Publicado: julio 28, 2025, 12:07 am

La cultura de la navaja –-a la que se refirió en su día el concejal de Seguridad Albert Batlle- se enquista en Barcelona pese a los sucesivos planes puestos en marcha por los Mossos d’Esquadra y la Guàrdia Urbana en los últimos meses. Así lo evidencian las cifras hechas públicas en la junta de seguridad local de verano, celebrada esta semana en el Ayuntamiento de la capital catalana y presidida por la consejera de Interior de la Generalitat, Núria Parlon, y el director general de la policía, Josep Lluís Trapero.
La delincuencia -en términos generales- va a la baja en la ciudad e incluso descienden los hurtos, uno de los principales talones de Aquiles. Por contra, crecen de forma sustancial los incidentes con cuchillos, puñales y objetos punzantes pese a que también aumentan el número de armas blancas requisadas por la policía. Dos indicativos que demuestran el arraigo de este fenómeno en la capital catalana.
En concreto, las peleas a navajazos se han disparado un 38,3% y los delitos de lesiones provocadas por enfrentamientos -muchos de ellos con armas blancas- un 7,2% en los primeros seis meses del año respecto al mismo periodo de 2024. Porcentajes importantes que certifican la tendencia al alza de los últimos años.
«Tenemos mucha más conflictividad en la calle y la gente utiliza armas blancas con mayor facilidad. Se han recuperado las armas blancas, la gente las lleva de una forma contraintuitiva, no es normal ir con una encima. Debemos ser persistentes en retirar las navajas de nuestras calles», admitió la responsable de Interior de la Generalitat, Núria Parlon. Por su parte, el alcalde Jaume Collboni, puso el acento en la «proliferación» de navajas y la «banalización» por parte de los jóvenes que acuden con ellas a «conciertos o fiestas».
Además, los cuerpos policiales esgrimen motivos como el «aumento del consumo de droga y problemas de salud mental», «conflictos juveniles» y «cuestiones de carácter socioeconómico» para explicar la proliferación de armas blancas en las calles. Es decir, gran parte de las personas que llevan cuchillos o navajas -y pueden protagonizar algún altercado, especialmente en un contexto de fiesta y noche- no son delincuentes o multirreincidentes que premeditan sus acciones. «La ciudadanía debe saber que no es lo normal llevar una arma blanca cuando vas a espacios de ocio», confirmó la propia Parlon tras admitir el aumento de incidentes al respecto.
Como respuesta a este fenómeno, de especial arraigo en una ciudad como Barcelona -con una importante tasa de turistas, inmigración y zonas de ocio nocturno- los Mossos pusieron en marcha el plan Daga para retirarlas de las calles y evitar que cualquier conflicto pudiera acabar con lesiones graves o incluso homicidios. En este sentido, los agentes han requisado 1.844 armas blancas en Barcelona durante el primer semestre del año, que supone un 48,5% más que el mismo periodo de 2024. O, lo que es lo mismo, aproximadamente se incautan de media hasta 10 cuchillos al día en la capital catalana.
En todo 2023, por ejemplo, los distintos cuerpos policiales (Mossos y Guàrdia Urbana) intervinieron 2.845 armas blancas, una cifra muy por debajo de la media en lo que va de este año. Y es que la presencia policial también se ha expandido en las calles con más efectivos y nuevas herramientas. Por ejemplo, en noviembre del 2022, la Guardia Urbana de Barcelona adquirió 52 palas detectoras de metales repartidas en los diez distritos.
Sin embargo y coincidiendo con este incremento de dispositivos policiales en la calle, también han aumentado los atentados contra agentes de la autoridad en un 21,2%. Un dato relevante, que demuestra una creciente «sensación de impunidad» de quienes agreden a la policía, según denuncian los sindicatos. Un problema que se extiende a otros territorios de Cataluña, con zonas especialmente marcadas en rojo por su conflictividad como algunos barrios de Lleida, Mataró o Girona.
Otro de los indicadores que ha subido a lo largo del último medio año en Barcelona han sido las denuncias por agresiones sexuales, que se han incrementado un 17% respecto al mismo periodo del año anterior. El 15% se producen en discotecas o bares, el 29,5% en la calle y casi el 40% en el interior de domicilios.
En el otro lado de la balanza está el descenso generalizado de los hurtos (-6,8%) -la mitad de los delitos que se producen en la capital catalana a lo largo del año son pequeñas sustracciones-, y los robos con violencia (-5,5%). Eso sí, los móviles son, con diferencia, los artículos más llamativo para los ladrones multirreincidentes:casi la mitad de los objetos sustraídos con violencia e intimidación han sido teléfonos, por lo que la cifra se eleva hasta los 2.700 móviles robados en seis meses. También se hurtaron unos 1.285 bolsos y carteras, unas 830 cadenas y unos 535 relojes en la ciudad.