Publicado: mayo 11, 2025, 4:07 am

Todo estaba a medio hacer el 6 de agosto de 1940, día en el que los primeros españoles llegaron al campo de exterminio de Mauthausen. Heinrich Himmler mandó la construcción de este centro de prisioneros situado a 200 kilómetros al oeste de Viena interesado en la gran cantera de granito abandonada que estaba en lo alto de una colina. Pero cuando los camiones dejaron a los prisioneros, no habían terminado aún las obras para levantar el campo. El 5 de mayo se cumplieron 80 años de la liberación de Mauthausen por parte de los estadounidenses. Una fecha que es también el Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en los campos de concentración nazis y a todas las víctimas del nazismo de España. Porque allí fueron encerrados y torturados 7.251 españoles, y más del 60% en torno a 4.500, fallecieron.
Este domingo se celebra el acto de recuerdo a estas víctimas del nazismo. La cita, en la que estará el presidente de Austria, Alexander van der Bellen, contará con la presencia de los Reyes, que visitan Mauthausen por primera vez. También asistirá el ministro de Consumo, Pablo Bustinduy; y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez.
La presencia de Felipe VI y Doña Letizia refuerza, una década después de la Proclamación del Monarca, su voluntad de ser reconocido como el rey de todos los españoles. Esta fue la fórmula con la que juró como Jefe del Estado su padre, Juan Carlos I, ante las cortes el 22 de noviembre de 1975. Ahora, su hijo va un paso más allá, en línea con el compromiso que mantiene con los españoles que sufrieron las consecuencias de no estar en el bando nacionalista durante la Guerra Civil.
Su recuerdo a exiliados de la República ha sido una constante en su reinado. En junio de 2015, los Reyes viajaron a París para homenajear a los soldados de La Nueve, los integrantes de la Novena compañía que liberaron París, y que mayoritariamente eran españoles exiliados. «Este jardín será símbolo de la libertad y la tolerancia, dos de los grandes signos de identidad de la ciudad de París», dijo entonces el Rey.
Don Felipe y Doña Letizia han estado en dos ocasiones en Auschwitz, la última el pasado 27 de enero, con motivo del 80 aniversario de la liberación del campo de concentración. Cinco años antes aprovecharon la visita para reunirse con representantes de la asociación Amical de Mauthausen, organización que agrupa a los deportados republicanos españoles de los campos de concentración. Ese mismo año, el 2020, el Rey participó en Jerusalén en el V Foro Mundial del Holocausto.
También en 2022, durante una visita a Viena, los Reyes rindieron homenaje a todas las víctimas del nazismo y, en especial, a los españoles que estuvieron presos en Mauthausen, con una ofrenda floral en el monumento contra la guerra y el fascismo situado en la Albertinaplatz de la capital austriaca.
En esta senda, el pasado diciembre Felipe VI pronunció un discurso histórico ante las Cortes italianas durante el viaje de Estado a Roma en el que recordó que Italia y España son «dos países con memoria, con una clara conciencia del pasado en particular del que no puede ni debe repetirse, ni siquiera como caricatura y vemos con lógica inquietud cómo muchos tratados, instituciones y foros multilaterales sufren una erosión acelerada, al tiempo que se cuestiona su eficacia aceptemos que muy mejorable». En ese mismo viaje recordó a Rafael Alberti, escritor de la generación del 27 que estuvo exiliado del 39 al 77.
En febrero, Don Felipe presidió la inhumación de los restos de Rafael Altamira, que se exilió al estallar la Guerra Civil y nunca regresó. Su entierro en El Campello logró la asistencia de todos los grupos parlamentarios con representación local en la ciudad alicantina, que en torno a la figura del Rey alcanzaron el consenso más allá de ideologías.
En este propósito de reinar para todos, este domingo reconocerá a los 7.251 españoles que convivieron en ese campo. La gran mayoría llegaron a la localidad austriaca entre agosto de 1940 y el verano de 1941. En torno al 97% se habían exiliado tras la Guerra Civil. Francia los había convertido en prisioneros de guerra. Jóvenes, la media de edad superaba los 20 años, pero también había niños. Así, el español más pequeño que ingresó en el campo tenía 14 años. Ni siquiera había luchado en el bando republicano cuando sus huesos dieron con el campo de concentración.
Apátridas por orden de Franco, al llegar les quitaban la ropa y colocaban el pijama de rayas. En la solapa, un triángulo azul con una S bordada donde les distinguían por nacionalidad. Pasaban a llamarse Rotspanier, «españoles rojos». Aunque 457 fueron gaseados en una cámara a 40 kilómetros de Mauthausen, el resto perecieron de hambre, trabajos forzados, falta de atención médica o fusilamientos. Las condiciones eran tan duras que los primeros murieron a la semana de llegar a Mauthausen.
Los españoles levantaron la estructura defensiva de piedra, la pavimentación, el búnker, el horno crematorio y los espacios de tortura. Fue en 1941 cuando el campo adquirió la forma definitiva, y cuando se convirtió en lugar de mayores torturas. «Si bien en un primer momento la extracción de las pesadas rocas de la cantera, situada a apenas un kilómetro del campo principal, se realizaba de forma mecanizada y a través de una rampa, a partir de 1941 se produciría un giro hacia la brutalidad extrema, sustituyendo la totalidad de la maquinaria por el esfuerzo humano y la rampa por una irregular escalera de 160 escalones, ampliada en 1942, sobre la que diariamente se hacía desfilar a una hilera de prisioneros exhaustos y desnutridos cargados con piedras de más de 20 kg y, en ocasiones, con los cadáveres de sus compañeros», recuerdan los profesores Gutmaro Gómez Bravo y Diego Martínez López en Rotspaniers: españoles en el complejo concentracionario Mauthausen-Gusen.
Mauthausen estaba ideado para acoger a tres mil presos, pero pronto se llegó a una situación de hacinamiento. Himmler lo solucionó levantando el campo de Gusen, donde las condiciones eran tan extremas que la mortalidad se elevó. «De los 3.846 que ingresaron en Gusen en 1941, únicamente 444 permanecían vivos en 1944», resumen Gómez y Martínez.
Los prisioneros se levantaban a las 4 de la mañana. Media hora después comenzaban a trabajar hasta las seis de la tarde, cuando tocaba volver y el recuento. Era cuando se producían vejaciones y torturas.
Aunque cuando los estadounidenses liberaron el campo les recibía una pancarta pintada por los españoles en la que se leía: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras», ninguna autoridad española se trasladó hasta Mauthausen para reclamar a los españoles. En junio les montaron en camiones en dirección a Francia, donde muchos iniciaron su vida en libertad. 80 años después, todos los españoles supervivientes de Mauthausen están muertos.