Publicado: junio 24, 2025, 2:07 am
La OTAN no cree que España pueda cumplir con sus capacidades militares invirtiendo sólo el 2,1% del PIB en Defensa. El secretario general, Mark Rutte, lo dejó claro ayer al apuntar que el país tendrá que gastar el 3,5% . La Alianza está «absolutamente convencida» de ello, apuntó concretamente, desmintiendo así lo que apenas unas horas antes había afirmado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y para asegurarse de que el Ejecutivo cumple con sus responsabilidades como miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, tendrá que presentar, al igual que el resto de aliados, un «informe anual» sobre sus inversiones y obligaciones cumplidas.
«Cada país informará periódicamente sobre lo que está haciendo en términos de gasto y de alcanzar los objetivos», prosiguió Rutte en la rueda de prensa previa a la cumbre que hoy comienza en La Haya. Quiere, de esta manera, evitar que se produzcan situaciones similares a las que dejó la reunión de Gales en 2014, cuando los aliados pactaron alcanzar el 2% de inversión militar. Pero muchos países, incluido España, no se tomaron en serio ese incremento de inversión y lo fueron posponiendo.
Rutte tiene claro que un escenario como ese es ahora inaceptable, y aprovechará estos exámenes para controlar si España cumple con esas obligaciones. Porque el desencuentro entre el Gobierno y la OTAN no está en las capacidades. Ambos coinciden en que el Ejecutivo está totalmente comprometido con su cumplimiento. Pero Moncloa afirma que lo puede hacer gastando el 2,1% y la Alianza asegura que eso no es así en absoluto.
El ex primer ministro de Países Bajos también incidió en que el objetivo de inversión sigue siendo el 5% para todos los miembros de la Alianza, y que se hará bajo la fórmula 3,5%+1,5%. La primera parte representa el gasto militar clásico, lo que se podría denominar como duro y que es a la que Rutte aludió cuando le preguntaron por España. La segunda incluye elementos relacionados con la seguridad, como pueden ser las infraestructuras básicas o los ciberataques. Fuentes de la OTAN señalan que no creen que España tenga problemas para alcanzar ese segundo dato, básicamente porque se prevé que los aliados tengan bastante permisibilidad de cómputo. Esto es, que podrán incluir muchos conceptos e inversiones dentro de este epígrafe.
Pero para la primera parte, insisten en la Alianza, España tendrá que hacer un esfuerzo adicional. «En la OTAN no hay cláusulas de exclusión y no entiende de pactos o acuerdos paralelos«, resumió Rutte para rechazar, una vez más, que el 2,1% vaya a ser suficiente para España y, también, que exista el «pacto» que anunció Sánchez el domingo.
Sobre la carta en la que el secretario general comunicó a España que tendrá una senda propia de gasto para cumplir con sus obligaciones, tanto desde la OTAN como desde el ámbito diplomático se apunta que es un marco político. Un espacio en el que Sánchez pueda vender su relato nacional y de «ambigüedad constructiva», que es un término que también está utilizando el Ejecutivo. Pero que el objetivo de inversión, inciden, sigue siendo llegar al 5% en un espacio de 10 años y eso es lo que se va a firmar en la Haya. Con «flexibilidad» para todos los aliados, sí, pero sin cambios en el punto al que deben llegar.
Y entre el resto de países, la postura de España hace tiempo que ya genera incomodidad e incluso malestar. Algunos, los que están más cerca de la frontera con Rusia, hablan de falta de solidaridad. También los hay que temen que este nuevo pulso afecte a la unidad de la OTAN ya que puede ser «injusto para el resto naciones«, tal como publicó este periódico ayer. De hecho, Bélgica ya pidió esa misma «flexibilidad» de la que habla España. Y todavía falta lo que diga el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su participación en la cumbre -siempre que el recrudecimiento de los enfrentamientos en Oriente Medio no lo impida-. Ayer, desde la delegación estadounidense en la Alianza se mantenía que el objetivo es el 5% para todos los países.
Moncloa mantiene su posición
Pero ni las palabras de Rutte ni la presión de EEUU alteran la hoja de ruta y el posicionamiento de España. En La Moncloa mantienen su posición de que no van a gastar en Defensa más del 2% del PIB en base a que hay un acuerdo con el máximo representante de la Alianza que exime a nuestro país de gastar más. Y que ese acuerdo, del que dicen quedó refrendado en esa carta enviada el domingo a Sánchez, tiene validez y blindaje suficiente ante las presiones y el malestar de socios como EEUU. Fuentes del Ejecutivo sostienen que en el marco de esta negociación ha habido contactos con la administración estadounidense y que no temen lo que pueda hacer o decir Trump en las próximas horas, donde coincidirá con Sánchez.
En el complejo presidencial se sacuden también la presión amiga. Engloban las palabras de éste poniendo en cuestión que el 2,1% anunciado por Sánchez como cifra suficiente en el marco de un pacto en la discrepancia. «Estamos de acuerdo en que estamos en desacuerdo«, vienen a decir. En La Moncloa dan vigencia y validez a la carta de Rutte, en la que señala que «dará a España la flexibilidad para determinar su propia trayectoria soberana para alcanzar los Objetivos en Capacidades y los recursos anuales necesarios como porcentaje del PIB».
¿En qué se basa la confianza española frente a la imprevisibilidad de Trump o la presión de Rutte? La delegación española señala el intercambio de cartas entre el presidente del Gobierno y el secretario general de la OTAN -con la negativa a llegar al 5%, el emplazamiento a tener flexibilidad, y la corroboración de Sánchez de que España se sumará a la declaración final- además del acuerdo sobre la declaración final, que se consumó este domingo, como los motivos de su tranquilidad, porque nadie rompió el silencio en el proceso negociador para protestar o quejarse, ni siquiera EEUU, argumentan. Es más, desde el Ejecutivo recuerdan que Trump ya ha anticipado que su país no prevé llegar tampoco al 5% y que puede beneficiarse de la cláusula de España.
Precisamente, en el Gobierno señalan que la declaración final está llena de ambigüedad para que cada uno de los aliados, en función de su posición y sus planteamientos, pueda interpretarla acorde a sus intereses. Para ello, según anticipan, se ha evitado el empleo de fórmulas como «nosotros los aliados» o «todos los aliados», para simplemente mencionar los «aliados», en genérico, para que unos y otros puedan defender su relato y posición.