Publicado: diciembre 16, 2025, 7:07 am
En el mes de marzo, a Pablo González Gasca, secretario de Revuelta, lo citan a una cena con Kiko Méndez–Monasterio, asesor áulico de Santiago Abascal; la diputada nacional y vocal de la Ejecutiva de Vox RocÃo de Meer; y Pau Ruiz, activista conocido como ‘Españabola’ o ‘Spainball’. En esa cena, asegura, el todopoderoso asesor de Abascal le pide la cabeza del presidente de Revuelta, Jaime Hernández, para poder controlar desde Vox el satélite juvenil del partido. Y se habla ya de que en la cuenta de la asociación hay unos 105.000 euros para la dana que no se han usado. Él aclara que son «remanentes» a 31 de diciembre.
AhÃ, hace nueve meses, comienza el desencuentro de Vox con Revuelta que se ha intentado tapar después. Tanto es asÃ, que el 22 de septiembre, la secretaria general adjunta del partido, Montse Lluis, cita a González Gasca -que trabaja en el partido como responsable de marketing digital, ahora de baja- para interesarse por la organización. Y dos semanas después, éste se entera por compañeros del área de contabilidad que está siendo investigado por supuestas irregularidades en sus gastos de representación.
El 9 de octubre, Lluis lo cita a una reunión en la que lo acusa de «robar» al partido a la manera de Rodrigo Rato, al que pone de ejemplo. Lo acusa de haber presentado el bonometro como gasto del partido, de haber presentado dos veces un billete de tren (uno de ellos no estaba pagado) y de haber colado dos hamburguesas en una cena de equipo.
Gasca se da cuenta de que van a por él de manera «persecutoria y arbitraria» para «presionarle» con «mala fe» para que «entregue Revuelta» a la cúpula orgánica de Vox. Presenta hasta gastos de su novia para justificarlo todo y limpiar su nombre. Y eso le indigna.
Es ahÃ, por esa acusación tan menor en lo económico -pero que hiere profundamente el honor de González Gasca- donde se quiebra definitivamente la relación. Tal es el miedo a una ruptura abrupta, que una semana después, el 17 de octubre, Montse Lluis se da cuenta y se ve obligada a recular: «No pienso que eres un ladrón ni muchÃsimo menos, te pido perdón», le dice, aunque añade que «técnicamente» podrÃa exigirle la devolución de esos gastos. «Sólo pido que no me humillen», reclama él. «Si te he humillado, te ruego que me perdones», reitera Lluis.
Gasca se siente vilipendiado: «Ahora me toca comer con la gente que piensa que yo he robado y es que me da asco. Es que me da me da asco estar en ese sitio con esos compañeros que están murmurando que uno hace un chiste que no sé qué…».
«Separa lo tuyo» sobre los gastos de representación de Vox de la crisis de Revuelta, le exhorta Lluis. «O sea, no te agobies por eso». «Hablemos de cómo se te dignifica el sueldo (…) Vosotros podéis plantear además ‘oye, ganamos poco, nos compensarÃa…’», contragolpea. «Pero [lo de Revuelta] regularicémoslo».
González Gasca se queja de que trabaja gratis y encima tiene que reportar al sindicato de Vox: «No era ni mi empleo, ni estaba remunerado, ni estaba reconocido y encima me he comido broncas de alguien que no es mi jefe, que está ajeno a mi estructura, que no me recompensa», dice en relación al secretario general de Solidaridad, Jordi de la Fuente.
SOBRE LA MESA, DISOLVER LA ASOCIACIÓN.
Buxadé llevó a su reunión con Gasca un documento que recogÃa la disolución de Asoma (sociedad pantalla detrás de Revuelta). Si los miembros de la asociación firmaban, Vox no emprenderÃa acciones legales. Pero éstos no lo hicieron.



