Publicado: agosto 3, 2025, 4:07 pm
Cae la tarde en el municipio madrileño de Soto del Real. Sobre el espinazo de la sierra el crepúsculo pone notas anaranjadas que recuerdan al pelo de Trump, la némesis de nuestro presidente. Él ahora disfruta de unas merecidas vacaciones en La Mareta, pero para el arquitecto de sus legislaturas está siendo un verano diferente. No es que le falte tiempo para descansar: es que ahora le sobra. Y no sabe cómo llenarlo.
Tampoco es que eche de menos el Parlamento. A él nunca se le ha dado bien hablar en público. Prefiere la discreción, las conversaciones en voz queda con Koldo, el móvil encriptado. Y tampoco es que el Parlamento vaya a echar de menos sus aportaciones legislativas, porque Santos era más de legislar fuera del Congreso, incluso fuera de España, incluso fuera de la Unión Europea. Todo por encargo del jefe, claro: el cuarto pasajero del Peugeot. Por él hizo algunos trabajos notables en territorio plurinacional, como la moción de censura con Bildu para asaltar el ayuntamiento de Pamplona. Pero su obra maestra indiscutible siempre será la amnistía, que negoció en Suiza con su amigo Carles a cambio de investir a Pedro. Ya se le explicó al juez.
Lo que sí extraña durante los melancólicos paseos por el patio son sus funciones como número tres del partido. Es decir, como cabecilla de una organización criminal. Ya no puede recoger sacas de billetes en Ferraz ni amenazar a Bolaños ni acosar a Lastra ni negociar mordidas con el camarada Antxon. Ni siquiera dirigir gabinetes de crisis con Pedro 48 horas antes de que se supiera que la causa de la crisis era él. A veces piensa en el desperdicio que supone para este país el hecho de que un hombre de sus capacidades se vea privado de libertad.
De salud anda bien, de hecho está adelgazando, pero nota el ánimo algo alicaído. No como para meditar seriamente en el intento autolítico ni en la huelga de hambre a lo De Juana Chaos, pero quizá sí para plantearse un cambio de abogado. O al menos de estrategia. Por mucho que haya nacido en Milagro, cavila Santos, es difícil argumentar como un golpista catalán o como un terrorista vasco cuando tu especialidad delictiva es el amaño de obra pública, no el asesinato ni la sedición. El educador penitenciario, que es muy majo, le ha recomendado un par de talleres. Y la revista del penal la lleva la gente de la Gürtel, que no le escatima su admiración. Los condenados del PP están como locos por incorporar el magisterio de Santos al consejo de redacción: la afinidad editorial se da por supuesta. Pero eso de escribir tampoco le seduce. Él es más de nota de voz en disco duro incautado por la UCO. El periodismo de investigación solía dejárselo a Leire.
Ha pasado algo más de un mes y el preso Cerdán no acaba de acostumbrarse a su nuevo hogar. Menos mal que hoy viene Paqui. Santos bendice de corazón el día en que se casó con ella. Es una mujer fuerte, algo tosca pero leal, generosa con sus ocasionales debilidades de la mano de Koldo y José Luis. Caprichosa a veces, eso sí: no había necesidad de escoger el ático en Chamberí, como un nuevo rico cualquiera. Estas cosas siempre dañan la imagen de los buenos socialistas. Pero él tiene claro que Begoña no es mejor que su Paqui.
En esta noche de viernes nuestro preso afronta ilusionado (y algo excitado, por qué no reconocerlo) su primer vis a vis con su mujer. Se ha puesto la camisa a medida recién sacada de la lavandería y se ha regado el cuello con un chorrito de perfume de marca que le han facilitado en el economato. Es sabido que la cárcel altera la mecánica de los deseos: amortigua unos y espolea otros que parecían dormidos. Cuando al fin los dejan solos, nuestro navarro enjaulado inicia una tímida aproximación.
-Pero qué haces, Santi. No vengo precisamente a follar.
-Perdona, Paqui. Es que te echo mucho de menos…
-Y yo echo de menos la vida que nos han quitado. La vida que tenemos que recuperar.
-Pues ya me dirás cómo. Dice Benet que debemos perseverar en la estrategia.
-¿La estrategia que te ha traído hasta aquí? Ese abogado tuyo es un cretino. Esto no funciona, Santi.
-¿Qué insinúas?
-No insinúo nada. Te lo digo bien claro: va siendo hora de colaborar, cariño.
-Qué dices, mujer. ¿Estás loca? ¿Quieres que lo cuente todo? ¿Quieres enfrentarte al Gobierno y ser un apestado en el partido el resto de mi vida?
-Pero qué Gobierno, si se cae a pedazos. Qué partido, si te reclamaron el carné.
-No soy un soplón, Paqui.
-Tú lo que eres es tonto. ¿No ves que esto es un sálvese quien pueda? José Luis está a punto de tirar de la manta. No le importa ya implicar a Pedro y Begoña. Tiene pánico a acabar aquí, mientras tú llevas cinco semanas y no has abierto la boca. Como si te lo fueran a agradecer. Por no hablar del plan de Koldo…
-No me hables de ese traidor.
-Pues es el que menos va a pagar. Porque colabora, coño.
-Pero Paqui…
-Ni Paqui ni pollas. Vas a cantar una jota navarra. El lunes llamo a Choclán, que mira qué verano se está pegando Aldama. ¡Y no me mires así! ¡Estoy hasta los cojones de este puto país!
Próxima entrega
Fontanera a punto de sacar libro
