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La angustia cambia de bando

Publicado: junio 27, 2025, 4:07 am

En un reciente texto en el que reclamaba que Pedro Sánchez se sometiera a una cuestión de confianza, el director de Agenda Pública, Marc López Planas, dejaba un párrafo de digestión lenta: «Hoy hay un cierto desencanto con las democracias porque no se les exige a los políticos resultados electorales, sino una satisfacción anímica permanente de las personas».

En una sociedad polarizada como la nuestra, esta satisfacción o insatisfacción toma forma de euforia o angustia según la percepción que cada bando tenga del acontecimiento político de cada día. Hasta hace bien poco, el Gobierno había conseguido instalar al electorado de la derecha en un estado de ansiedad constante. Sus votantes asistían cada mañana a la revelación de tal o cual escándalo con la esperanza siempre inútil de que hiciese mella en la resistencia de Sánchez. La impasibilidad de éste provocaba que la esperanza se transformara en ira. Y el objeto de la misma era, curiosamente, Feijóo por mostrarse incapaz de evacuar del poder a tan inescrupuloso rival.

Desde que la opinión pública ha tenido conocimiento de los negocios de Santos Cerdán y de los detalles más sórdidos de las andanzas de Koldo García y José Luis Ábalos, la angustia ha cambiado de bando. Todas las sospechas sobre Sánchez han cobrado verosimilitud y la narrativa que asociaba la supervivencia de la democracia con la de un presidente perseguido por el Estado profundo se ha evaporado. Ahora son sus bases las que necesitan esperanza.

Sánchez ha buscado una emoción nueva para reconstituir su demacrada figura política. Una vía para volver a ser el héroe de la izquierda española contra el fascismo es convertirse en héroe de la izquierda mundial. El marco de enfrentamiento Sánchez-Trump, el David de la paz frente al Goliat del autoritarismo vocinglero es fruto del oportunismo táctico que caracteriza a nuestro presidente. De ahora en adelante, ante cada astracanada del líder norteamericano, y es capaz de muchas, Sánchez podrá esgrimir que él siempre permaneció en el lugar correcto de la historia.

Los dos años que restan para que venza la legislatura se van a convertir para nuestro presidente en una búsqueda continua de la ventana de oportunidad que le permita ir a las urnas con garantías de dar la batalla. Para ello necesita que su rocoso 30% de voto no se resquebraje y sume con los cascotes de la izquierda y la muleta nacionalista. De ahí el acelerón hacia la España plurinacional.

Lo malo para el proyecto del jefe del Ejecutivo es que la gatera de su imagen internacional se le ha llenado de pelos. Está muy bien quedar como un valiente ante Trump si no es porque dejas a los demás como unos cobardes. Y no es sólo una cuestión de emociones.

El presidente español ha cincelado en el mármol de su galería uno de sus famosos falsos dilemas. Hay que gastar menos en Defensa para proteger el estado de bienestar. Sin embargo, es justo lo contrario. Sólo puede haber estado de bienestar si las democracias están a salvo de una agresión externa. Es el sacrificio que muchos gobiernos europeos están pidiendo a sus votantes. Si Putin es una amenaza existencial para Europa, ésta sólo podrá disfrutar de sus libertades y los beneficios sociales que llevan aparejadas mejorando la capacidad disuasoria de los ejércitos.

La cesión de la defensa continental al paraguas antinuclear de EEUU ha permitido a las conciencias europeas instalarse en el pacifismo y a sus gobiernos financiar el sistema de protección social. El trumpismo no es un mal sueño que pasará pronto, sino un cambio de paradigma con visos de prolongarse en el tiempo mientras sigan vigentes las causas que lo trajeron. El indeseable presidente americano vino a decir a La Haya que no está dispuesto a defendernos. La cuestión, como temen los daneses, es si está dispuesto a atacarnos.

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