Publicado: agosto 3, 2025, 10:07 am

Vox es la noticia de la encuesta que publicamos hoy y tiene el aspecto apropiado para seguir siéndolo en las siguientes. En un solo año, el partido ha pasado de estar moribundo tras su paso fallido por los gobiernos autonómicos a volver a sus mejores registros. Del 9% de julio de 2024 al 14,8% de julio de 2025 va un salto de gigante de seis puntos en intención de voto y 1,4 millones de electores más.
El dato de este mes le acerca a su mejor versión, el 15,1% de las elecciones de 2019. Han pasado seis años y Vox ha adquirido en este tiempo una base social que le mantiene con vida en la adversidad y le impulsa en la prosperidad. No ha sufrido un descalabro a lo Ciudadanos ni ha defraudado a sus votantes a lo Podemos ni ha sucumbido a la irrupción de fuerzas aún más nuevas y radicales como Alvise, y eso le convierte en el mejor hijo de lo que una vez se llamó la nueva política.
Más aún teniendo en cuenta sus debilidades. Vox tiene en Santiago Abascal un líder carismático para sus votantes, pero sin atractivo para los demás y poco efectivo en el gobierno del partido. La organización es confusa; ha habido purgas y cambios de caras continuas; nombres directamente ligados a la extrema derecha han escalado a la primera línea, y la estructura territorial es débil y sufre constantes crisis. Además, su respaldo cerrado a Trump lo ha colocado en una situación delicada en pleno cuerno arancelario. Y pese a todo ello, Vox está en su mejor momento. Lleva tres meses de subida acelerada y le arrebata ya casi un millón de votos al PP. Si sigue avanzando, se acercará a los partidos de derecha radical más potentes de Europa, como la AfD alemana (20% de los votos), Chega! en Portugal (22%) o el partido de Wilders en Países Bajos (23,5%).
En Génova se mantienen en alerta, que no en alarma. La explosión de Vox del último mes ha coincidido con el anuncio de Feijóo de que no gobernará con Abascal, y hasta ahí llega la política del PP, que tiene por norma no entrar a ninguna de los permanentes ataques de Vox. Lo anómalo de la situación demoscópica es que Vox sube, pero el PP también. De hecho, la mayoría de Feijóo en la encuesta aparenta solidez y no muestra daños por Montoro o Noelia Núñez, que parecen poca cosa al lado de Cerdán y su banda, aunque nunca se sabe dónde estaría el PP sin estos casos y cuánto se alimenta Vox de ellos.
La diferencia del PP con el PSOE es ya de 8,2 puntos, una brecha creciente: en las elecciones de 2023 fue de 1,3 puntos, hace un año era de 4,9, hace seis meses era de 7,3, el mes pasado era de 7,9… Décima a décima, sondeo a sondeo. Hará falta mucho más que la pandilla plurinacional de Rufián para cambiar esto, empezando por unos Presupuestos con su buen aumento del gasto militar, que Sánchez anuncia ahora como novedad, y ciertamente en su caso lo es.
La pregunta sin contestar es por qué Vox. Su crecimiento transmite primero hartazgo en esta España feliz de Sánchez: quizá muchos trabajadores no entiendan por qué si la economía va tan bien a ellos no les llega el sueldo, y quizá muchos jóvenes no comprendan por qué si somos un cohete ellos no pueden subirse ni a un carromato. Gana también del cansancio ante la corrupción, las mentiras, el desgobierno y la sensación de que nunca se arregla nada importante, y no debe haber confusión con esto: Vox ha heredado el discurso contra el bipartidismo, es hoy la alternativa más clara a los partidos tradicionales y se presenta como tal. Y además, está venciendo el voto del miedo, con un discurso centrado en la inmigración, donde el 70% del electorado apoya las deportaciones que propone.
Hay una última realidad, a veces olvidada, pero que conviene recordar de vez en cuando: antes de Pedro Sánchez no existía Vox. Por lo que sea.