Publicado: octubre 6, 2025, 4:07 am

En octubre de 2024, hace ahora justo un año, el PP se encontraba en su mejor momento en las encuestas y Vox, en el peor. El Gobierno se arrastraba por Waterloo en busca de apoyos y el PSOE seguía en manos de un hombre llamado Cerdán, mientras que el partido de Abascal sufría las consecuencias de la espantada de los gobiernos autonómicos y aparecía ante la opinión pública como una fuerza secundaria que no era capaz de superar el 10% de los votos.
Todo parecía una cuestión de tiempo, el que tardara Sánchez en convocar elecciones mientras acumulaba el desgaste que suponían sus fotos con Aldama, sus mensajes con Ábalos y su desgobierno sin Presupuestos. Y sin embargo, un año después el PSOE está donde estaba, sumando, en efecto, despropósito tras despropósito, pero en la oposición han pasado cosas: el PP está en retroceso y Vox vive el mejor momento de toda su historia.
¿Qué ha ocurrido? Veamos si los datos nos ayudan a comprenderlo. En un año Vox ha ganado 6,4 puntos, más de 1,5 millones de votos, sin haber hecho propuestas nuevas, ni haber desplegado una ofensiva política importante, ni tener siquiera una presencia mediática destacada -el último acto protagonizado por Abascal es el de Vistalegre del pasado 14 de septiembre, hace ya tres semanas-.
Casi todos sus nuevos votos vienen del PP, a quien le estaría arrebatando más de un millón. En España no se ha producido el trasvase de votos de la antigua izquierda proletaria a la derecha populista, como sí ha ocurrido en otros países de Europa.
Feijóo sigue siendo el líder más valorado, aunque por la mínima y con un pero importante: es el peor visto entre sus propios votantes. También por poco margen, pero lo es. Aquí lidera Abascal (7,7), seguido de Yolanda Díaz (6,5), Sánchez (6,4) y el propio Feijóo (6,3).
Esto explicaría que los populares sufran en lo que se conoce como fidelidad de voto, que son las personas que te votaron en 2023 y que ahora afirman que volverán a hacerlo. La del PP ha caído y está en un pobre 68,8%, frente al 84,3% de Vox. Tiene igualmente un número creciente de votantes indecisos, que escala ya al 11,5%.
Por último, este mes ha perdido su histórica hegemonía entre los votantes mayores de 65 años, donde ha sido superado por el PSOE: 37,5% socialista vs. 37,3% popular.
Aun así, el PP se mantiene como el partido más votado por abultada diferencia, en gran parte porque los socialistas no mejoran nada pese a Gaza, el aborto o lo que vayan encontrando. Es más, Feijóo es capaz de quitarle un 5,8% de votos al PSOE, medio millón, y Sánchez no tendría hoy ninguna oportunidad de seguir gobernando.
Pero las fisuras existen. En el último año se observan dos momentos de bajada del PP: una de noviembre de 2024 a enero de 2025, y otra desde el pasado agosto hasta ahora. Coinciden con la gestión de la dana de Valencia y de los incendios de este verano. Sí, la gestión. La palabra mágica del PP. Gobernar 11 comunidades autónomas es una oportunidad, pero también un riesgo que, por ejemplo, Vox quiso quitarse de encima. No tener presupuestos y trasladar una imagen de estar superado cuando pasan cosas importantes son malos compañeros de viaje. Porque los ciudadanos pueden estar hartos del PSOE de Sánchez, pero necesitan que la alternativa funcione. La alternativa radical se cuela por el agujero que dejan los problemas cotidianos que no se arreglan nunca (la vivienda, la precariedad salarial, el transporte, la inseguridad, la inmigración) y los problemas repentinos que, cada vez que ocurren, todo parece un desastre.
Está, por último, la confianza. Feijóo no va a ser el líder supercarismático que algunos quieren, pero sí debe ser capaz de transmitir esta confianza a los españoles: que él no será como Sánchez, que buscará el consenso en los temas importantes, que pondrá a su país por delante de sus intereses personales y de su partido, y que no manipulará y arrastrará por el suelo las instituciones democráticas que tanto nos costó conseguir. Y también, que si hay un gran problema en España lo gestionará con eficacia, sin partidismos, chapuzas e improvisaciones. Aquí y en ningún otro sitio es donde se la juega el PP.