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La gran paradoja de Montero: se aferra a la crisis del PP por los cribados pese a su propio pasado de recortes sanitarios

Publicado: octubre 26, 2025, 5:07 am

El último Barómetro Andaluz del Centro de Estudios Andaluces (Centra) -dependiente de la Consejería de Presidencia- otorgaba al PP de Juanma Moreno una intención de voto del 40,7%, con una horquilla de escaños en el Parlamento autonómica de entre 54 y 56 escaños. Por primera vez desde las elecciones de 2022, los populares ven peligrar la mayoría absoluta con la que gobiernan y eso coincide, además, con el estallido de la peor crisis a la que ha tenido que hacer frente desde que llegó al poder en enero de 2019, la provocada por los errores en los cribados del cáncer de mama.

Esa misma encuesta le daba al PSOE de María Jesús Montero un 23,3% de los votos que, en escaños, se traduciría entre 26 y 29 diputados, una leve recuperación respecto al anterior sondeo pero que sigue por debajo del resultado que obtuvo ese mismo partido en 2022 con Juan Espadas como líder y cabeza de lista, que ya fue la peor marca histórica del partido.

El barómetro del llamado CIS andaluz se hizo cuando la polémica por los cribados estaba aún en ciernes, pero incluso ahora, después de la dimisión de la consejera de Salud, de una reorganización obligada del gobierno, varias investigaciones judiciales y un rosario de movilizaciones masivas en las calles (la próxima este mismo domingo), el PSOE andaluz tiene dificultades evidentes para capitalizar todo el descontento generado.

El principal obstáculo es, precisamente, su secretaria general o, más exactamente, el pasado de su candidata a la Presidencia de la Junta, una sombra que acompaña a Montero cada vez que arremete contra el ejecutivo de Juanma Moreno y que le sirve de escudo al PP frente a los ataques socialistas.

Montero estuvo este viernes en Sevilla para visitar la sede de la Agencia Española del Espacio y aprovechó, como hace habitualmente, para cargar contra el gobierno del PP y contra Moreno en particular por la gestión sanitaria con la acusación de haber arruinado el primer sistema sanitario público del país para favorecer la privatización. Pero también tuvo que escuchar la pregunta de un periodista que le preguntó por qué, pese a todo, el PSOE no despega en las encuestas. La vicepresidenta no respondió y se lanzó a desacreditar el sondeo del Centra.

Sin embargo, más allá de los vaticinios demoscópicos, lo cierto es que Montero carga con una pesada mochila que se vuelve en su contra cada vez que habla de la sanidad pública andaluza. Su etapa como consejera de Salud (lo fue desde el 25 de abril de 2009 al 9 de septiembre de 2013) estuvo plagada, sobre todo en su recta final, de medidas de recortes y ajustes que debilitaron enormemente el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y dejaron el terreno abonado a la crisis que luego, siendo ella ya consejera de Hacienda, derivó en movilizaciones masivas y una contestación social que muchos relacionan con la debacle electoral de diciembre de 2018, cuando Susana Díaz fue desalojada del Palacio de San Telmo por la coalición que formaron el PP y Ciudadanos con apoyo de Vox.

Los recortes que promovió Montero en la sanidad pública están recogidos con detalle en un informe que en 2013 llevó a cabo la Cámara de Cuentas de Andalucía. La ‘Fiscalización de determinadas áreas de la gestión de recursos humanos del sector público sanitario en Andalucía’ constata no solo recortes de personal y presupuestarios, sino también pone de relieve los perjuicios que causó la reordenación del sector hospitalario que impulsó la hoy ministra de Hacienda.

Solo entre los años 2011 y 2013, la plantilla del Servicio Andaluz de Salud se redujo en 7.773 profesionales, un recorte del 8,2% del total. La entonces consejera de Salud despidió a 1.286 médicos, a 1.919 enfermeros, a 1.609 administrativos, a 700 celadores, 73 fisioterapeutas, 63 matronas y a 1.266 auxiliares de enfemería. El gasto sanitario sufrió un tijeretazo del 7,26% en esta partida.

Pero no fue el único deterioro en el sistema sanitario andaluz. Asimismo, la Cámara de Cuentas ya puso de manifiesto en 2013 cómo en esos años se disparó la precariedad laboral en el SAS con un repunte extraordinario de la eventualidad, con una media mensual de 8.538 profesionales y un aumento del 800% en los contratos por acumulación de tareas.

La fusión hospitalaria, que María Jesús Montero anunció como la panacea para resolver muchos de los males del SAS, no escapa de las críticas de los auditores del órgano de fiscalización andaluz, que pone de relieve no solo los perjuicios que conllevó, sino también su «inadecuada y poco transparente planificación». Y el objetivo no era otro, puntualiza la Cámara de Cuentas, que «reducir gastos».

Consciente de que la gestión de Montero de la sanidad es más que cuestionable, el PP andaluz recurre al pasado de la secretaria general al PSOE-A a la más mínima oportunidad desde que fue designada por Pedro Sánchez para sustituir a Espadas y, en plena crisis de los cribados, de forma recurrente para desacreditar sus ataques.

Hace solo unos días, el presidente de la Junta afirmó en el Parlamento que los profesionales sanitarios con los que hablan le dicen que ahora están mejor que en la etapa de Montero como consejera de Salud y le piden «por Dios que no vuelva» porque les trataba «con la punta del pie».

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