Publicado: octubre 14, 2025, 1:31 pm
Francia busca caminos para salir de la crisis, si es que queda alguno. El primer ministro, Sebastien Lecornu, ha presentado este martes su programa de Gobierno y ha anunciado que suspende la polémica reforma de las pensiones lanzada en 2023 para buscar un nuevo acuerdo y, sobre todo, el respaldo de los socialistas para no ser apartado del cargo por la vía rápida. De hecho, este jueves ya se debatirán dos mociones de censura en su contra, presentadas por la Francia Insumisa y por la Agrupación Nacional de Marine Le Pen.
«Este no es un debate económico, sino una gran parte de nuestro contrato social«, aseguró en su primer discurso en el cargo ante la Asamblea Nacional. El principal punto de la reforma que ahora quedará en suspenso era el retraso progresivo de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años. La idea es que se pueda debatir un nuevo cambio en el sistema con los grupos parlamentarios antes de las elecciones presidenciales de 2027 y por lo tanto una posible reforma, en serio, no volverá a abordarse hasta 2028, según anunció. Ese fue, de hecho, el gran anuncio de Lecornu ante un parlamento muy fracturado.
Ese mensaje lo lanzó unas horas después del primer Consejo de Ministros tras el cual se confirmó que quiere «un Presupuesto serio y fiable» para sacar al país de la crisis antes del final de año, y anunció su voluntad «de no gobernar por decreto». Estos son motivos suficientes, dijo, para no querer tumbar al nuevo Ejecutivo.
«Esta suspensión debe instalar la confianza necesaria para construir nuevas soluciones. La suspensión para hacer mejor es la solución si cada actor ha sacado algo de ella», sostuvo en un mensaje a los parlamentarios, a los que también avisó de que a cambio se tendrán que tomar medidas financieras de otro tipo. «Es una oportunidad, porque nuestro contrato social necesita una reconstrucción», añadió un Lecornu serio, que por momentos incluso elevó la voz desde el estrado.
En ese punto, matizó que el coste de la suspensión para el sistema de pensiones de Francia «es de 400 millones de euros en 2026 y 1.800 millones de euros en 2027» por lo que no puede «no servir para nada» en términos políticos. «Esta suspensión beneficiará en última instancia a 3,5 millones de franceses. Por lo tanto, deberá ser compensada financieramente, incluso mediante medidas de reducción de gastos», repitió. Así, habrá una conferencia sobre pensiones y empleo que se mantendrá hasta la celebración de las elecciones presidenciales.
Y ahí señaló también parte de la política fiscal que quiere llevar a cabo, aunque dará más detalles en el futuro. Eso sí, pudo adelantar que habrá subidas de impuestos a las grandes fortunas, sostuvo, y bajadas a las rentas que no son tan altas. «El debate sobre fiscalidad es también un debate sobre empleo», prosiguió, y fue muy directo en este sentido: «Deseamos crear una contribución excepcional de las grandes fortunas, que proponemos para sostener inversiones a futuro que afecten a nuestra soberanía sobre las infraestructuras, la transición ecológica o la defensa».
Con todo, el primer ministro ya abrió su discurso ante la Asamblea Nacional advirtiendo que, pese a la gravedad del momento, las instituciones resistirán. «Algunos querrían ver esta crisis parlamentaria convertida en una crisis de régimen. No sucederá gracias a las instituciones de la V República y a sus apoyos», afirmó. No obstante, reconoció que la situación tiene raíces profundas y se inscribe en un contexto más amplio de «crisis sociales, económicas, financieras, ecológicas, climáticas, culturales e internacionales».
Lecornu recordó que a estas dificultades estructurales se suman las crisis imprevistas, como la pandemia de Covid o la energética, y advirtió que «añadiendo a ciertos gastos que aumentan automáticamente, explican, para lo esencial, la situación financiera en la que estamos». En su análisis ante los diputados resaltó que Francia, como el resto del mundo, no atraviesa solo una etapa crítica, sino un cambio de época. «Más que una crisis, creo que cambiamos el mundo, creando fracturas tan locales como mundiales y revoluciones geopolíticas mayores. Esta revolución digital y societal revoluciona nuestra forma de vivir», expresó.
El jefe de gobierno insistió en que esta transformación global provoca incertidumbre y resistencia. «Choca, asusta. Hay el mundo de antes y el mundo de mañana. La irrupción de este nuevo mundo provoca mil conflictos, mil rechazos«, señaló. Lecornu defendió la necesidad de adaptarse y no temer al cambio: «Vivimos y viviremos en una época de crisis. O las superamos, o las utilizamos. O cambiamos, o seremos cambiados». Y advirtió que quienes se aferren al pasado están condenados a desaparecer: «Los que no cambian, los que se agripan a los viejos reflejos y posturas, desaparecerán».
Finalmente, subrayó que el verdadero desafío es el papel de Francia en este nuevo orden mundial, así como de su Asamblea Nacional. «Es el lugar de Francia y de los franceses en este nuevo ambiente lo que está en juego. ¿Se quedará entre los países cuya voz cuenta? ¿Seguirá siendo independiente?», se preguntó, en unas cuestiones retóricas pero con las que pretendió remover los planteamientos sobre todo de los grupos que le rechazan a él y al nuevo Gobierno. Para Lecornu, la respuesta depende de la capacidad nacional para innovar «en materia política, social, económica o científica». Y concluyó reafirmando su compromiso: «El mundo no espera. En la vida real, nuestros conciudadanos trabajan, se preocupan y esperan soluciones. Les propongo avanzar«.
