Publicado: abril 7, 2025, 6:07 am

Un agujero negro es un objeto astronómico con una fuerza gravitatoria tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de él. Así lo define la NASA. China es una suerte de agujero negro para España: no puede escapar de él, porque necesita mantener una relación comercial con el gigante asiático, ejerce una poderosa atracción, más aún tras la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump, pero necesita de manera imperiosa reequilibrar una balanza muy desnivelada -China copa la práctica totalidad del déficit comercial de España- y eliminar trabas a las ventas de empresas y productos españoles.
Sánchez inicia este lunes una minigira asiática con paradas en Vietnam y China. Será la tercera vez en los últimos tres años que el presidente del Gobierno se reúne con el presidente chino, Xi Jinping, lo que convierte al jefe del Ejecutivo en un interlocutor privilegiado con el gigante asiático. La máxima que defiende el líder español es la necesidad de que España, y por ende Europa, diversifiquen sus alianzas con otros bloques regionales. Lo que defienden en La Moncloa es que la UE tiene que abrir más mercados, sobre todo ahora tras el bing bang desatado por Trump, y en este contexto reforzar relaciones con China gana importancia.
Pero el agujero negro es importante. El propósito no es sencillo. Según los datos oficiales, en 2024, las importaciones españolas desde China sumaron 45.174 millones de euros, mientras que las exportaciones españolas sólo alcanzaron los 7.467 millones. Es decir, una tasa de cobertura -cociente entre exportaciones e importaciones- de sólo el 16,5%. Fuentes del Gobierno estiman que sólo China representa el 70% de nuestro déficit comercial. Pero los datos oficiales apuntan a una cifra algo mayor: según el ministerio de Economía, el déficit comercial de nuestro país el año pasado fue de 40.276 millones. Si el desequilibrio con China es de 37.707 millones, quiere decir que supone el 93,6%.
Más datos. En 2022, la posición inversora de China en España sumó 11.347 millones; la posición de España en China fue de 4.761 millones.
La visita de Sánchez a Vietnam y China tiene un claro componente económico. Fuentes del Gobierno explican que no es un viaje contra nadie, pero sí que se persigue impulsar las ventas españolas en esta región, así como facilitar la inversión de empresas asiáticas en España. Porque todo precisa de un trabajo lento y constante. Un ejemplo. Las negociaciones del expediente de exportación de almendra española a China comenzaron en octubre de 2017, mientras que las relativas a la exportación de fruto fresco de caqui español comenzaron a finales de 2016. Los protocolos fitosanitarios que van a permitir la exportación de estos productos se firmaron en marzo de 2023. Y es que, como admiten en el Ejecutivo, no es un país fácil, donde reconfigurar los procesos requiere de años.
Otro ejemplo práctico. El Gobierno pudo escuchar las quejas del sector cosmético, también del farmacéutico, acerca de los problemas que tenían para penetrar en el mercado chino. Se ha trabajado con ellos y está previsto que se pueda suscribir un protocolo específico para facilitar la presencia de empresas del sector cosmético en este país. Según constatan fuentes gubernamentales son ejemplos que la utilidad de este tipo de viajes. En esta ocasión, uno de los sectores en los que está puesto el foco es el porcino, de máximo interés para el Gobierno y para el que se quiere allanar el aterrizaje en este marcado tratando de flexibilizar las condiciones.
Precisamente a Sánchez le acompañan en este viaje Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, y José Manuel Albares, titular de la cartera de Asuntos Exteriores. Una presencia que da la medida de la importancia que China tiene para la diversificación de las exportaciones del sector agropecuario, más aún ahora tras el escenario que se configura tras la andanada de Trump, siendo el sector primario uno de los damnificados.
Así, Sánchez persigue en este viaje no sólo afianzar una relación bilateral al más alto nivel en términos políticos, sino flexibilizar, cuando no eliminar, barreras administrativas y las distintas dificultades existentes para hacer negocio e implantarse en el país.
«En lo relativo a los flujos de inversión española en China, las restricciones existentes en la prestación de servicios y las barreras de acceso al capital extranjero limita la entrada de empresas españolas en el mercado chino», detalla un informe del ICEX elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Pekín. En el primer semestre de 2024, las ventas de España a China estuvieron copadas por los productos químicos (1.978 millones). También destacaron los menas y minerales (1.623 millones), así como los productos cárnicos (1.104 millones) y los bienes de equipo (978 millones).
En este propósito de facilitar la inversión y las ventas de empresas españolas, así como captar dinero para España, Sánchez mantendrá encuentros tanto con empresas españolas en Vietnam y China, así como con inversores chinos, además de participar en un foro empresarial en Ho Chi Minh.
El pasado mes de noviembre, durante su visita a España en la que se reunió con el Rey y Sánchez, el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (APN), Zhao Leji, prometió ampliar la cooperación en economía, comercio, inversión, cultura y turismo, y destacó el potencial para realizar más avances en ámbitos como vehículos eléctricos, energías limpias, materiales avanzados y economía verde y digital. También enfatizó la necesidad de establecer un entorno de negocios justo, seguro, no discriminatorio y previsible para las empresas.
A esta predisposición de ver a España como un aliado y un socio fiable se aferra Sánchez para estrechar lazos con China mientras considera que se aflojan los que unen a España con EEUU.