Publicado: julio 10, 2025, 6:07 am

Desde hace dos años, el Congreso ha sido una pesadilla para Pedro Sánchez y su Gobierno. Territorio hostil casi todas las semanas. En esta antesala de las vacaciones de verano, sin embargo, el pleno del Congreso de los Diputados fue un lugar donde Pedro Sánchez recibió una especie de linimento para suavizar en algo la profunda herida que lleva abierta desde que se supo que sus principales colaboradores eran presuntos corruptos y machistas. Tiene a su ex secretario de Organización en la cárcel. En el peor momento de su mandato, el presidente del Gobierno salió más aliviado de su comparecencia ante el pleno que del propio Comité Federal, que es suyo. En el Comité bebió el trago de amargura de la renuncia de Paco Salazar por denuncias de acoso sexual. En el pleno quedó claro que sus socios le sostendrán, a pesar de los escándalos de corrupción.
Los socios de Gobierno y de investidura no sólo le brindaron a Sánchez su respaldo, es que le dieron hasta cariño. Algo seguramente muy necesario en momentos de bajón emocional. Líbranos del mal, le vinieron a decir los aliados al presidente, casi como en la última petición del Padre Nuestro. El mal pueden ser unas elecciones generales anticipadas en las que el PSOE, Sumar, ERC y Junts temen un desastre.
En mitad de todo tipo de dimes y diretes sobre la dimisión, la moción de censura o la cuestión de confianza, quedó meridianamente claro que los socios no le van abandonar para que gobierne el PP, con o sin el concurso de Vox. Están dispuestos a sobrellevar la corrupción que ya se conoce en el entorno del presidente e igual alguna otra cosa más que éste por salir. Más cornás dan las urnas, según los sondeos de intención de voto.
El presidente no necesita presentar ninguna cuestión de confianza que valga, porque la confianza de la Cámara no la ha perdido. La confianza del PNV es la que está algo más averiada, lo cual tampoco significa que los nacionalistas vascos le vayan a dejar de hablar ni le vayan a pedir su dimisión o la disolución de las Cortes. El posible abandono del PNV sería un golpe moral para Pedro Sánchez, pero si esa ruptura se produjera, el presidente sacaría fuerzas y argumentos para seguir en Moncloa haciendo el bien y dando luz a todos los españoles. Su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en una simbólica declaración de amor a su presidente, le dio las gracias, defendió su honradez y aún dijo que la única luz de un mundo a oscuras es la que permanece encendida en La Moncloa. El enfado que había mostrado la líder de Sumar en las últimas semanas en los medios por la corrupción mutó en la tribuna del Congreso de los Diputados el mismo día en el que murió su padre, un respetado sindicalista.
Puede decirse que el papel de la oposición del PP, con el estrambote de Vox, le pone fácil a los socios la apelación al miedo a una alternativa de Gobierno que en todos los plenos exhibe su radicalidad y dureza así en la tribuna como en los golpes que da a los escaños. Pero es dudoso que los socios fueran a criticar al presidente más y mejor, o a pedirle las responsabilidades políticas por la corrupción, si los diputados del PP recibieran los discursos del presidente, con la elegancia propia de un concierto de la Filarmónica de Viena, en vez de con insultos y pateos.
Pedro Sánchez se vio a sí mismo crecido, quizá por primera vez en el último mes, y quiso recrearse en la suerte lanzándose en plancha contra Alberto Núñez Feijóo. El presidente del PP tiene en su biografía unas fotos de juventud en un barco de vacaciones con un narcotraficante. Y cada vez que alguien lo recuerda, Feijóo siente como un puñal en el estómago. Sánchez lo hizo. Se lo recordó. Y se desataron los demonios de los puñales en el pleno. Feijóo sacó del cajón donde lo había guardado el dossier de las saunas del suegro de Sánchez y del piso donde vivía la familia Sánchez-Gómez antes de instalarse en Moncloa. «¿De qué prostíbulos ha vivido usted?». Vamos con todo. La declaración de intenciones del líder del PP, y fue ovacionada con gran entusiasmo por los suyos puestos en pie.
Nadie sabe si el tono de la legislatura seguirá escalando por encima de los ochomil. Ya hemos llegado al lugar donde habita lo escabroso y lo grasiento. Cabe preguntarse qué dejarán para la campaña electoral, sea cuando sea. Tampoco Pedro Sánchez y los suyos saben si a la vuelta de la esquina les espera otra sorpresa de la UCO o de los jueces. Sánchez pensó en dimitir, pero lo descartó después de hablar con los suyos. Igual que después de los cinco días de abril de 2024. El líder socialista ha logrado el respaldo del PSOE y del Parlamento para su relato de que asumir responsabilidades políticas por la corrupción consiste en pedir perdón con humildad y hacer penitencia con un paquete de iniciativas. Mucho caso no le hicieron en el pleno a esas medidas, quizá porque todo el mundo sabe que la madre del cordero no está en las medidas, sino en otro lugar.