Publicado: abril 8, 2025, 1:07 am

En Vox confían en que la tormenta desatada por Donald Trump con su órdago arancelario pasará y que, entonces, el partido dejará de estar en el punto de mira. Pero, hasta que ese momento llegue, su «alianza» con el presidente estadounidense obliga a los dirigentes de la formación a sobrevivir haciendo equilibrios discursivos. Y, en ese ejercicio de malabarismo, a veces las contradicciones salen a relucir. En privado Vox habla de «matizaciones», pero en público la imagen es la de sus portavoces diciendo cosas distintas, puntualizándose unos a otros.
Ayer se produjo el último, y más manifiesto, episodio. El domingo, desde Valencia, Santiago Abascal dijo estar «absolutamente dispuesto a tener una interlocución con el Gobierno de Estados Unidos para lo que sea necesario». Oficializó así, públicamente, su ofrecimiento como mediador para actuar en favor de España en una hipotética negociación con Trump. «Lo hemos hecho anteriormente y lo seguiremos haciendo», añadió Abascal, sin señalar que esa posibilidad estuviera condicionada a nada. Tendía la mano para poner su red de alianzas a disposición de los intereses nacionales.
Sin embargo, no habían transcurrido ni 24 horas cuando el partido rectificó esas palabras, añadiendo un «matiz» que, en la práctica, deja sin efectos ese ofrecimiento de interlocución. «Para que [Abascal] hiciera eso [mediar con Trump], deben cumplirse un par de condiciones: la dimisión en bloque de este Gobierno y la convocatoria de elecciones», apuntó el portavoz nacional de la formación, José Antonio Fúster. Preguntadas por la postura que finalmente toma el partido, fuentes de Vox señalan que es esta última: solo actuarán como facilitadores en una negociación con EEUU si Pedro Sánchez dimite antes. La mano tendida que ofrecía Abascal queda revocada.
En el partido apuntan que el presidente de Vox no señaló que había ciertas condiciones para esa interlocución porque se trataba de unas declaraciones «apresuradas» ante la prensa y rechazan así que los dirigentes se estén contradiciendo. En su lugar, hablan de «matizaciones». Con esto, retoman las tesis que venían abanderando hasta ahora: que dicha negociación con EEUU solo la pondrían en marcha si estuvieran en cargos de Gobierno. «Podríamos reprochar algo a Trump si estuviéramos en el Ministerio de Exteriores, hubiéramos tratado de negociar y no hubiésemos podido», apuntó la pasada semana José María Figaredo, secretario general del partido en el Congreso.
Bajo este paraguas, los dirigentes de Vox se suceden unos a otros instando a Europa -y a España- a «negociar» con Trump para revertir la imposición arancelaria. «Un Gobierno decente iría a Washington a negociar en defensa de los españoles», reivindicó ayer Fúster, en la línea de lo que ya había defendido antes Figaredo: «Nosotros lo que tenemos que hacer es ir allí a negociar con ellos». Sin embargo, cuando Abascal abrió la puerta a dar el primer paso para facilitar esa interlocución, Vox enfrió rápido esa posibilidad.
La respuesta que se debe dar ante los aranceles también ha abierto algunas fallas en el discurso de los dirigentes del partido. Mientras unos envidian que Trump «mire por los intereses de su pueblo» y señalan que les «gustaría» tener un presidente así, otros rechazan que Europa deba responder imponiendo tasas de vuelta.
«Los aranceles no son algo nuevo, ya hay aranceles entre los productos de EEUU y Europa», defendía Abascal la pasada semana, y añadía: «Nosotros cómo no vamos a respetar y entender que cualquier líder internacional defienda sus intereses; lo que no entendemos es que los nuestros no defiendan los intereses nacionales». En los mismos términos se expresó hace dos meses Pepa Millán, portavoz parlamentaria de Vox, que instó al Gobierno a revertir la «política de puertas abiertas con los productos de otros países». En oposición a esas tesis proteccionistas, Figaredo insistió el jueves, tras materializarse la amenaza arancelaria de Trump, en que Europa no debe responder con nuevas barreras económicas a las importaciones estadounidenses, sino «negociar» para revertir la situación. «Los políticos están decididos a lanzarnos a una guerra comercial con EEUU», criticó, y sentenció: «Es absurdo escalar la agresión».
En todo este asunto, además, resuenan en Vox las voces de quienes un día representaron el ala liberal del partido y hoy han abandonado la formación. Ante las justificaciones de los portavoces al por qué de los aranceles del presidente estadounidense, saltó Iván Espinosa de los Monteros: «Se puede defender todo lo que Trump hace bien sin justificar lo que hace mal. De hecho, es la forma correcta de proceder en general, pero más cuando una iniciativa perjudica los intereses de nuestra propia nación, y hasta de la suya. El libre comercio es el mayor generador de riqueza que se conoce».