Publicado: marzo 23, 2025, 12:07 am

Sánchez mareará la perdiz en Bruselas con lo de la inversión en defensa. Su manera de conducirse en escenarios complejos y con más de dos jugadores es identificar las discrepancias y contradicciones para abrir un boquete mayor, generar una fractura difícilmente reparable y, en este caso, dilatar cualquier decisión verdaderamente comprometedora. Lo que hace poco eran dos corazonadas contraintuitivas hoy constituyen hipótesis manejables: Sánchez no quiere ningún acuerdo claro sobre defensa en la UE -le resultaría embarazoso en España- y tampoco quiere Presupuestos: las cuentas lo retratarían ante sus supuestos socios europeos.
Sánchez está incómodo. El mes pasado, en la cumbre de París que convocó Macron, pilló al vuelo la silla junto al presidente francés. La imagen le permitió no expresarse con palabras [únicamente se pone cargante con la cursilada de «seguridad 360 grados», que «incluye la lucha contra el cambio climático»]. Su proclama anti Trump fue una maniobra de distracción; ya resulta insuficiente. Sánchez ocultará la bolita todo lo que pueda y tratará de hacerlo hasta la ejecución definitiva de los fondos europeos. Abriendo cismas en Bruselas y sin Presupuestos en España gana tiempo.
Su viaje a China encaja en su concepción de la política, no de las relaciones internacionales. Para Sánchez la política es una reyerta [Iglesias trató de enseñarle los términos «disputa» o «guerra»] en un callejón oscuro en el que el embozado es él. Su viaje a China es inconveniente para Europa pero oportuno para él. El pasado 3 de marzo, ‘Abc’ publicó una entrevista con un prestigioso profesor chino, la voz de Xi para Occidente. Xuetong expuso que Rusia y China son «vecinos». En el desarrollo de su razonamiento subrayó que son aliados y evaluó el papel de Europa: «La moralidad se juzga por la mayoría (…) Los europeos tienen un problema: siempre usan su propio estándar como si fuera universal. Europa debería recordar esto: es una minoría». Sánchez reflexiona sobre la idea, barrunta y malicia: «Y pronto, rota». Xuetong asegura que la «moralidad es relativa, no absoluta» y lo realmente importante es el «nivel moral promedio», que representa Xi. Lo que no dice es que lo calcula en función de sus zonas y capacidad de influencia. Cuando Sánchez maniobra para incluir la variable -o actor- China en el marco de las negociaciones europeas es porque pretende desordenar el orden del día.
Una de las patrañas narrativas introducidas por ficciones Moncloa para la campaña electoral de 2023 fue que Sánchez se granjeaba un futuro en Europa. «Habla inglés», decían. Como si fuese el único en Bruselas. Polonia y los bálticos entienden lo que se juega el mundo libre. Ya se ha dicho aquí: la estonia Kallas es el gran hallazgo comunitario. Francia y todos los países del Sur contemplan con escepticismo su ambicioso plan de defensa -ligado al tamaño de las economías-. A Sánchez no le gusta Kallas. Ella pone en evidencia su doblez. Sánchez no se expone, chupa rueda de Meloni. En 1989, Estonia, Letonia y Lituania mostraron su voluntad de librarse del yugo soviético. Sus ciudadanos unieron sus manos y formaron la cadena humana más larga de la Historia. Entonaban cánticos por la libertad: «Tres hermanas se despertaron de su sueño, ahora vienen a defenderse». A Sánchez, la imagen le molesta y empalaga; a la mayoría de investidura le repugna.