Publicado: octubre 14, 2025, 12:00 am
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En México, el robo de identidad en el sistema bancario dejó un saldo de 11,302 millones de pesos en pérdidas solo en 2024, de acuerdo con cifras de Cloudflare, un aumento del 77% respecto al año anterior. Sin embargo, las instituciones financieras apenas reembolsaron el 1.4% de ese monto a los usuarios afectados, lo que delata la urgencia de construir un ecosistema de confianza digital. El informe Fraud Intelligence Report 2025, elaborado por Facephi, empresa dedicada al desarrollo de software para verificación de identidad, revela que el 72% de los intentos de fraude registrados el año pasado fueron ejecutados mediante ingeniería social, es decir, manipulando psicológicamente a la víctima para obtener acceso o autorizaciones directas.
No basta con culpar y educar al usuario
Lejos de los viejos correos electrónicos del “príncipe heredero”, hoy el engaño se camufla en mensajes de WhatsApp, llamadas automatizadas con voces clonadas o perfiles falsos que simulan ser bancos, empresas o incluso familiares. Para Javier Barrachina, director de I+D en Facephi, el combate al fraude requiere romper con la narrativa que responsabiliza a la víctima. “La alfabetización digital es indispensable, pero no podemos delegar toda la responsabilidad en el ciudadano. Los bancos, medios de pago y gobiernos deben implementar sistemas que impidan que el fraude se concrete incluso cuando alguien cae en el anzuelo”, comenta. Los atacantes, añade, segmentan sus métodos según cada perfil: al joven lo enganchan en TikTok; al adulto en Facebook;al trabajador en grupos de WhatsApp. El problema ya no es solo el desconocimiento, sino la necesidad económica, un factor que vuelve vulnerables a millones de personas. Ante ello, dice, la educación por sí sola no basta. Frente al avance de los atacantes, el informe de Facephi concluye que las contraseñas y los SMS ya están obsoletos como mecanismo de primera autenticación. En contraste, las tecnologías que muestran mayor efectividad son la biometría, con hasta 90% de reducción estimada de fraudes exitosos; detección de veracidad en tiempo real, con aproximadamente 70% de precisión frente a deepfakes; y sistemas colaborativos entre bancos y fintech, conocido también como trust frameworks, los cuales dieron como resultado una disminución de 60% en reutilización de cuentas mula. Sobre los ataques de suplantación de identidad mediante imágenes, videos y deepfakes, Barrachina comenta que se han popularizado gracias a la abundancia de fotos y videos en redes sociales y al auge de la inteligencia artificial generativa. Esto significa que para atacarlo ya no basta con que las organizaciones comparen rasgos faciales, ahora deben asegurarse de que la persona es real, está viva y está presente durante la verificación. “La biometría resolvió el problema de robo masivo de contraseñas. Pero ahora debe evolucionar para validar no solo el rostro, sino también la presencia real. Hay que verificar que el usuario está vivo y consciente, no que alguien reprodujo su video”, explica Barrachina. Facephi emplea detección pasiva, que no requiere gestos forzados como parpadear o mover la cabeza, sino que analiza en segundo plano elementos imperceptibles para el ojo humano, como la textura de la piel, la iluminación dinámica o los microdetalles de profundidad en el rostro. La tecnología está certificada bajo el estándar internacional ISO/IEC 30107-3 por iBeta, cubriendo el nivel 1 para ataques básicos (fotos impresas, videos reproducidos en pantalla) y el nivel 2 para ataques avanzados (deepfakes, máscaras 3D de alta calidad). Según la compañía, hasta el momento no se han registrado ataques exitosos en las pruebas certificadas, lo que garantiza una detección fiable frente a todo tipo de fraudes visuales. Barrachina admite que en el contexto general evitar la filtración de datos al 100% es un reto mayúsculo difícil de alcanzar, lo que sí es posible es diseñar sistemas en los que no baste con ingresar nombre, dirección y teléfono para ejecutar un fraude. “No se trata de que la gente deje de caer en trampas, porque esas van a seguir. Se trata de construir sistemas en los que, aunque caigan, el fraude no pueda consumarse”, señala Barrachina.
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