar cotidiano: te da una pequeña sensación de orden y control en el caos diario, que al final también se agradece.

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