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La 'comisión Koldo', receta de la 'chistorra'

Publicado: octubre 24, 2025, 8:07 am

La movida estaba ayer en el Senado. El Senado es una cámara de pasillos más amables que el Congreso de los Diputados. Menos estirado. Menos solemne. Con la vida un poco al ralentí. Comparecían (entre la mañana y la tarde) dos cajeros socialistas. El ex gerente del partido entre 2017 y 2021, años de gloria, Mariano Moreno, y la actual gerente, Ana María Fuentes, que lo es desde la fecha en que salió el otro. Todo claro. Comparecían a petición del PP, con mayoría absoluta en la Cámara Alta, en la comisión Koldo. El pesimismo era grande. Pesimismo de la oposición por la certeza de no sacar nada en claro en este jueves. Pesimismo del partido bajo sospecha por no saber muy bien hasta dónde puede llegar la charada escalena de Ábalos, Koldo y Cerdán. Pesimismo por mi parte, porque mientras hacía tiempo cerca de la sala de prensa me detuve frente a una formidable arpillera del pintor canario Manuel Millares y al consultar las cartela del título presentí que algo iría mal. El título es este: Testimonio (1963). La pintura quería decirme algo.

A las 11.07 arrancó la comparecencia de Moreno, actual presidente de la empresa estatal Enusa, y el exgerente (citado a declarar como testigo el próximo miércoles 29 de octubre por el magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente) arrancó con un aviso intentando que el caos previsible no se le note: «Por respeto al Tribunal Supremo daré las explicaciones pertinentes en primer lugar a dicho tribunal y me abstendré hoy de hacerlo aquí. Una vez haya prestado declaraciones en el Supremo estaré en plena disposición de esta comisión para ampliar cualquier información o responder a todas las preguntas sobre mi etapa como gerente del PSOE». Se acabó la fiesta. Y para esto madrugué yo.

El modo crustáceo de Moreno no desalentó el pimpampum de sus señorías (descuento en este párrafo al representante del PSOE, José Latorre, que dijo cosas así: «Dejemos a un lado la campaña de infundios de la derecha y sus satélites…. [Zzzzzzzzz]». Cuando preguntó la representante del Grupo Mixto, María Mar Caballero, el compareciente comenzó a escribir y empecé a sentir una cierta angustia. Ver a un hombre escribiendo con ese empeño asusta. Qué no habrá escrito en hora y media de comparecencia sin hablar. Qué compulsión. Qué éxtasis caligráfico. Le estaba faltando tiempo para escribir incluso cuando el tiempo le sobraba. Le recordaron que había firmado el contrato de Koldo como chófer. Y él escribía. Le preguntaron por qué consumía tanto papel la fotocopiadora de Ábalos. Y él escribía. Podría haber aullado cualquiera: «¡Quieto todo el mundo!», bajo el charol de un tricornio y la pistola en alto, y él seguiría escribiendo como un Rilke imprevisto en el trance de armar las Elegías de Duino: «Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta tenebrosa./ Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos?«. También miraba el móvil y continuaba redactando de una manera que no puedo explicar: ni más deprisa que mi inquietud ni más despacio que mi ánimo. La cosa terminó igual que comenzó, con Mariano Moreno en silencio aunque con más folios manuscritos que cuando llegó a la sala Clara Campoamor. Qué no daría por leer ese Aleph.

Pero faltaba la segunda parte. Con parsimonia de brisa que hincha los visillos a la hora de la siesta llegó Ana María Fuentes. Eran las 16.00. Esta mujer sabe todo de la caja de caudales del PSOE, pues la administra desde 2021. «Las cuentas del Partido Socialista Obrero Español son correctas. No ha habido ningún pago que no esté documentado», dijo. El órdago es grande. La bancada propia palmeó las mesas en señal de aprobación. Ella sí respondió a las demandas. Pero antes, el senador Gerardo Camps, del PP, sometió durante más de una hora a la gerente a un interrogatorio severo, repleto de pequeñas pasiones técnicas disparadas con una metralleta atosigante y algo devorado por la impaciencia feroz y pastoral del otoño. Hacía preguntas enjabonadas que no había manera de agarrar, ni él lo permitía. La sombra de Gürtel también se dejaba sentir. Eso fue después de la intervención del portavoz socialista en la comisión, Alfonso Gil, que dispensó una confitura casera de palabras donde destacaron estas: «La desesperación del PP es la imposibilidad de encontrar una Gürtel en el PSOE. No van a parar hasta universalizar la mierda, pero no lo van a conseguir». Quién sabe. Alguien dijo «chistorras». Alguien dijo «lechugas». Alguien habló de comandas de 4.500 euros en restaurantes de lujo. Alguien recordó los sobres con dinero. Y las presuntas bolsas de basura con billetes. Alguien dijo «prostitución». No habrá paz ni alto el fuego. Esto es parte de la baraja rota de la política de ahora, donde cada día grazna el grajo de la malaventura.

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