Publicado: junio 25, 2025, 2:07 pm
España ha sido uno de los grandes protagonistas de la cumbre de la OTAN que esta semana se ha celebrado en La Haya. El rechazo de Pedro Sánchez a comprometerse a gastar el 5% del PIB en Defensa, como exigían la Alianza y EEUU ha situado en el foco a nuestro país, con ataques por parte de Donald Trump, que llevó a calificar de «problema2 a España o, incluso, achacando el choque a los «grandes desafíos internos» que tiene Sánchez. El jefe del Ejecutivo ha apostado por poner en valor la «unidad» de la Alianza al firmar una declaración, pero se ha mantenido firme en el choque con Trump: «España siempre es la solución no el problema».
En una cumbre marcada por la tensión y donde la mayoría de los líderes han tenido que responder a preguntas sobre la posición de España, Sánchez ha evitado protagonizar un choque directo con el presidente estadounidense. No ha habido saludo ni encuentro. Sánchez, de hecho, de manera inusual, ha estado más distante con el resto de líderes que en otras cumbres. Pero sí ha mandado mensajes.
En más de una ocasión ha apelado a que nuestro país no juzga la posición de otros países porque «respetamos su soberanía» -«hemos elegido un camino soberano respetuoso con el resto de aliados»-, dando a entender que algunas manifestaciones, sobre todo las de los mandatarios de EEUU, no habrían cumplido con ese respeto.
Esa «unidad» que celebra Sánchez implica que España también ratifica una declaración que recoge el compromiso de los aliado de llegar al 5% del PIB en gasto en Defensa. Pero la delegación española se acoge a una negociación con el equipo del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, donde en una carta abre la vía a una senda propia del gasto para España, y a un texto final de la cumbre donde se habla de «aliados» y no de «nosotros los aliados» o «todos los aliados». Una ambigüedad deliberada y calculada para permitir a cada país acomodar su relato de caraa la opinión pública.
Sánchez mantiene que su hoja de ruta, pese a que las conclusiones hablan del 5%, es no destinar más del 2,1% del PIB. «Una inversión que consideramos suficiente, realista, compatible con nuestro modelo social, con nuestro Estado del bienestar», ha expuesto el jefe del Ejecutivo. En su comparecencia ante los medios ha querido descargarse la responsabilidad de que esa cifra, alegando que no es él quien la pone encima de la mesa, sino los técnicos de las Fuerzas Armadas y el ministerio de Defensa.
La posición de España se entiende desde una clave doméstica. El presidente del Gobierno afronta un momento de gran debilidad. El informe de la UCO que describe una presunta trama corrupta en el PSOE y el Gobierno -con implicación de dos personas de su máxima confianza como son José Luis Ábalos y Santos Cerdán– ya ha dejado en punto muerto la legislatura, generando mucho malestar entre sus apoyos. Una situación en la que Sánchez hubiera aceptado sin mostrar oposición situar en 80.000 millones al año el gasto militar hubiera sido una palanca que habría permitido a partidos como ERC, Bildu, BNG o Podemos quebrar el mandato ya.
Por eso su estrategia pasa por poner en valor que lleva meses de negociación para eludir esa obligación de llegar al 5% del PIB y que no hacerlo hubiera supuesto destinar en la próxima década más de 300.000 millones de euros, afectando a recortes sociales. Y en esa dinámica, ha confrontado con el PP, señalando que si quien hubiera estado en La Moncloa hubiera sido Alberto Núñez Feijóo «hubiera firmado el 5% del PIB en Defensa, y eso sería un abssoluto eror para España y nosotros no lo hemos hecho».
