Cuando los equipos de búsqueda apenas habían empezado a rescatar cadáveres tras el paso devastador de la DANA en Valencia, el pulso soterrado entre la Generalitat y el Gobierno central comenzó a dejarse entrever. Si la excusa fue entonces el rifirrafe competencial por ver quién debía asumir el mando de la emergencia, el cruce de reproches por los errores en la gestión fue a partir de ahí en aumento. A punto de cumplirse tres semanas desde el fatídico 29 de octubre, la guerra entre ambas administraciones es total.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez ya ha pasado a pedir directamente la destitución de Carlos Mazón por boca de la ministra y secretaria general de los socialistas valencianos, Diana Morant. El Ministerio para la Transición Ecológica -a cuya titular, Teresa Ribera, el PP reprocha su ausencia en toda esta crisis- apunta también contra el presidente valenciano: dos horas antes de su llegada al Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI) ya se había dado la alerta sobre la situación crítica de la presa de Forata. Eso fue supuestamente a las 17.30 horas. A pesar de ello, según fuentes gubernamentales, el aviso a la población no se envió hasta pasadas las 20 horas, si bien la propia Generalitat emitió una alerta hidrológica a las 17.30 ante el posible desbordamiento del río Magro «aguas abajo del embalse de Forata».
Mazón, que ultima una crisis de gobierno, estalló ayer contra lo que considera «mentiras» del Ejecutivo central, al que acusó de perpetrar un «ataque político» contra su persona en respuesta al bloqueo del nombramiento de Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea. «¿No será que la situación de Ribera ha cambiado y ahora todo es un cálculo político para tratar de revertirla?», se preguntó Mazón, que volvió a defenderse diciendo que mantuvo su agenda ese día porque «en el CECOPI estuvo todo el mundo preparado y estaba válidamente constituido».
En esa reunión, además, se sentaba el Gobierno, comenzando por la delegada en Valencia, Pilar Bernabé, o el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), al que la Generalitat acusa de omitir la información sobre el desbordamiento en otro punto crítico: el barranco del Poyo. De hecho, testigos presenciales en la reunión del CECOPI confirmaron que toda la atención aquella tarde estaba puesta en Forata.
«Si el Gobierno tiene capacidad para tomar el mando y tiene información a las 17.30 horas de que la presa puede romper, ¿por qué no toma el mando?», planteó Mazón. El jefe del Consell esgrime que no fue hasta las 20 horas cuando el secretario de Estado, Hugo Morán, llama a la consejera de Interior y responsable de Emergencias (y al mando en el CECOPI), Salomé Pradas, para alertar del «riesgo inminente» de rotura de la presa de Forata.
Es entonces cuando se decide enviar el aviso de Protección Civil a todos los móviles para pedir a la gente que se quedase en sus casas, aunque llega cuando miles de personas estaban ya inevitablemente atrapadas por las inundaciones.
Hacía tres horas que el caudal en el Poyo había comenzado a dispararse, aunque no fue hasta las 18.43 horas cuando la CHJ informó de esto por correo electrónico. Hasta las 16.13 horas, los correos electrónicos se habían sucedido para dar cuenta de la bajada del caudal en el Poyo. Un barranco, por cierto, declarado como área de Alto Riesgo Potencial Significativo de Inundación en el Plan de Gestión de Riesgos de Inundación (PGRI) desde el año 2011.
Las obras proyectadas para evitar riadas e inundaciones en el Poyo siguen sin ejecutarse por parte del Ministerio. La presa de Forata, además, es competencia directa de la CHJ. De hecho, sus representantes en el CECOPI informaron a las 17 horas de la «inminente declaración del escenario 2 de la presa de Forata de acuerdo con su plan de emergencia», según fuentes de la CHJ. La propia Generalitat ha asegurado que la CHJ informó en el CECOPI de la «intención cierta y real» de la declaración del escenario 3 -cuando la presa va a colapsar- a las 19.30 horas.
Desde el Gobierno se desliza el mensaje de que la reacción tardía de la Generalitat se debió a un vacío de poder en el CECOPI por la ausencia de Mazón. El jefe del Consell, que ha asumido el desgaste de confrontar personalmente con el Gobierno, apunta a la inacción de este ultimo pese a su asiento en el CECOPI.