Publicado: octubre 3, 2025, 6:07 am

Una despedida aparentemente tranquila, la grabación de una cámara de seguridad, una desaparición sin dejar rastro, un incendio intencionado y, finalmente, un hallazgo macabro: el de un cadáver que se atribuye a Beatriz Guijarro, la joven de 29 años de Oliva (Valencia) a la que se le perdió la pista en la madrugada del pasado 9 de agosto.
Esta era la principal hipótesis, a pesar de que los restos mortales que unos senderistas encontraron la tarde del miércoles están totalmente calcinados. «No se sabe ni de quién… o de qué», resumían fuentes de la Guardia Civil horas después del hallazgo. Es decir, el estado de los restos mortales, totalmente carbonizados, hacía difícil su identificación. La autopsia preliminar, según avanzó Las Provincias, confirma que el cuerpo es el de Beatriz.
Las incógnitas que rodean al caso sobre la desaparición de Beatriz siguen siendo, por tanto, demasiadas. Sin embargo, la teoría de que el cadáver pudiera pertenecer a la joven cobró fuerza en cuanto los investigadores se personaron en el lugar señalado por los senderistas que se lo encontraron durante una caminata. Se trata de un paraje natural a menos de un kilómetro de donde fue vista por última vez la joven de Oliva, madre de dos niños pequeños de 8 y 6 años.
Esta circunstancia, de hecho, es la que ha llevado durante todo este tiempo a su familia y amigos a sostener que la desaparición de Beatriz no ha podido ser voluntaria. El entorno de la joven no cree que simplemente se marchara dejando atrás todo y a todos. Pero entre los interrogantes sobre los que pivota el caso hay uno especialmente que no se explica nadie: por qué la joven fue vista por última vez de madrugada por las calles de Oliva cuando se supone que había regresado a su casa tras despedirse de su actual novio, Juanjo.
El cadáver hallado este miércoles estaba oculto entre una pinada de la conocida como montaña de La Creu, un paraje natural muy próximo al casco urbano de Oliva, una localidad al sur de Gandía -en la costa valenciana- en la que residen 26.000 habitantes. Es más, los agentes del Grupo de Homicidios que durante toda la mañana de ayer realizaron una nueva inspección ocular sobre el terreno pudieron encontrar varios objetos personales que se atribuyen casi con toda seguridad a Beatriz.
Aunque para añadir si cabe más confusión al caso, los restos mortales estaban calcinados porque en ese mismo lugar se produjo un incendio el pasado 4 de septiembre. Es decir, casi un mes después de la desaparición de Beatriz.
De hecho, cuando se investigó el origen del fuego no se relacionó en ningún momento con la desaparición de Beatriz, a pesar de que obligó a movilizar ocho medios aéreos por su proximidad a una zona residencial. Se concluyó que podía haber sido intencionado, pero se apuntó a un incendio provocado como consecuencia de una riña vecinal. Otra incógnita: por qué los restos mortales calcinados se han encontrado ahora, casi un mes después de que se originasen las llamas.
Una de las hipótesis que manejan los investigadores es que el cadáver ya estaba oculto en esa zona cuando se produjo el incendio, lo que abonaría la idea de que ambos sucesos -la desaparición de Beatriz y el incendio- no están relacionados.
En esta línea, otro posible escenario es que las fuertes lluvias del pasado lunes arrastrasen y desplazasen el cuerpo hasta donde finalmente fue hallado. Esto explicaría, además, por qué se ha tardado tanto tiempo en localizarlo tras el incendio. En todo caso, las fuentes consultadas apuntan a que Beatriz pudo sufrir incluso una caída fortuita el mismo día de su desaparición, si bien todavía se investigan las circunstancias de lo que pudo ocurrir la noche del 8 al 9 de agosto.
La última imagen
Porque si se vuelve al principio de la historia, esta arranca a las 00.43 horas del 9 de agosto de 2025. De esa hora es la última imagen que se tiene de Beatriz. Fue captada por una cámara de seguridad cuando pasaba por delante del bar Amigos del pueblo.
Lo llamativo es que, según declaró la actual pareja de Beatriz a este diario, ella había estado solo siete minutos antes con él. Según Juanjo, ambos se despidieron después de estar hablando un rato en el interior del bar que él regenta.
Nada hacía sospechar lo que pasaría luego porque, según relató su pareja, Beatriz se despidió en las inmediaciones de la plaza San Roque. Su novio dio por hecho que volvería a su casa, porque ya era de noche y en ningún momento le comunicó su intención de volver a salir. Las últimas palabras que Beatriz dijo a Juanjo fueron: «Adiós, hasta mañana». Y él ya nunca supo nada más.
Lo sorprendente, además, es que Beatriz llevaba en ese momento una ropa que no sería con la que luego se le vería en las cámaras de seguridad. Es decir, en cuestión de minutos, la joven de Oliva tuvo que llegar a casa, cambiarse el vestido negro con el que iba vestida cuando estuvo con su novio por unos pantalones cortos y una camiseta y volver a salir a la calle.
La pregunta es por qué. Si Beatriz se cambió de ropa tan rápido, ¿acaso tenía pensado ya salir a la calle y no se lo dijo a Juanjo? Su novio declaró, por el contrario, que ambos estaban muy a gusto con la relación y que no había ningún problema entre ellos. Más bien, todo lo contrario. Aquella noche, Juanjo ni siquiera la vio nerviosa o inquieta. Nada le hizo sospechar.
Sin embargo, Beatriz llegó a casa de su madre y, al poco tiempo, le dijo: «Ahora vengo». Así que volvió a salir, y fue entonces cuando la captó la cámara cruzando de nuevo la plaza con el móvil en la mano.
Posteriormente, un amigo de Juanjo declaró que la vio junto a otra mujer, pariente de su madre, quien efectivamente confirmó que Beatriz y un amigo estuvieron en su casa sobre las 3 de la madrugada. Media hora después, se marcharon y él la acompañó un tramo. Y, de nuevo, Beatriz se despidió.
La Guardia Civil trata ahora, casi dos meses después, de arrojar luz a un caso que mantiene en vilo a la familia de Beatriz y a todo un pueblo.