Publicado: julio 5, 2025, 1:07 am
Ocho años después de aprobarlo, el PP desecha el sistema de elección directa de su presidente. El partido, que está celebrando su Congreso Nacional este fin de semana, cambiará sus estatutos en la lÃnea propuesta por Alberto Núñez Feijóo y adoptará un mecanismo de elección indirecta mediante compromisarios para futuros cónclaves.
La elección del lÃder es algo espinoso en todos los partidos y cada uno busca la fórmula para mantener el equilibrio entre una democracia interna que dé legitimidad y, a la vez, sea eficaz para gestionar la formación. Además, las siglas con vocación centrista o de Estado buscan protegerse de populistas que las arrastren al abismo, como ha ocurrido con buena parte de la nueva polÃtica en los últimos años.
Aunque los detalles aún se tienen que desarrollar, las principales guÃas ya se conocen. La mayor novedad es que los afiliados no votarán de forma directa al lÃder, sino que elegirán a los compromisarios -sus representantes en el Congreso del partido-, y estos deberán estar adscritos previamente a una candidatura. AsÃ, la representación de las sensibilidades internas tendrá una dinámica parecida a la del Congreso de los Diputados o los parlamentos autonómicos.
El sistema vigente ahora se aprobó en 2017 y es un mecanismo mixto, que combina la elección directa en la primera fase y, en la segunda, los compromisarios escogen entre los dos candidatos más votados. Se estrenó en 2018, cuando el partido entregó las riendas a Pablo Casado.
Aunque hubo experiencias previas, fue entre 2014 y 2018 cuando los métodos de elección directa se popularizaron en los partidos nacionales. Ramón Villaplana, profesor ayudante doctor de Ciencia PolÃtica de la Universidad de Valencia, explica que «en su momento, el incentivo [para el PP] era la competencia directa con Ciudadanos, que presionaba públicamente e incluso era uno de los puntos de negociación».
En el ‘efecto contagio’ incide Gema Sánchez Medero, profesora titular de Ciencia PolÃtica y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid, que indica que en 2017 «los partidos ven una desafección y que la ciudadanÃa va demandándoles mayor poder de decisión. Si los partidos de tu alrededor [hacen primarias directas y tú no], a ti te van a acusar de centralista».
Pero ahora el contexto es distinto. Los naranjas están fuera de combate y el rival es Vox, cuyo sistema de elección es más rÃgido que el propuesto por Génova. Incluso en Sumar no hubo unas primarias reales. «Una vez que Podemos se ha desinflado y el PSOE, con la crisis organizativa que tiene y ese posible amaño de primarias… Todo esto perjudica la imagen de los procesos democráticos en la opinión pública», señala Villaplana.
La percepción general es que, después de una incursión en los sistemas de elección directa, en los últimos años se están abandonando estos procesos. En unos casos, por la desaparición o descalabro de quienes los recetaban; y, en otros, -quizá para no correr la misma suerte- de los que entraron a empujones.
Fuente de los gráficos:
Gráficos y textos: Alberto Hernández.
Dirección de arte: MarÃa González Manteca y Josetxu L. Piñeiro.