Publicado: junio 18, 2025, 6:07 am
En la Moncloa y en Ferraz en los últimos días bien podría haberse montado una unidad de quemados. La implicación de Santos Cerdán como «jefe» y la «persona encargada de gestionar los presuntos pagos» de la trama corrupta destapada por la UCO hizo que muchos se abrasaran la mano tras ponerla en el fuego por él. El propio Pedro Sánchez creyó en su palabra hasta que el atestado de la Guardia Civil instauró en La Moncloa y Ferraz el síndrome del descreído. Se mantiene la confianza en la gente que está en puestos de responsabilidad, pero la mano lejos del fuego. Los socialistas viven sumidos en una desconfianza tras calibrar mal el último informe de la UCO. Incluso no se descarta que la corrupción pueda escalar con nuevas investigaciones y más implicados.
«Vale, es una cuestión singular. No una trama del partido o del Gobierno. Pero ya no sabemos si es una cuestión singular, dos o tres. De momento no tenemos más indicios, pero después de lo que acabamos de vivir nos lo creemos todo», reflexiona una fuente socialista al más alto nivel. «Las tramas de corrupción no están a la vista», señala un miembro del Gobierno. «Estamos perplejos» con lo que ha pasado, es la reflexión de muchos.
Quienes tratan en el día a día con el presidente del Gobierno señalan que «es el que está más afectado. Es el que más ha confiado en Santos. Le está costando mucho trabajo asumirlo». De hecho, las personas de su núcleo duro consultadas muestran dudas respecto a que pueda volver a ser capaz de confiar en un secretario o secretaria de Organización. «Es muy fuerte lo que le ha pasado. Terrible». Otro insigne socialista afectado es el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, también con mucho trato con Cerdán. «Está muy decepcionado. No se lo cree».
Desde hace una semana, el Gobierno y el PSOE viven atrapados en la incredulidad, la desconfianza. El saber cuánto vale ahora la palabra dada. «Estamos perplejos», resumen fuentes gubernamentales. «Santos sigue diciendo que no se ha llevado nada. Nunca sospechamos de él». El ya ex secretario de Organización está buscando abogado para comparecer el próximo día 25 ante el juez del Tribunal Supremo que investiga el caso Koldo, Leopoldo Puente. «Demostraré mi inocencia», insistió ayer.
Aunque en La Moncloa tratan de encapsular la trama corrupta al «triángulo tóxico de Ábalos, Cerdán y Koldo», en un intento también de calmar el malestar y las críticas de sus socios, tampoco descartan que pueda haber más implicados. La pregunta que estos días cae a plomo a los miembros del Ejecutivo es si pueden asegurar que ninguno de ellos, ni el presidente del Gobierno van a aparecer en informaciones relacionadas con esta presunta trama corrupta. Fuentes gubernamentales explican que, una vez vivido el capítulo de Cerdán, no pueden estar seguros de lo que haya en investigaciones de las que no tienen conocimiento. Prometen colaboración con la Justicia y actuar con «contundencia», pero siempre cuando tengan sobre la mesa hechos o informes.
«Si van a aparecer más nombres, no lo sé», fue la confesión de Pilar Alegría, portavoz del Gobierno tras la reunión del Consejo de Ministros. En el Ejecutivo presumen de que no conocieron el informe de la UCO sobre Cerdán hasta que se levantó el secreto del sumario y que no tienen conocimiento de las investigaciones que haya en marcha. Lo que sí hizo ayer Sánchez, en una carta a la militancia del PSOE, fue criticar las filtraciones sobre informes de la UCO. «Lo que sí es censurable es que se haya puesto el contenido de ese informe al servicio de un intento deliberado de la derecha para derribar a un gobierno legítimo».
Víctor de Aldama, el «nexo corruptor» del caso Koldo, señaló al ministro Ángel Víctor Torres. Y hay informes de la UCO sobre Canarias y Baleares de la UCO pendientes en la Audiencia Nacional sobre la compra de material sanitario en pandemia. Otro nombre que está en foco estos días es el de Francina Armengol, actual presidenta del Congreso, que cuando era la presidenta balear contrataron con la trama corrupta de las mascarillas. «Es un estado de indefensión», lamentan fuentes del Gobierno. «Se trata de demostrar la acusación, pero ahora vivimos en el mundo al revés y hay que demostrar la inocencia».
Pese a caminar sobre arenas movedizas, sin saber el terreno que pisan – «No tenemos ni idea», confiesan en el Ejecutivo- defiende que el PSOE está «limpio»: «No podemos ser todos sospechosos».
