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Y si Vox no quiere, ¿cómo se gobierna esto?

Publicado: noviembre 3, 2025, 3:07 am

El adelanto electoral que se nos ha aparecido en Extremadura viene a ser la confirmación del desgobierno que atraviesa España desde hace demasiado tiempo. Prometía este 2025 ser el primer año sin elecciones en más de una década -había que remontarse hasta 2013 para encontrar un precedente-, pero María Guardiola ha querido recordar que sin presupuestos no se puede ni se debe gobernar.

Cierto es, aunque nuestro Pedro Sánchez vea una virtud en no tener que hacer caso al Parlamento. Pero cierto es también que es descorazonador que quien sacó un 38,8% de los votos no pueda conseguir un pacto de mínimos con quien obtuvo un 8,1% y que una vez apoyó su investidura y formó parte de su Gobierno.

Vox tiene su agenda y la pone en práctica con crudeza. Nadie puede discutirle a Abascal su ambición de ser un Meloni ibérico y liderar a la derecha más pronto que tarde. Como tampoco puede nadie reprocharle su rechazo a ser sólo la «muleta» del PP. Pero a veces no estaría mal medir mejor las distancias.

El senador Ángel Gordillo, hombre fuerte de Vox en Extremadura y el mismo que el jueves interrogó sin pena ni gloria a Sánchez en el Senado, le presentó a María Guardiola 200 medidas con la advertencia de que no se tomara esto como una negociación, porque lo que Vox quería era «un cambio total de políticas». Con su 8% y desde la mismísima Mérida, quería Gordillo poner fin de una vez por todas a «los menas», la «ideología de género», la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo.

Con toda la campaña por delante y la cierta posibilidad de que el procesado Gallardo, contratador del hermanísimo, sea capaz de empeorar aún más la situación del PSOE de aquí al 21 de diciembre, por el momento la encuesta que publicamos hoy dice que las elecciones no cambiarán mucho la situación política en Extremadura y que el PP podrá gobernar… siempre que Vox lo permita. O sea, como ahora.

Quizá sea el momento de que Abascal les diga con claridad a los españoles lo que quiere hacer. Entre el pactismo que forma gobiernos y la vía trumpista que revoluciona sociedades hay pocos términos medios y alguna vez habrá que elegir. Porque después de Extremadura viene Castilla y León, y puede que Aragón, y es posible que Andalucía. Y a nadie se le escapa lo que se vislumbra al fondo: qué hará Abascal si tras las generales se repite la situación a nivel nacional, como de hecho vaticina la mayoría de las encuestas.

A Vox le está funcionando ofrecerse como la opción rebelde frente a la ineptitud que muchos ciudadanos atribuyen a PP y PSOE. Abascal jugó a la gobernabilidad y descubrió que en las consejerías autonómicas hace mucho frío, así que rompió la baraja y desde ahí alcanzó su momento eufórico actual. Pero sigue habiendo distancias -según el sondeo de hoy, en Extremadura se mantendría en 30 puntos- y puede que también haya techos.

Mientras tanto, la región sigue sin presupuestos, con sus partidas de dinero sin ejecutar, sus inversiones que nunca existirán y sus esfuerzos a la gestión dedicados ahora a la campaña electoral, al eslogan y al tuit.

Son 10 años de repeticiones electorales e inestabilidad en toda España y en algún momento habrá que parar, porque roza el delirio que sólo se pueda gobernar con mayoría absoluta. Sánchez arregló lo suyo el día que metió a Iglesias en el Gobierno: de ahí a Bildu, ERC, Puigdemont y lo que haga falta sólo ha habido una línea recta. La derecha sigue en el diván, aunque el mensaje de las urnas sea el que es una y otra vez: negocien, pacten y gobiernen.

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