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Pedro y el turrón

Publicado: junio 18, 2025, 10:07 am

Actualizado Miércoles,
18
junio
2025

12:05

Pueden ustedes elegir la metáfora que quieran. El boxeador sonado que ya no fija la mirada. El cormorán embreado por un vertido de crudo que ya no despliega las alas. El rostro encalado del inquilino que emerge desorientado entre los escombros de un derrumbe. La imagen descompuesta de Pedro en la sesión de control más bronca -y por eso más fiel al estado de ánimo de la mayoría social- que yo recuerdo movería a la piedad si él la hubiera sentido alguna vez hacia los propios o hacia los extraños. Su discurso sonambúlico no atinaba siquiera a interpretar convincentemente el y tú más. Perdía pie en sus propios bulos contra Ayuso, Moreno o Mañueco. Cuando Abascal montó el número de ir hacia él y levantarle el dedo a centímetros de la cara antes de abandonar el hemiciclo, el todavía presidente no tuvo los reflejos de victimizarse: automatizó la réplica aduciendo un caso de financiación irregular de Vox que se acaba de archivar. Y para una vez que sacó el carácter eligió al adversario equivocado: abroncó a Rufián por «hacer de la anécdota categoría» (sic). Minutos después el portavoz de ERC hacía mutis rojo de bochorno, calculando la próxima factura, preguntándose si acaso tiene precio la toxicidad que ya corroe la estimación de voto de los socios del núcleo irradiador: «P. Sánchez».

En el lugar del escaño de Santos humeaba un cráter que el meritorio de escalafón que lo ocupaba no podía cubrir. «¡Di-mi-sión, di-mi-sión!»: los gritos retumbaban bajo la bóveda tiroteada por Tejero sin que Armengol, que se sabe a un audio de la UCO de perder la última miaja de autoridad, acertara a reconducir el pleno. María Jesús Montero se desgañitaba contra los espectros del marianismo desde la dimensión paralela en la que vive, una en la que no le imputan al jefe de gabinete y no le dimite el número tres por cobrar mordidas a empresarios a cambio de anularles multas de Hacienda. Y Bolaños suplicaba al PP contención en el uso del lenguaje segundos antes de llamar fascista a media cámara.

Toda Europa asiste ya con curiosidad a la agonía de Don Teflón, la anguila eléctrica en cero energético que boquea desde el fondo de una ciénaga aún por drenar, según Page. Pedro solo tiene una opción de supervivencia: un error garrafal de la derecha. Que algún exaltado cruce el límite de la violencia para redoblar la operación PCP (Pucheritos en las Casas del Pueblo) y que su partido le perdone la corrupción en el comité, y que la izquierda sociológica recobre el miedo al mito del fascio que está perdiendo. Sin eso, Pedro no se come el turrón ni después de las cinco.

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