Publicado: marzo 22, 2025, 1:07 am

La Cina e vicina (China está cerca) tituló Marco Bellocchio una película suya en 1967, cinco años antes de naciese Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Jean Luc Godard rodó aquel mismo año La Chinoise y no es casualidad que ambas películas se hicieran al año siguiente de la Revolución Cultural y un año antes del estallido francés de mayo del 68. Yo ya no sé si es casualidad que el tipo que asentó sus reales en La Moncloa en junio de 2018 haya anunciado que el mes que viene piensa viajar a China y a Vietnam en un periplo análogo al que llevó a Ursula von der Leyen a la India. Después volverá aquí, no se hagan ilusiones con la idea de se nos vaya a quedar en aquellos pagos para siempre.
Total que Sánchez se nos va a ir a China, un país que debe de parecerle cercano, cosa natural habida cuenta de que Almería y Cádiz le parecían provincias limítrofes, al menos hasta el 28 de abril de 2020, fecha en la que explicó su plan para la transición hacia una nueva normalidad.
Por otra parte, tampoco es improbable que la Constitución de la República Popular China de 1982 le parezca más atractiva que la nuestra, que es más vieja y que tiene en contra suya al partido de Pedro Sánchez y a todos sus socios políticos, vale decir Sumar, Junts, Podemos, ERC, PNV, EH Bildu y BNG. Sánchez descansa en el colchón que le procuran sus socios a los que compra con medidas de apaciguamiento sin reparar en que la cesión de cada día no le garantiza un apoyo para el día siguiente. Aún no está seca la tinta del infame pacto con el partido de Puigdemont sobre inmigración cuando esos siete votos que persigue con tanto afán se sumaban el jueves a los del PP y Vox para derrotar el proyecto de creación de una Agencia de Salud Pública, que la disminuida ministra de Sanidad pensaba crear para poner al frente al demediado Fernando Simón.
No ha sido un caso aislado. El mismo día, Junts votaba junto al PP, Vox y otro socio, el PNV, para eliminar la prohibición de la caza del lobo al norte del Duero. Por otra parte, más cerca que China está Bruselas, adonde viajó Sánchez el mismo jueves a la búsqueda de un eufemismo para la palabra rearme. Al mismo tiempo, su socia de Gobierno, Yolanda Díaz, votaba no solo contra la palabra, sino contra el conceto mismo y exigía la salida de España de la OTAN. Ya saben: OTAN no, bases fuera, que clamaba la izquierda de los primeros años 80, antes de que Felipe espabilara y convocara un referéndum para que los españoles le aliviáramos de su atolondrada promesa a Calvo Sotelo en 1982.
Hubo más golpes bajos a la Constitución sin que el organismo encargado de su defensa ni su presidente Prevariconde movieran una ceja. Por ejemplo, que por primera vez en nuestra historia democrática, el presidente suplente del Congreso estuvo a la altura de la titular Armengol, al negarse a debatir cuatro enmiendas del Senado a la Ley de Desperdicios. Por último, ante la dificultad de aprobar los Presupuestos, Sánchez no piensa presentarlos. El artículo 134.3 de la C.E. dice textualmente: «El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior». No es obligatorio que se aprueben; sí que se presenten.