La recuperación tras el fuego: "No volveremos a tener bosques en décadas, pero especies como las encinas y los pinos pueden regenerarse de forma natural" - España
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La recuperación tras el fuego: «No volveremos a tener bosques en décadas, pero especies como las encinas y los pinos pueden regenerarse de forma natural»

Publicado: agosto 25, 2025, 2:07 am

Tras dos semanas de incendios desbocados y más de 404.000 hectáreas arrasadas, la pregunta que viene ahora es cuándo va a volver todo a su estado natural, si es que vuelve. Aunque una pregunta más difícil sería si es eso lo mejor que podría pasar. «Una cosa es que el bosque se regenere desde el punto de vista humano, es decir, que vuelva a haber lo que había antes. Y otra que ecológicamente el bosque recupere su funcionalidad, que es lo que interesa», apunta Rut Domènech, ecóloga especializada en incendios forestales de la Universidad de California, donde dirige el Programa de Monitorización de Quemas Prescritas.

«Nos cuesta un poco aceptar que hay especies que ya no están adaptadas y que no van a volver, como pueden ser los castaños. Las especies están adaptadas a unos rangos climáticos que, si no tienen, no pueden resistir, y eso es un cambio que viene con el cambio climático, y que debemos aceptar», defiende.

«Después de un incendio las hierbas surgen rápido», apunta Víctor Resco, catedrático en Ingeniería Forestal por la Universidad de Lleida. «En cuanto empiece a llover, en una semana o dos, vamos a empezar a ver una cobertura verde. Los primeros matorrales empezarán a salir después de las lluvias, que no es bueno que sean torrenciales, pero es muy importante que llueva pronto, porque así las plantas pueden germinar y desarrollar una raíz más larga, que les va a ayudar a sobrevivir en invierno. La cobertura arbórea de las próximas décadas va a depender sobre todo de esta germinación inicial, pero no volveremos a tener bosques en décadas».

Aún así, para Resco, «la pregunta de los tiempos de recuperación es un poco trampa, porque no tenemos que pensar en recuperar lo que teníamos, tenemos que ir a buscar algo diferente». Y más trampa si hablamos de especies autóctonas. «¿Pero qué es lo autóctono? ¿Lo que había cuando estaban los romanos? ¿Lo que vemos en televisión, esa imagen idílica de bosque centroeuropeo?», pregunta Domènech. «Demonizamos mucho a ciertas especies, como el eucalipto o el pino carrasco, y cuando focalizamos el tema en la especie nos nublamos, no vemos el problema, que es de estructura, de cantidad de combustible».

Sobre la posibilidad de replantar, la ecóloga de la Universidad de California cree que «hay que dejar las especies que ya están adaptadas, que son las que van a crecer».

En la misma línea, el Colegio Oficial de Ingenieros Forestales apunta que «muchas especies mediterráneas, como encinas, alcornoques, robles, pinos canarios o matorrales como brezos y retamas, están adaptadas al fuego, y pueden rebrotar o regenerarse de forma natural».

Aún así, Víctor Resco cree que en las labores de restauración se va a tener que incluir en muchas ocasiones especies que crezcan en latitudes más bajas y que se consideren foráneas de ese sitio. «Lo que no podemos hacer es cometer los mismos errores que nos han llevado hasta esta situación, que es abandonar las repoblaciones a su suerte. Estamos frente a una oportunidad para tener ecosistemas sanos que estén adaptados al cambio climático y que vayan a ser resistentes a la propagación del fuego, no que vayan a favorecerla».

Esta gestión, apunta Resco, «pasa por abandonar el edenismo, esta búsqueda del jardín del Edén que planean ciertas personas de tendencias que consideran ecologistas, pero que en realidad son muy dañinas». «Si no intervenimos, van a intervenir los incendios, la regeneración va a ir a menos y estaremos favoreciendo la desertificación. El margen de error que tenemos es muy limitado porque el cambio climático hace una presión muy estricta», avisa.

«El aspecto de los troncos carbonizados tras apagarse las llamas de un incendio puede inducir a pensar que la vida allí ha sido eliminada, pero los ecosistemas mediterráneos disponen de un conjunto de estrategias que les permiten hacer frente a esta perturbación», apunta David Badía, catedrático de Edafología e investigador del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón.

«Entre las plantas calcinadas existen algunas con capacidad de rebrotar desde la cepa (quejigos, coscojas, carrascas, madroños); otras plantas (pirrófitas), aun sin ser capaces de rebrotar, germinan profusamente tras el incendio como las jaras o aliagas; por otro lado, hay pinos, como el pino carrasco, que disponen de un gran almacén de semillas viables en sus piñas que, tras el fuego, con humedad en el suelo, podrán germinar. Es decir, cierta vegetación mediterránea puede regenerarse con relativa rapidez».

Domènech dice que depende de muchos factores, como el banco de semillas que exista en cada suelo, su fertilidad, la intensidad del incendio, o si acaba de sufrir otro en muy poco tiempo, porque «entonces va a ser muy difícil que se regenere nada». Otra de las claves que subraya es la lluvia: «Es bueno un poco después del incendio, pero, si son lluvias torrenciales, pueden arrastrar ese suelo y va a ser muy difícil la regeneración».

Sobre la lluvia también advierte el Colegio de Ingenieros Forestales: «Pueden duplicar o triplicar el arrastre de sedimentos, colmatando embalses, contaminando aguas superficiales y subterráneas y provocando riadas o inundaciones en zonas próximas. Proteger el suelo durante el primer año es más eficaz y económico que intentar recuperarlo después, ya que su regeneración natural es muy lenta y difícil de revertir».

Pero las plantas y los árboles no son las únicas víctimas ni lo único que se va a recuperar. También las hay, incluso, que se benefician del fuego. «Hay muchas especies oportunistas», dice Domènech, «muchos pájaros que aparecen sólo cuando un bosque se ha quemado. Especies como el águila necesitan espacios abiertos para cazar y así tienen más oportunidades».

La Fundación Pau Costa, una entidad global sin ánimo de lucro que pone el foco en la prevención y gestión de incendios forestales, enumera en su página web las especies que se benefician del fuego, como el escarabajo, quien, tras la huida de depredadores, «acude a los bosques negros para poner sus huevos en la madera recién quemada y que sus bebés puedan nacer sin peligro».

O la perdiz roja y el conejo europeo, «que se aprovechan de que, en las primeras etapas de recuperación de un ecosistema que ha ardido, aparecen hierbas con un alto contenido de nutrientes». Y el abejorro carpintero y distintas especies de pájaros carpintero, «que prefieren hacer sus nidos en árboles muertos porque son más fáciles de perforar».

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