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Radiografía del giro extremeño: el tsunami rural que castiga al PSOE y ya quiere a Abascal

Publicado: diciembre 21, 2025, 9:07 am

Extremadura ya no es lo que era en las urnas. En 2023, el PSOE ganó las elecciones, pero sin fuerza suficiente para gobernar; el PP avanzó y María Guardiola alcanzó la presidencia con el apoyo de los de Abascal. No fue una excepción: la comunidad se sumó al giro a la derecha que recorrió como una oleada a España. Lo llamativo es que ocurrió en una tierra históricamente de izquierdas y con Vox entrando por primera vez por la puerta grande en la Asamblea.

Hasta ese momento, la formación de Abascal no había sacado ni un sólo escaño, pero en los últimos comicios consiguió arañar votos a la derecha de la derecha del Partido Popular y empezó a penetrar también en caladeros tradicionalmente vinculados a la izquierda: los pueblos.

Entiéndase la dimensión: en Extremadura, la geografía electoral tiene una clara huella rural. Las capitales, Badajoz, Cáceres y Mérida, apenas reúnen el 29% de la población. A medio camino quedan las ciudades pequeñas y medianas, los municipios de más de 10.000 habitantes, que reúnen otro 21,07%. Pero el peso decisivo recae en los pueblos de casas bajas y plazas vacías. Allí vive casi la mitad de los extremeños, un 49,86%, y es ahí donde se encuentra buena parte del voto.

«Es un voto eminentemente rural», clarifica la politóloga Ana Salazar, presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). No se entiende lo que pasa en las elecciones extremeñas sin mirar a los pueblos que históricamente han sido el gran bastión del PSOE: redes locales fuertes, alcaldes conocidos, voto muy arraigado y una fidelidad construida durante décadas.

Por no hablar de la figura de Guillermo Fernández Vara, un dirigente que, según Salazar, «tenía entidad propia» y lograba «disociarse de las siglas del Partido Socialista». Médico de profesión y con un perfil moderado, fue «una persona tremendamente respetada y querida», incluso más allá de su electorado, y falleció hace unos meses.

Hasta 2023, cuando la balanza empieza a virar y el PSOE se empieza a desgastar. Fue el partido más votado sí, pero no logró revalidar la mayoría absoluta y cedió la Junta. «Perdió votos, pero aguantó bastante bien, en parte porque venía de una mayoría absoluta y de una bolsa de votantes muy amplia», señala Salazar.

¿Y dónde empieza a perder más? En los pueblos, con 28.961 papeletas menos. Las razones son dobles. Por un lado, como razona la politóloga, «el voto de castigo a las siglas del PSOE a nivel nacional, encarnado en Pedro Sánchez«. Por otro, la desaparición de Ciudadanos: «ese votante migra en masa hacia el Partido Popular», como ocurre en buena parte de España.

En ese mismo desplazamiento empieza a colarse Vox. No irrumpe de golpe, sino por arrastre. Salazar habla de una «doble transferencia de voto»: «el votante de Ciudadanos se va al PP y parte del voto del PP acaba en Vox». A eso se suman «primeros votantes jóvenes» y antiguos abstencionistas que deciden movilizarse. Así, un partido sin escaños en 2019 consigue entrar en la Asamblea y formar parte del gobierno cuatro años después.

Pero el voto de Vox no se reparte de forma uniforme por Extremadura. Se concentra. Tiene puntos calientes muy claros. Especialmente en el norte de Cáceres, en municipios del entorno de Almaraz y en comarcas con una fuerte base agrícola. Allí donde hay más población inmigrante (poca en términos absolutos, pero elevada en comparación con el resto de la región) el apoyo a Vox crece.

Para Luis Miller, investigador del CSIC, hay una clave decisiva: la estrategia. «Cuando se repiten patrones de voto es porque los partidos están haciendo campaña donde saben que tienen que hacerla», señala. El partido de Abascal, añade, concentra esfuerzos en zonas donde detecta conflicto potencial, como determinados municipios extremeños con presencia de población extranjera.

Pero el eje no es solo la inmigración. También pesa la agricultura y la energía. La existencia de una gran infraestructura como la central nuclear de Almaraz deja dinero en las arcas locales y permite rebajar impuestos cotidianos como la basura o el agua. En ese contexto, el discurso sobre «qué se hace con nuestros impuestos» encuentra su puerta de entrada.

A eso se suma el peso del campo. Es una zona de pimiento y tabaco donde, según la experta, «el rechazo a determinadas políticas ecologistas funciona», marcada por la precariedad y la dependencia del sector agrícola. El resultado es una combinación reconocible: impuestos, inmigración y agricultura. «Son banderas de Vox», resume la politóloga, mensajes que el partido lleva tiempo agitando y que aquí encuentran terreno fértil.

No es casualidad que Santiago Abascal elija este rincón de Extremadura para esta campaña. En una de sus visitas recientes a Almaraz, apenas ha bajado del coche cuando una mujer vocifera y se abre paso entre la gente. «¡Presidente, presidente, presidente!», grita mientras le aplaude. Se acerca con determinación. Tiene claro su objetivo: quiere una foto… y un audio. «Es para mi sobrino», le dice. Tiene 13 años. «Sus padres no quieren ir a votar, pero él está loco contigo».

La escena no es una anécdota: retrata un cambio generacional que atraviesa la política española. No es que los jóvenes voten mayoritariamente a Vox, sino que es el partido donde más crece su apoyo dentro de esa franja de edad. «Vox es el partido que más crece entre los jóvenes, pero eso no significa que sea el que más votos obtiene», clarifica Salazar.

En los municipios con más población joven, entre los 20 y los 30 años, el mapa electoral no se sale del guion. El reparto de voto se parece mucho a la media extremeña: no hay un corrimiento claro hacia Vox. PP y PSOE mantienen porcentajes casi idénticos y Vox apenas rasca unas décimas. La diferencia aparece en los pueblos más envejecidos. Allí, el bipartidismo se recompone. «Por encima de los 60 años, PP y PSOE siguen siendo claramente mayoritarios», apunta Miller. «Por debajo de esa edad, el voto se fragmenta más y PP, PSOE y Vox compiten mucho más entre sí».

¿Dónde está entonces el matiz? Vox es el partido que más crece entre los jóvenes, pero no el que más votos se lleva. «No son lo mismo crecimiento y mayoría», advierte Salazar. En números absolutos, detalla, los jóvenes siguen votando más a los partidos tradicionales. «Cuando miras el total de votos, PSOE y PP siguen por delante». La clave está dentro de las tripas del electorado: «En Vox hay una proporción mayor de jóvenes que en otros partidos, pero una cosa es eso y otra muy distinta a quién votan los jóvenes en conjunto». Dicho de otro modo: Vox tiene más jóvenes entre los suyos, sí. Pero no gana entre los jóvenes.

Lo innegable es que Vox no ha dejado de crecer. Y todo indica que seguirá haciéndolo. El último barómetro de Sigma Dos para EL MUNDO le otorga entre nueve y 11 escaños: casi el doble que en 2023. Ahora queda por ver hasta dónde llega ese Abascal a caballo que Vox ha paseado en la campaña y cuántos municipios logra teñir de verde. El tablero, concluye Salazar, se reduce a una sola pregunta: «si el Partido Popular logra una mayoría absoluta para gobernar en solitario o necesita a Vox». La respuesta la darán las urnas.

Metodología

Fuente de los datos: Junta de Extremadura e Instituto Nacional de Estadística.

Para la clasificación de los municipios en pueblos se ha tenido en cuenta el límite numérico de habitantes estipulado por el Instituto Geográfico Nacional (a partir de 10.000 residentes, el municipio se considera urbano en España).

Texto y tratamiento de datos: Maria Toldrà.

Gráficos y tratamiento de datos: María Alcántara, Alberto Hernández y Elsa Martín.

Dirección de arte: María González y Josetxu L. Piñeiro.

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