Publicado: noviembre 6, 2025, 12:07 am

Juan Carlos I aprovecha sus memorias para aclarar capítulos controvertidos de su vida, de los que ofrece una versión distinta a la que hasta ahora se han publicado. El emérito, que le gustaría ser llamado ‘rey padre’, pasa de puntillas por algunos momentos, pero se explaya detallando su visión de otros a lo largo de las 512 páginas de Reconciliación, el libro que se comercializa desde ayer en las librerías francesas y que llegará a España el próximo 3 de diciembre. A pesar de que a lo largo del día de ayer los medios fueron desgranando sus memorias, el que fuera Jefe del Estado decidió continuar con su vida normal y aterrizó en Vigo pasadas las doce la mañana para participar estos días en la regata Desafío Barceló. Don Juan Carlos recibe en Sanxenxo, en casa de su amigo Pedro Campos, el ruido en torno a su libro.
Arranca el emérito con su salida de España, una decisión que tomó de manera voluntaria cinco meses después de que su hijo le retirara la asignación y renunciara a su Herencia. El padre de Felipe VI le deja un mensaje en sus páginas al recordar la conversación que tuvieron en ese momento: ‘No olvides que heredas un sistema político que yo he construido. Puedes excluirme en el plano personal y financiero, pero no puedes rechazar la herencia institucional en la que has crecido. Solo hay un paso entre ambas».
Caso Nóos
Don Juan Carlos describe también la relación con la Infanta Cristina en el capítulo de su abdicación. Habla del caso Nóos, donde afirma que «el juez se obstinó. Quería poner a la Corona en el banquillo». Confiesa que aquel proceso judicial por el que Iñaki Urdangarin fue condenado tuvo «consecuencias desafortunadas para la Corona y nuestra familia». Así, el ex Monarca confiesa que durante dos navidades los Urdangarin no estuvieron invitados a la cena en el Palacio de la Zarzuela. También que le pidió a su hija que entregara el ducado de Palma, algo a lo que Doña Cristina se negó. «Serás Infanta toda la vida», le dijo su padre. Felipe VI consumó la idea de Don Juan Carlos al año de llegar al Trono, cuando decidió retirarle el ducado de Palma en junio de 2015, coincidiendo con el 50 cumpleaños de la segunda hija de los Eméritos. Hasta ahora se desconocía que el padre había reclamado a Doña Cristina su título.
Botsuana
Una versión distinta ofrece también sobre la cacería en Botsuana. El Emérito asegura que acudió al país africano invitado por su amigo Mohamed Eyad Kayali, uno de los consejeros del rey de Arabia Saudí. Y que una vez aterrizó se encontró allí con su ex amante, Corinna Larsen y el hijo de esta, que cumplía diez años. Según Don Juan Carlos, no sabía de esta presencia en la cacería. Hasta ahora, Larsen había sostenido que el plan fue una invitación del Emérito para celebrar el décimo cumpleaños de su hijo, con quien el padre de Don Felipe tiene numerosas instantáneas de vida cotidiana en Madrid.
Según fuentes consultadas por este diario de personas que estaban allí, «el Rey no cuenta toda la verdad por ser elegante». Esa versión asegura que Corinna se habría autoinvitado a aquella cacería porque quería matar ella un elefante con las dos licencias que contaba Kayali. El plan de Don Juan Carlos era ir a esa cacería para ver a su amigo cobrar las piezas, no él. Por la insistencia de la danesa, Kayali le permitió dar muerte a uno de los elefantes.
Pusieron en marcha todo el operativo, encontraron a un elefante y se dispusieron a dispararle. Un equipo de tres miembros del parque nacional les acompañaban con rifles por seguridad. De pronto, el paquidermo les detectó y comenzó a caminar hacia ellos, momento en el que Corinna «entró en pánico y no supo reaccionar». Don Juan Carlos, al ver la situación, terminó disparando al elefante para salvar al grupo. «Ese elefante no era para él», desvela ahora la fuente consultada.
Cuatro mosqueteros
Si Kayali aparece citado como un gran amigo, Don Juan Carlos también se explaya para hablar de los que bautizó como los «cuatro mosqueteros» para trazar su plan de abdicación. El ex Monarca depositó su confianza en Rafael Spottorno, Fernando Almansa y Alberto Aza, tres ex jefes de la Casa; así como en Félix Sanz Roldán, entonces director del Centro Nacional de Inteligencia. También consultó con Landelino Lavilla para el marco jurídico de su abdicación. Narra Juan Carlos I que al primero que se lo dijo fue a Felipe VI y que realizó una ruta por los países del Golfo para comentárselo también a sus homólogos, con los que les une una relación de hermandad. En ese capítulo se explaya también sobre la falta de marco legal para una abdicación.
Narra cómo valoró irse a otra residencia, pero no quería ocupar El Pardo porque había sido la casa de Franco y era el lugar que aloja a los jefes de Estado en visita oficial. También pensó en La Angorrilla, pero la rehabilitación le parecía costosa. Su última opción era el extranjero, pero rechazaba dejar España. Así que permaneció en la residencia oficial del Palacio de la Zarzuela.
La Pascua de 2014
Precisamente fue la Pascua Militar de 2014, año de la abdicación, lo que le hizo madurar la salida de España. El Emérito pronunció el discurso sudoroso, lento, dubitativo. Se publicó que Don Juan Carlos acababa de aterrizar de Londres, donde había pasado la noche de Reyes. Él, sin embargo, asegura que se encontraba en Madrid con múltiples dolores y una medicación muy fuerte para soportarlos, sumado a que pasaba episodios de apnea del sueño. Eso hizo que estuviera con signos de somnolencia durante el discurso y que se produjera esa imagen de un rey debilitado que le llevó a pensar en su abdicación y que fue la culminación de años de caída de la popularidad.
Don Juan Carlos termina su libro con un epílogo en el que pide disculpas y reconoce: «La abundancia, la vida de las mujeres españolas, la vida privada. Lo he reconocido en estas páginas, no soy un santo. El poder no ha limitado mi personalidad, ni sofocado mi sentido de la vida. Nunca lo he ocultado. No soy un santo, el poder no ha limitado mi personalidad, ni sofocado mi sentido de la vida. Nunca lo he ocultado».
