Publicado: abril 6, 2025, 6:07 am
Más de un 5%. Eso se juegan los productores españoles de hasta 18 sectores, que exportan por encima de ese listón a Estados Unidos. Aunque falta concreción en las medidas arancelarias y proteccionistas anunciadas esta semana por Donald Trump, si es posible saber quiénes están especialmente expuestos. Son los primeros españoles afectados por este golpe al orden comercial, que es como decir orden mundial. La guerra -eso es- arancelaria amenaza especialmente al campo español. A Estados Unidos se envía el 13,4% del aceite -primer destino- el 11% del vino o el 5,3% de los lácteos o huevos. También la industria sanitaria, los bienes de equipo o el automóvil, especialmente los que producen componentes, están alarmados. EL MUNDO ha reunido a representantes de los sectores que viven en vilo desde el miércoles, que ponen palabras de pasmo, pero, también, matices que ayudan a entender el alcance real. Vienen también con soluciones para este trance.
Aceite de Oliva en Andalucía, Extremadura…
«Esto es un sinvivir… Siempre pagamos los mismos»
«Tendremos que equilibrar la guantá como sea». Con esta gráfica expresión definen los olivareros de Jaén «el miedo» instalado en el sector tras el anuncio de Donald Trump de imponer la tasa arancelaria del 10% a los productos europeos. «Teníamos el caramelo casi en la boca, con la recuperación de las cosechas después de tres años muy duros por la sequía y ahora nos llega este golpe, es un sinvivir», lamenta Juan Luis Ávila (47 años), que lleva toda una vida entre olivares y que emplea a nueve personas en una finca familiar en Torrequebradilla, a 20 minutos de la capital. «La vida en todo este territorio gira en torno al aceite». La provincia de Jaén elabora más del 85% de la cosecha nacional, siendo España el líder de exportaciones a Estados Unidos (180.000 toneladas). De ahí la «guantá» a los olivareros.
En la última campaña, los resultados en toda España habían sido espléndidos, con más de 1.400.000 toneladas, pero el efecto Trump ha hecho saltar todas las alarmas. «Estamos acostumbrados a luchar contra todo tipo de adversidades y hemos pecado de falta autoestima, pero esto de Trump ya es demasiado, estamos agotados», reflexiona el productor y dirigente agrario de COAG.
Existen unos 85.000 productores de aceite de oliva en esta provincia, la mayoría agrupados en cooperativas. En cada campaña se firman más de 110.000 contratos para las labores de recogida «con las mejores condiciones económicas de España». Todo iba sobre ruedas en los últimos meses tras aquella sacudida de precios que llegó a obligar a los consumidores a pagar hasta 10 euros por litro de aceite: «Es un producto muy arraigado y nos son muy fieles porque saben de las propiedades del producto». Pero todo ha cambiado.
El teléfono de Juan Luis no para de sonar. Al otro lado, agricultores reclaman información y muestran su inquietud. ¿Qué va a pasar? Algunos de ellos, advierte, queriendo ser previsores porque se intuía lo que podía pasar desde la toma de posesión del presidente norteamericano «comenzaron a malvender y quitarse el aceite de encima; los industriales se aprovecharon y los precios han caído por los suelos». En la actualidad, se paga al agricultor alrededor de 3 euros por cada kilo de aceite. Hace menos de un año, la industria llegó a abonar siete.
En medio del nerviosismo, Juan Luis se aferra al «gran valor y prestigio» que el consumidor norteamericano le otorga al aceite español. Allí se consumen 360.000 toneladas al año de este producto, de los que sus cosechas (Florida) sólo producen 6.000. España les envía unas 180.000 toneladas que, sumadas a las de Italia y Grecia, llegan a 240.000. «El 75% del aceite que consumen los norteamericanos es nuestro y no tienen otro país a donde acudir», destaca.
Territorios emergentes como Túnez tienen poca capacidad de producción (200.000 toneladas al año, de la que consumen más de la mitad). El otro factor determinante es la calidad del aceite español: «En América lo analizan todo, el nivel de exigencia es brutal y saben diferenciar muy bien un aceite de otro; apuestan por comprar lo mejor y nosotros venimos haciendo un esfuerzo y una inversión para enviarles exactamente aquello que quieren». El productor jienense confiesa que el aceite más valorado es el que se exporta a Estados Unidos: «Están acostumbrados a pagar caro el aceite, porque además pueden hacerlo». Por ello, Juan Luis calma: «Estamos preocupados, tememos por el futuro, pero vamos a ir paso a paso. Que no cunda el pánico».
Países como Italia y Grecia van a tener los mismos aranceles. En este contexto de río revuelto, lo que teme el sector es que algunos intermediarios y la industria se aprovechen de inestabilidad que ya se está instalando y «tiren los precios en origen». «Será la otra gran batalla que afrontaremos».
Desde su organización agraria plantean al Ministerio de Agricultura algunas medidas. «El aceite desde países como Túnez no paga en España ningún arancel si sus envíos no superan las 53.000 toneladas, pero existe una cláusula para romper ese acuerdo en situaciones excepcionales y ésta lo es». De forma paralela, pide cambiar el tráfico de perfeccionamiento activo, un régimen aduanero en los puertos españoles que permite la recepción de mercancías de terceros países con suspensión de aranceles e IVA. El fin es mejorar la calidad de la materia prima, durante un máximo de dos años, antes de ponerla en el mercado, «pero, en el fondo, es un coladero de mala calidad y habría que suspenderlo en las circunstancias actuales». El tercer mecanismo, ya utilizado en otras ocasiones, es permitir almacenar aceite, por el cual la UE paga hasta 1,78 euros por kilo de aceite almacenado, «aunque este precio habría que subirlo». Y mensaje final: «Tenemos recursos y experiencia, con el apoyo de las autoridades estamos preparados para intentar salvar al sector», resume Juan Luis, ya casi sin batería en el móvil… Del mirar al cielo a intentar entender de geopolítica: «Siempre lo pagamos los mismos».
INDUSTRIA SANITARIA EN MADRID, CATALUÑA…
«Se graban bienes de primera necesidad para enfermos»
Jesús Govantes, CEO de Normon.
No han entrado en vigor los aranceles a los productos farmacéuticos como tal, pero el sector ya se resiente y los pacientes se inquietan. Lo que sí ha entrado, avanzan, son las tasas extras a los materiales y los ingredientes con que se fabrican y elaboran no solo los medicamentos, sino los productos y tecnologías sanitarias. Cabe recordar que el Acuerdo sobre el Comercio Farmacéutico de 1994 eliminó aranceles sobre muchos de los medicamentos y sus insumos.
Jesús Govantes García, CEO de Normon, uno de los laboratorios españoles de medicamentos, especifica que la nueva política de Trump le afecta a la compañía en dos ámbitos: como proveedor y como país con una filial allí. «Ya empiezan a verse una serie de aranceles espejo, y el 23% de los excipientes que nosotros compramos provienen de allí. Ahora se puede generar un aumento de costes y podemos tener riesgo de viabilidad en la comercialización allí de algunas moléculas, teniendo en cuenta, además, que las rentabilidades de muchos productos genéricos son muy limitadas».
Como ella, toda la industria, nacional y europea, está haciendo una auditoría. Desde la patronal, Farmaindustria, preocupa cómo va a impactar la subida y la respuesta de la UE para otros componentes necesarios en la fabricación de medicamentos, «ya que el 24% de los insumos importados proviene de Estados Unidos». «Esto aumentaría costes de producción y haría que fuera menos competitiva. La Comisión Europea debe dialogar con el Gobierno de Trump».
Un sector directamente afectado por las imposiciones actuales son los productos y tecnologías sanitarias. Desde la patronal, Fenin (Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria), Pablo Crespo espera también que Europa esté a la altura para mitigar los efectos. «De EEUU importamos 25.000 millones, siendo el 23,8% para productos sanitarios. También nos nutre de materias primas para fabricar la tecnología: acero, aluminio, celulosa, plásticos, siliconas… y todas son necesarias y de alguna u otra forma pueden ser grabadas. Esto puede suponer un incremento de costes muy importante».
De momento, lo que sí van a notar es un frenazo significativo en el crecimiento de sus cuentas. Las cifras de 2024 recogían un optimismo que se torna gris. El 15,7% de las exportaciones (781 millones de euros) tuvieron por destino el mercado estadounidense, el segundo detrás de Europa. Había experimentado un crecimiento del 42% respecto a 2023.
El abanico de productos afectados es muy amplio, desde cualquier objeto que haya en un hospital para diagnosticar o tratar (equipamiento de quirófanos, pruebas de imagen…) hasta los domiciliarios complejos, como diálisis, pasando por los más sencillos, como medidores de glucosa, tensión arterial, termómetros… Crespo lamenta que «se graban bienes de primera necesidad para las personas».
Y hay que ver qué sucede con las principales filiales de Estados Unidos (del total de 17) que producen en nuestro país y que distribuyen a nivel mundial, entre ellas Pfizer y Lilly.
Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, concreta su inquietud en el encarecimiento los productos sanitarios, donde los gravámenes sí se han anunciado. «Tanto para el cuidado como tecnología sanitaria son fundamentales para los pacientes y Europa ha de dar una respuesta adecuada para evitar una crisis». Teme que se agraven las desigualdades -«tenemos muchas, sobre todo en España»-, y «estas decisiones hagan que los pacientes no acceden a productos vitales».
Normon también sirve de ejemplo de compañía española con instalaciones en Estados Unidos. De hecho, ellos tienen una filial en fase inicial. «Aún no es un porcentaje fuerte de los ingresos que pueda suponer un riesgo corporativo, pero sí nos hace poner en jaque todo el proyecto, porque provocaría que no podamos comercializar allí algunas moléculas o que decidamos posponer o cuanto menos reevaluar algunos productos que pueden estar en una situación de rentabilidad y retorno de la inversión más al límite», subraya el CEO de Normon.
VINO EN LA RIOJA, CASTILLA-LA MANCHA…
«Habíamos invertido mucho allí los últimos seis años»
Carlos Bujanda, en una de las 4 bodegas del grupo familiar vinculado a La Rioja alavesa.
Carlos Bujanda Fernández de Piérola y María García miran al cielo y aún confían en el milagro. Los dos son viticultores y bodegueros. Forman parte de un sector arraigado en lo más íntimo de España. Desde Moreda de Álava, en el corazón de la Rioja alavesa, a La Recueja, en la albaceteña vera del Júcar, Carlos y María lanzan su preocupación. El incremento del precio en un 20% en las casi 62 millones de botellas de vino que España vende en Estados Unidos agrava los problemas para 544.000 viticultores y 3.925 bodegas. «La mochila que nos hace menos competitivos la vamos a arrastrar todos. Es un freno, pero no un palo en la rueda que nos detenga», confía Carlos Bujanda, el responsable de un grupo familiar que desde la Rioja alavesa ha logrado superar las adversidades para crecer con cuatro bodegas en Moreda, Navarrete (La Rioja) y Valcavado de Roa (Burgos).
«Tenemos que decir con la cabeza bien alta que estamos elaborando los mejores vinos de la historia de España por la profesionalidad de viticultores y bodegas», responde sin un ápice de soberbia David Palacios. Viticultor y bodeguero en Olite (Navarra), es el presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV). Más de 55 Denominaciones de Origen aseguran la calidad de un producto que puja, en cantidad y calidad, con Francia e Italia. «Ahora estamos en el mismo saco y deberemos competir con los mismos hándicaps», advierte Palacios. El «ahora» no es baladí. Alemania, Francia y España ya sufrieron en 2018 la imposición de aranceles del 25% a sus vinos y espumosos por el primer Trump. Italia, Portugal o Grecia se salvaron.
«Entonces las bodegas asumieron ese sobrecoste del 25%. Esperemos que reine la cordura; todavía queda la negociación. Somos un daño colateral de otros productos dónde está el objetivo de estos aranceles», apunta el también presidente de la Denominación de Origen Vinos de Navarra.
José Luis Lapuente, director general de la DOC Rioja, la marca española con mayor arraigo en Estados Unidos con ventas de 400 millones anuales, alerta: «Hay que frenar la escalada de contramedidas de unos y otros, que dañan el producto y, posiblemente, nos saquen del mercado».
El sector del vino -como las vides centenarias desde los bancales de la Ribeira Sacra hasta la almeriense sierra de la Almagrera (las primeras plantaciones de los fenicios, hace 3.000 años)- se aferra a sus raíces para resistir. Según el informe del 2024 de la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV), la producción mundial en 2023 alcanzó los 237 millones de hectolitros. El consumo, sin embargo, alcanzó los 221 millones. El excedente mundial de 1.600.000 millones de litros obliga no solo a los tres grandes (Francia, Italia y España) a pelear en todos los mercados sino que ya ha incorporado a Chile, Argentina, Nueva Zelanda y Australia. Trump les abre una leve ventaja a estos cuatro países al gravar sus ventas con el 10% frente al 20% para los europeos.
«El mercado norteamericano era muy apetecible: había un consumo creciente de todos los vinos españoles y nos interesa mucho tanto por la cantidad de potenciales consumidores como por su renta per cápita«, aclara David Palacios con las últimas estadísticas de exportaciones publicadas por el Ministerio de Agricultura. Las bodegas españolas tienen en el Reino Unido su principal mercado (723.514 hectólitros), seguido de Alemania (633.269), mientras Estados Unidos se sitúa en tercer lugar (464.320 hectolitros). Pero los fríos números ocultan una apuesta «estratégica» en la que se habían volcado bodegueros del Rioja como Carlos Baroja.
«Nos duele mucho lo que está pasando porque es un mercado estratégico en el que hemos invertido durante los últimos 5 ó 6 años y nos da rabia porque teníamos como objetivo poder crecer en 2 ó 3 años de manera relevante», reconoce este bodeguero alavés empeñado en que sus vinos y las experiencia de enoturismo que ofrece Grupo Piérola respondan a la «seriedad y elegancia» del emblema familiar. Piden que las ayudas públicas garanticen la continuidad de la presencia comercial española en Estados Unidos. «No hay que perder el dinero que se ha invertido en el mercado y aguantar el tirón porque volverá la cordura y las aguas a su cauce», añade Palacios, que apunta también al consumidor español. «Tenemos capacidad de crecimiento; el turismo va creciendo y ayuda mucho al consumo y a la comercialización de vino».
Vino y turismo, cultura y vida es lo que ofrece María García en La Recueja. En sus dos primeras añadas como viticultora y bodeguera, ha convertido su marca María de la Recueja en un símbolo. «Quiero que el pueblo no se muera», se conjura la joven albaceteña. La España vaciada también se juega su futuro en la guerra comercial desatada por Donald Trump.
AUTOMOCIÓN EN CATALUÑA, VALENCIA, EUSKADI…
«En cualquier alternativa, Trump se sale con la suya»
Marc Lloveras, de Pont, Aurell y Armengol (Terrassa), textil para la automoción.ARABA PRESS
Con un 15% de su facturación dependiente del mercado estadounidense, Pont, Aurell y Armengol S.A. afronta con «incertidumbre» las noticias que llegan desde Washington. Hace semanas que esta histórica pyme ubicada en el polígono industrial Can Petit de Terrassa (Barcelona) baraja «varias opciones» ante la imposición de los aranceles del 25% que Trump impone a la automoción. «En cualquier alternativa de las que ahora tenemos, Trump se habrá salido con la suya», reconoce Marc Lloveras, jefe de ingeniería de procesos de una compañía con origen en la producción textil convencional, hace 150 años, y que hoy dedica prácticamente toda su actividad a fabricar moquetas y fieltros para interiores de vehículos.
El impacto directo de la política arancelaria de Trump para la industria del motor nacional es reducido, ya que España, segundo país productor de Europa y octavo del mundo, ya no exporta ningún vehículo a Estados Unidos después de las apenas 52.000 unidades vendidas en 2023.
Casi un 90% de los 2,4 millones de coches fabricados el año pasado en plantas españolas fueron exportados, en su mayoría, a otros países de la Unión Europea. No obstante, es una puñalada para los modelos Tourneo y Transit Connect de Ford Almussafes (Valencia) y las furgonetas de Mercedes-Benz (Vitoria), los últimos vestigios de vehículos a EEUU.
La ofensiva de Trump tendrá mayores consecuencias para los fabricantes de componentes, con firmas como Antolin, Gestamp o CIE Automotive, que tienen a Estados Unidos como octavo socio comercial, con una cifra de facturación global en torno a 1.000 millones de euros (el 4% del total). Pero en esta ecuación cabe tener en cuenta la afectación indirecta de las exportaciones de componentes a Alemania o México por los coches que esos países venden a EEUU. Si las tarifas arancelarias a la entrada de vehículos están en vigor desde el pasado jueves, las que afectan a la importación de piezas de automóviles, también del 25%, lo harán el 3 de mayo.
El teléfono de Pont, Aurell y Armengol ya ha recibido varias llamadas de muchos de sus clientes estadounidenses: quieren rebajar el precio de venta de las moquetas que emplean en piezas de suelo, maleteros o refuerzos de asientos para no asumir el incremento arancelario de su Gobierno. En paralelo a estas negociaciones, otra de las opciones que estudia la textil catalana, con sedes en República Checa, Marruecos y México, es comprar en este último país o bien en Canadá o los propios Estados Unidos la fibra que utilizan como materia prima, que ahora adquieren en Europa. Así, el producto salido de la planta mexicana se beneficiaría del T-MEC [entre las tres naciones norteamericanas], mientras Trump no consume su amenaza de romper ese tratado: «El peor de nuestra historia». Explica Marc Lloveras que ya han contactado con proveedores de urgencia, pero que se dan de bruces con un cambio derivado del actual contexto: «Han incrementado el precio de la fibra».
A 20 kilómetros del polígono industrial de Terrassa, en la factoría de Seat en Martorell existe más preocupación por los aranceles de la UE al vehículo eléctrico de China que a Trump. Pocos días antes de dejar por sorpresa, la semana pasada, su cargo de CEO de Seat y Cupra, Wayne Griffiths alertó de la posible pérdida de 1.500 empleos en la compañía y otros 10.000 indirectos si se mantiene el recargo a la importación del Cupra Tavascan, que se fabrica en Anhui. Al arancel inicial del 10% se le suma el del 20,7% sumado ahora.
El recargo estadounidense al motor interfiere, además, en uno de los planes estratégicos de la filial española del Grupo Volkswagen, que tenía previsto desembarcar en Estados Unidos con Cupra antes de 2030.
TRANSFORMADORES EN ANDALUCÍA, GALICIA, CYL…
«Fabricar en muchos países para mitigar el impacto»
Agustín Jiménez, secretario de Industria de CCOO Córdoba, ante Hitachi.ARABA PRESS
Con el negocio de la electricidad en pleno auge, la compañía Hitachi Energy, líder mundial en la fabricación de sistemas energéticos y potentes transformadores, confía en amortiguar el impacto de los aranceles anunciados por Trump con sus inversiones millonarias repartidas por medio mundo, según indican a EL MUNDO fuentes de la empresa. «Los cambios en el panorama político y normativo, siempre han sido parte integrante del modelo de negocio de Hitachi Energy», remarca la compañía.
En efecto, la multinacional, con sede en Suiza, cuenta con más de 60 fábricas de transformadores y centros de servicios en todo el mundo. Empresas del sector se pueden encontrar en Lugo o Salamanca, pero la más destacada es Hitachi, en Córdoba, donde fabrican transformadores que luego se utilizan en centrales nucleares, térmicas, solares, eólicas y marino-eólicas de España y del mundo. En cada uno de esos transformadores se pueden emplear entre catorce meses y dos años de trabajo. Los más complejos y punteros pueden costar entre tres y cinco millones de euros.
Justo hace un año, anunció inversiones de unos 1.400 millones para aumentar su capacidad global de fabricación de transformadores. «Nuestra estrategia incluye la fabricación en muchas regiones, lo que ayuda a mitigar el impacto de cualquier política tarifaria única», como las amenazas de Trump, ha remarcado la empresa estos días. Las inversiones millonarias de la compañía también se están dirigiendo a Estados Unidos, con fábricas de transformadores en Virginia, Missouri y Mississippi.
En la fábrica de Córdoba, las inversiones son visibles. Está prevista la contratación de más trabajadores para mejorar también el proceso productivo, según explica a este diario el secretario de la Federación de Industria de Comisiones Obreras en Córdoba, Agustín Jiménez. Este sindicato ocupa la presidencia del comité de empresa en Hitachi. «Un programa de inversiones millonarias de una multinacional no se frena por anuncios como los de Trump. Hitachi Energy es una empresa muy consolidada», tranquiliza el representante de CCOO, que no cree que puedan perder clientes, al tratarse de una tecnología muy específica. Lo que se fabrica en Córdoba sólo se hace en Corea y «otras 3-4 fábricas del mundo».
A medida que crece la electrificación de las industrias, en particular los centros de datos y la Inteligencia Artificial, impulsa una demanda de transformadores sin precedentes.
A la espera de detalles sobre los aranceles de Trump, los sindicatos están «muy atentos para ver cómo se desarrollan» porque ahora son «muy genéricos». En la primera etapa de Trump, hubo empresas de Córdoba del vino y el aceite que pusieron en marcha contratos con cláusulas especiales con sus clientes norteamericanos para blindarse de los nuevos impuestos, recuerda Jiménez.
Hitachi Energy Córdoba cuenta con unos 460 trabajadores, casi a medias entre técnicos cualificados e ingenieros. La perspectiva, de «crecimiento», sólo se topa con la temeridad que manda en Washington.