Publicado: octubre 2, 2025, 9:25 am
El viaje de la Flotilla de Gaza desde Barcelona a la Franja no ha sido una acción espontánea de un grupo de activistas sin preparación, ni mucho menos. La ayuda humanitaria que pretenden hacer llegar a la zona afectada por la crisis cuenta también con el apoyo de asesores legales y abogados, ya que deben tener muy claro que lo que están realizando no les puede acarrerar consecuencias legales. Uno de los términos más usados es el de derecho de paso inocente . El propio José Manuel Albares, ministro de Exteriores de España , ha usado esta idea para exigir a Israel que facilite la extradición de los activistas que han sido evacuados de los barcos interceptados por las tropas del ejército. El derecho de paso inocente es clave en la navegación mundial . No solo es uno de los pilares sobre los que se sustenta el comercio global, sino que también permite que los buques militares puedan cruzar fronteras sin que ello conlleve una declaración de guerra o una transgresión de la soberanía nacional. La regla, consagrada en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) , establece que cualquier barco, sea mercante o militar, puede cruzar el mar territorial —12 millas náuticas que rodean la costa de cada Estado— de otro país sin pedir permiso, siempre que lo haga de forma «inocente»: sin detenerse más de lo necesario, sin provocar ni amenazar, sin contaminar, espiar, pescar o disparar. Sería equiparable a lo que se conoce como derecho de servidumbre en las calles de las ciudades o pueblos: aunque un camino pase por delante de la puerta de un hogar, debe ser transitable… siempre que no perturbe la entrada a dicha casa. En el caso del derecho de paso inocente marítimo, se establece que ese tránsito no puede poner en riesgo la paz , el orden o la seguridad del país costero. Si un barco realiza ejercicios con armas, lanza drones, recoge inteligencia o interfiere con comunicaciones, el Estado afectado puede exigir su salida inmediata. Este principio, discreto pero crucial, es también escenario habitual de tensiones diplomáticas. Es habitual que buques de guerra atraviesen zonas sensibles —como el estrecho de Taiwán, el mar Negro o el golfo Pérsico— apelan al paso inocente para justificar su presencia. El problema es que muchas veces confunden paso «inocente» con cierta impunidad, lo que choca directamente con la soberanía nacional especialmente entre países que tienen disputas territoriales o donde esas 12 millas náuticas no llegan a cumplirse. El caso del uso de los drones rusos desde barcos en las últimas jornadas es un ejemplo perfecto de este uso perverso de esta normativa. En un mundo en el que más del 80% del comercio global viaja por mar, el paso inocente es una especie de pacto tácito de convivencia marítima: garantiza la circulación y la cooperación internacional sin vaciar de contenido la soberanía. Es, en definitiva, la rendija legal que mantiene abierto el océano incluso en tiempos de desconfianza.