Publicado: marzo 18, 2025, 1:07 am

La oposición y los propios aliados del Gobierno pretenden medir esta misma semana la solidez de Pedro Sánchez ante uno de los retos políticamente más conflictivos de la legislatura: la necesidad de que España se comprometa con muchos más recursos a la defensa europea. Un compromiso sobrevenido abruptamente por el giro de EEUU en relación con la defensa de Ucrania y su papel, hasta ahora de protagonista principal, en la Alianza Atlántica.
El presidente tiene prevista una comparecencia ante la Cámara la próxima semana para explicar el plan de rearme diseñado por la Comisión Europea que obliga al Gobierno a acelerar el incremento en gasto militar hasta el 2% del PIB y, llegado el caso, a decidir una intervención de soldados españoles en una fuerza que garantice la paz entre Moscú y Kiev, pero los grupos parlamentarios quieren pronunciarse ya.
El PP somete hoy a debate una proposición no de ley en la que, además de urgir al Gobierno a ratificar su compromiso con Ucrania y fortalecer el llamado vínculo transatlántico, exige que cualquier decisión que afecte a España en relación con esta cuestión sea debatida y aprobada por el Congreso, ya sea incrementos en el gasto militar o un eventual despliegue de tropas.
Desde el área opuesta del Hemiciclo, el BNG, uno de los socios del bloque de izquierdas, patrocina una moción en la que aboga por renunciar a cualquier incremento del presupuesto en defensa con el argumento de que implicaría recortes en las políticas sociales y, además, insta al Gobierno a promover la salida de España de la OTAN.
Son pues dos iniciativas que transitan en sentido contrario ejerciendo una pinza de la que Sánchez tiene difícil escapatoria. Ambas propuestas no son vinculantes para el Ejecutivo pero la posición que adopten los grupos parlamentarios en relación con las mismas pondrá de manifiesto la fortaleza de los pilares sobre los que se sustenta el Gobierno. Una cuestión delicada porque compromete la palabra que Sánchez ha dado a los europeos. Ambas iniciativas se votarán el jueves y es muy probable que los grupos que habitualmente apoyan al Ejecutivo se dividan.
La proposición no de ley del PP incluye cinco puntos, alguno de los cuales interpela directamente al PSOE que tendría difícil explicar un voto en contra, por ejemplo, de ratificar el apoyo de España a Ucrania; defender la implicación de la UE en cualquier mesa de negociación para acabar con la agresión rusa y apoyar el cumplimiento de los compromisos de inversión en Defensa. Esta propuesta, sin embargo, topará con el rechazo de la mayor parte de los socios del Gobierno.
Por su parte, la iniciativa del BNG, además de poner contra las cuerdas a Sánchez, hurga en las tensiones de Sumar. El texto incide en cuestiones como el plan europeo de rearme, al que se ha comprometido el presidente, o la permanencia de España en la OTAN. Son asuntos que generan posiciones encontradas entre los partidos que forman parte de la alianza que lidera Yolanda Díaz y eso pondrá a prueba las costuras de la coalición, ya que no está claro que ésta mantenga la unidad de voto en el Congreso.
Para evitar la fractura de Sumar, la dirección del grupo se reunió ayer para intentar llegar a un pacto. Desde el sector afín a Díaz se descartaba «totalmente» un escenario de división de los diputados y se pone el foco en los puntos de «consenso» que se alcanzaron hace una semana antes de la reunión que mantuvo la vicepresidenta con Sánchez. Así se rechazaba aumentar el gasto militar pero, no obstante, se reclamaba diferenciar entre lo que tiene que ver con la defensa y la seguridad, entendida como algo más amplio que las armas o los ejércitos y donde Díaz se muestra más favorable a las inversiones.
El problema con la moción del BNG es que mete el dedo en temas que son sagrados para algunos de los partidos que forman parte de Sumar, como Izquierda Unida, la Chunta o Compromís, y sobre los que Díaz prefiere ponerse de perfil. El más claro es la participación de España en la OTAN. El texto pide abandonarla. Sería casi impensable que IU, que nació como proyecto en contra de esa alianza militar, no apoye este punto. Así que la presión está en el partido de Díaz que tendrá que elegir entre asumir el coste de votar diferenciado o crear incomodidad dentro del Gobierno. Lo que erosiona su imagen ante Europa.
Hay otro punto de la moción que es conflictivo. El que pide «oponerse» a la propuesta de Von der Leyen de constituir un fondo de 800.000 millones para gastos de defensa y compra de armamento. Sánchez es quien ha adherido a España ese plan y ahora es el sector minoritario del Gobierno el que desde dentro pone trabas.
En este escenario, lo relevante es que puede quedar retratada la espantada de los socios habituales de Sánchez empezando, quizá, por Sumar, como avanzadilla de una oposición a la que pueden unirse sin duda ERC, Bildu, Podemos y BNG, que ya manifiestan su no a entrar en la «carrera armamentística» y a meter al país en una «economía de guerra». Esos socios elevan el tono. Podemos emuló ayer al PP y denunció la «deriva autoritaria» de Sánchez por querer «hurtar» esa decisión al Congreso.