Publicado: junio 8, 2025, 1:07 am
Hace un mes que no se habla de negociaciones del Gobierno. Solía ser el principal foco de las críticas a Pedro Sánchez -por sus cesiones al independentismo a cambio de votos- y ha quedado relegado a un segundo plano. El goteo de informaciones sobre tramas y «cloacas» -el término que se ha establecido en el debate-, entre citaciones judiciales, acapara la agenda hasta colapsar la iniciativa de Moncloa. A Carles Puigdemont lo ha sustituido Leire Díez; a los pactos en Waterloo, los whatsapps. Y, a la acción de Gobierno, la corrupción. El desborde de casos ha eclipsado, y frenado, la actividad política del Ejecutivo en 30 días marcados por el caos.
De la última vez que Sánchez fue noticia por sus pactos con Junts hace exactamente un mes. El pasado 8 de mayo, el Congreso convalidó el decreto de respuesta a los aranceles de Donald Trump tras un acuerdo del Gobierno con los neoconvergentes, que celebraron que el 25% de los fondos irían para Cataluña. La oposición cargó contra ello, hablando de «cupo arancelario» y acusando a Sánchez de preferir pactar con los independentistas. Sin embargo, esos reproches, que venían siendo la tónica de la legislatura, no han vuelto a tener motivo para brotar. Aquel fue el último pacto cerrado.
En los 30 días siguientes a esa jornada parlamentaria, el Ejecutivo no ha sometido a convalidación decreto alguno. No ha habido más sesiones plenarias en jueves, pues este es el día destinado a las iniciativas del Gobierno y no había nada que votar. Vacío en la acción legislativa, que ahonda en la falta de Presupuestos que persigue a Sánchez. Pero ni siquiera esto ha sido objeto de demasiadas críticas en las últimas semanas. Este mes, los «escándalos» lo han monopolizado todo, consumando el giro: paralizada la conversación política, ya solo se habla de corrupción. La manifestación convocada este domingo por el PP será el primer termómetro de la percepción ciudadana ante esta nueva realidad.
En las fechas en que el Gobierno logró convalidar el decreto de aranceles, la resaca del apagón aún protagonizaba el debate público. Algunos en La Moncloa encontraban en esto un consuelo porque desviaba el foco del «problema de imagen» generado por los casos de Koldo-Ábalos, Begoña Gómez y el hermano de Sánchez. Sin embargo, todo desde entonces ha ido en sentido opuesto. El domingo 11 de mayo, EL MUNDO publicó la primera entrega de los whatsapps que el presidente del Gobierno intercambió con quien fuera su mano derecha, José Luis Ábalos. Maniobras para silenciar la disidencia interna, reproches al socio de Gobierno, descalificaciones a compañeros… Y un mensaje que retrata el resurgir político de un ex ministro hoy imputado: «He echado de menos muchas veces trabajar contigo, […] también tu amistad». Nada pudo hacer el Gobierno por evitar que esto acaparase tertulias y debates parlamentarios. Sánchez lo intentó convocando la Conferencia de Presidentes y abanderando la causa palestina en una cumbre europea, pero fue en vano. Primera semana del caos.
La siguiente no fue menos. Las noticias que apuntaban a que la UCO estaría trabajando en un informe incriminatorio sobre Santos Cerdán situaron en el ojo del huracán al secretario de Organización del PSOE. A la información revelada por EL MUNDO sobre la vinculación de un dirigente socialista canario a los líderes de una trama de narcotráfico se sumó la imputación de la ex presidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera, que devolvió el caso Koldo a la primera plana. Y la semana culminó con la maniobra del líder del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo, para aforarse in extremis antes de que la jueza abriera juicio oral contra él y el hermano de Sánchez. El Gobierno se aproximó algo más al bloqueo.
Leire Díez fue el punto final. Las informaciones publicadas por El Confidencial y EL MUNDO que revelan la operación ejecutada por esta ex militante socialista para difamar a la UCO establecieron al Gobierno en la parálisis, pese a los intentos de alzarse. Anunció ayudas a la compra de gafas y lentillas, pero ese flash duró minutos. A la falta de explicaciones se sumó que varios ministros difundieron el bulo de la «bomba lapa», intensificando la sensación de caos. Ni siquiera el borrador de sentencia del Tribunal Constitucional sobre la Ley de Amnistía logró tapar la polémica: al día siguiente de que se conociera, Leire Díez y su comparecencia, en la que apareció Víctor de Aldama, llevaron los «escándalos» a su punto álgido.
El goteo de informaciones y polémicas sobre La Moncloa que ha acaparado el foco en el último mes llevó al PP a convocar hoy a la calle acusando al Gobierno de ser una «mafia». No será la primera vez que los populares se manifiesten contra Sánchez, pero sí marcará un precedente: el motivo para protestar ya no es la acción política, sino la corrupción. Así se aceleró el ocaso de otras eras.
PSOE judicializado
La de este domingo será la sexta concentración organizada por el PP contra el Gobierno desde las elecciones de 2023. Las cinco anteriores se convocaron a cuenta de la negociación y aprobación de la Ley de Amnistía. Esta vez, el contexto es bien distinto.
El 24 de septiembre de 2023, a 48 horas de la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo -fallida-, el PP llamó a la calle bajo el lema «frente a la amnistía, igualdad». Sánchez aún no había abrazado públicamente el perdón a los encausados del procés, pero Puigdemont sí había expuesto su condición. 65.000 personas se concentraron en la plaza de Felipe II de Madrid, según Génova; 40.000 estimó Delegación de Gobierno. De los casos de corrupción que hoy tocan a Pedro Sánchez, Moncloa y el PSOE, entonces solo se conocía uno: el del diputado canario Tito Berni, descubierto en febrero de ese año. Pero aquella era una causa puntual, con notas turbias que se reproducirían en otros casos, y la convocatoria del PP se centró todavía en la esfera política.
Santos Cerdán, Carles Puigdemont y Jordi Turull, en BélgicaE.M.
Lo mismo sucedió en los tres llamamientos siguientes. Todos, contra la amnistía y en momentos cruciales de su tramitación. El 12 de noviembre de 2023, a unos días de la investidura de Sánchez, Feijóo llamó a las calles en una concentración a la que, entonces sí, Vox se sumó. El perdón a los responsables del procés estaba ya prometido y una multitud -un millón de personas, para los promotores, no menos de 80.000, admitió la Delegación del Gobierno- desbordó Sol y el centro de la capital. El PP volvió a concentrarse el 3 de diciembre, en paralelo a las protestas frente a la sede de Ferraz, y el 28 de enero de 2024, a horas de que el Congreso votara la amnistía -Junts, entonces, la rechazó por insuficiente-.
Hubo una cita más antes de la de hoy. En vísperas de las elecciones europeas y de la aprobación definitiva del perdón pactado con Puigdemont, el PP convocó una concentración el 26 de mayo en la Puerta de Alcalá. Cinco convocatorias masivas en Madrid. Esta, como las anteriores, centró sus reivindicaciones en el ámbito estrictamente político -la amnistía-, aunque en esa fecha los casos de corrupción ya acechaban al Gobierno. Detenido Koldo García, con Ábalos señalado y desplazado del PSOE, también Begoña Gómez era ya objeto de una investigación judicial por su cátedra en la Universidad Complutense. No obstante, estas polémicas todavía permanecían en un segundo plano frente al debate político, y el PP no las puso en el centro de su protesta. Aunque iban escalando en la agenda y los populares ya hablaban de la «sospecha de corrupción» y reclamaban «higiene democrática».
Alberto Núñez Feijóo, en la última manifestación convocada por el PP, el 26 de mayo de 2024
El panorama ha virado del todo en un año. La cascada de imputaciones y escándalos ha caído sobre el entorno de Sánchez y lo ha eclipsado todo. Su ex mano derecha -Ábalos-, su esposa y su hermano están imputados, después de un año con el debate público marcado por el goteo de novedades en los casos que les involucran -los contratos de Jésica en empresas públicas sin trabajar, el asesor de Moncloa implicado en la trama del «hermanísimo», Aldama acusando a diversos dirigentes de ilegalidades…-. El acelerón de las polémicas vivido el último mes -los whatsapps y Leire Díez como protagonistas- no ha sido más que el culmen de la asfixia del Gobierno por la corrupción. Y, esta vez sí, el PP se lanza a examinarlo y capitalizarlo en la calle.
«Mafia o democracia» es el lema con el que los populares citan hoy en la Plaza de España. Feijóo ya no convoca contra los pactos de Sánchez ni su acción gubernamental, ahora la llamada es por el cerco judicial al PSOE. Quien llegó a la Presidencia exigiendo «ejemplaridad» encabeza hoy un Gobierno maniatado por las tinieblas, que no emerge ni anunciando triplicar la inversión en vivienda. Las «cloacas» son la rutina del PSOE. Se consuma el giro.